Si fructifica la decisión de la Facultad de Medicina contra la inversión privada prevista en el proyecto del gobierno será una sentencia de muerte para ese bochorno asistencial que es el Hospital de Clínicas. El rechazo fue aprobado por 11 votos contra seis en el Consejo de la Facultad. La minoría de los que votaron a favor del plan del Poder Ejecutivo incluyó al decano Fernando Tomasina y otros docentes. El delegado de los docentes Omar Alonso informó que quienes se opusieron al plan rechazan que la remodelación que el vetusto gigante hospitalario requiere con urgencia se haga bajo la ley de participación público privada (PPP), aunque es el único camino para salvarlo.
Alonso anticipó que la medida puede ser modificada porque la decisión mayoritaria de la facultad tiene que ser confirmada por el Consejo Directivo Central de la Universidad de la República (Udelar), de la que depende el Clínicas mientras no se lo integre al gubernamental Sistema Integrado de Salud. También el poderoso Sindicato Médico del Uruguay (SMU) se ha declarado contrario al desatino aprobado en la facultad.
Julio Trostchansky, presidente del SMU, señaló el contrasentido de la absurda decisión, porque “deja de lado la necesidad de atender dignamente a los pacientes”.
Aunque algunos sectores del hospital funcionan adecuadamente, es penosa la atención a la s decenas de miles de uruguayos pobres que dependen de la asistencia gratuita que el Estado se ha comprometido a proporcionarles en condiciones mínimas de calidad. Faltan insumos básicos por insuficiencia de recursos, se postergan consultas y cirugías y en muchos pisos campean instalaciones vergonzosas. Contrariamente a lo que parecen creer quienes descartan la intervención de capitales privados mediante la PPP, el Estado, ahogado por apremios financieros, carece de recursos para enfrentar la erogación de los más de US$ 100 millones necesarios para apuntalar el edificio y sus servicios. Lo acaba de reconocer el propio rector de la Udelar, Roberto Markarian, al señalar que “no es posible financiar la obra (de reestructura) a través de recursos presupuestales”.
Es ineludible apelar a la inversión privada, haciéndole las concesiones que justifiquen sus aportes. Lo reconocen el rector de la Udelar, el decano y docentes de la Facultad de Medicina, el SMU y, obviamente, el Poder Ejecutivo. Corresponde, por lo tanto, que se dé marcha atrás en el voluntarismo sin fundamento financiero de la medida aprobada por la facultad. De lo contrario, el Clínicas seguirá en la pendiente en que se derrumba año a año, agudizando no solo el deterioro asistencial a gran parte de la población de menores recursos sino hasta su condición de centro de entrenamiento para los médicos jóvenes y estudiantes de la Facultad de Medicina. Su funcionamiento se ha despeñado por descuido de la propia Udelar y sucesivos gobiernos. Queda ahora en manos de la Udelar aceptar el plan gubernamental de incorporación de capitales privados que hagan factible su recuperación. La alternativa en el responso final al gigantesco centro, que durante décadas del siglo pasado fue modelo de atención estatal gratuita en toda América Latina.
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