Édgar Jiménez Lugo, alias "El Ponchis", apodado por la prensa nacional como el "niño sicario"

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La dura y corta vida de los niños sicarios en México

"Hoy hay muchos lugares del país en donde que haya tirado un cadáver se ha vuelto cotidiano. Por ello lo que quiere la obra es movernos de esa indiferencia"
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08 de febrero de 2013 a las 14:12

Cuando era niño, Benito pensaba que se llamaba "cállate". Esa era la frase que escuchaba constantemente en su entorno cargado de violencia en el que se crió hasta que a los 14 años se convirtió en sicario, como muchos niños en México que caen atrapados en las redes de la violencia.

Es el protagonista de una obra de teatro, "El Kame Hame Ha" (técnica de combate de la serie animada "Dragon Ball"), que trata de a través de la historia de este niño sicario sacudir conciencias a una sociedad en la que la violencia ya no llama la atención.

"Hoy hay muchos lugares del país en donde que haya tirado un cadáver se ha vuelto cotidiano. Por ello lo que quiere la obra es movernos de esa indiferencia", dijo a Efe Jaime Chabaud, dramaturgo de esta obra que puede verse en un teatro de la capital mexicana hasta el próximo 24 de febrero.

La historia ficticia de Benito, un casi niño que a sus 14 años ya lleva siete muertos a sus espaldas, se compuso a partir de testimonios de niños delincuentes como Edgar Jiménez "El Ponchis", conocido como "el niño sicario", quien reconoció que por órdenes de un narcotraficante del Cartel del Pacífico Sur degolló a cuatro personas.

"Hay rasgos de carácter de muchos personajes reales, comenzamos a robarnos jirones de realidad", explicó Chabaud, quien añadió que jóvenes como "El Ponchis" son chicos que "vienen de familias desintegradas, sin imagen paterna solida o agradable, o sin imagen materna, y de entornos en donde la caricia no existe, existe el golpe, el insulto y el hambre", contó.

A Benito le dicen "El Sayayin" porque es muy aficionado a "Dragon Ball Z", un dato que es identificativo de muchos de los niños sicarios, que actúan como adultos pero siguen siendo niños que ven dibujos animados.

"Tienen la enorme necesidad de pertenencia a algo. A quienes no se les ha dado oportunidad de pertenecer a nada es muy fácil que sean enganchados por las adicciones, por el circuito del crimen, que primero los utiliza de mascotas para recados, después aprenden a disparar...", dijo el dramaturgo.

Cuando un niño se ve atrapado por una red de delincuentes, la situación se vuelve una cadena imparable, pues primero son "halcones" (vigilantes), mensajeros, asaltantes, secuestradores, sicarios, hasta llegar a jefes, con una expectativa de vida de no mas de 20 o 25 años.

"Esta pertenencia a la banda de la colonia (barrio) ya les da un asidero en el mundo de pertenencia, es una búsqueda identitaria, por eso es muy fácil que el crimen los enrole", añadió.

Aunque no hay datos precisos sobre el número de niños y adolescentes que podría estar involucrado con los grupos de delincuentes en el país, la Red por los Derechos de la Infancia en México calcula que entre 15.000 y 20.000 adolescentes están siendo víctimas de narcoexplotación en sus varias modalidades.

"Niños sicarios afortunadamente no hay muchos, no son la mayoría porque no es sencillo llegar a ese punto", dijo a Efe el director de la red, Juan Martín Pérez, aunque el número de niños involucrados ha aumentado en los últimos años, añadió.

Además, el hecho de que el 10 % de los adolescentes en México no estudie ni trabaje también influye, ya que la escuela o el trabajo son vitales para "tener redes sociales positivas", apuntó el director.

Pero sobre todo, subraya, se debe a un asunto "estructural" del país, ya que México "no ha desarrollado un sistema nacional de protección de derechos" a los niños.

"Muchos de estos adolescentes o niños que se encuentran bajo el dominio de estos grupos criminales no tienen a quién recurrir (...) ya que no hay un mecanismo que permita darle un ingreso a un sistema de protección, ni tampoco hay mecanismos para prevenir su ingreso", dijo.

Por eso, explicó Pérez, es importante identificar cuáles son los factores de riesgo que tienen ciertos jóvenes en zonas específicas del país para que ahí se puedan focalizar acciones que permitan reducir su implicación.

Porque, agregó, si bien los niños sicarios son asesinos, también "son víctimas", la punta del iceberg de "la gravedad que esta viviendo un segmento de la infancia en este país", personas de las que abusan los criminales con total impunidad.

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