La fama de Misty Copeland va más allá del ballet. Es cierto que hace exactamente una semana pasaba a la historia por su debut como protagonista de El lago de los cisnes y que ayer se convirtió en la única bailarina principal negra en los 75 años de historia del American Ballet Theatre, la mayor compañía de ballet de Estados Unidos. Pero la artista de 32 años es más que una de las mejores del mundo en puntas de pie.
El año pasado publicó su autobiografía, llamada Life in motion: An unlikely ballerina, así como un libro para niños titulado Firebird. En abril, en el marco del Festival de Cine de Tribeca, se estrenó el documental sobre su vida, A ballerina's tale, y ese mismo mes fue tapa de la revista Time, que la incluyó en su lista de las cien personas más influyentes. Semanas después, subió al escenario como presentadora en los premios Tony a lo mejor del teatro estadounidense.
Tiene más de 530 mil seguidores en Instagram y su publicidad para la marca deportiva Under Armour ha sido vista más de 8 millones de veces en Youtube. Pero también ha estado en publicidades de la telefónica T-Mobile, de la cadena de zapaterías Payless Shoe Source, las bebidas Dr. Pepper y los cafés Lavazza.
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Nacida en Kansas City, Misuri, en 1982 y criada en California, Copeland tiene sangre africana, pero también alemana e italiana. Por eso su piel no es tan oscura como se podría esperar de la bailarina negra que está haciendo historia.
Empezó a bailar relativamente tarde, con 13 años, y se formó en la Escuela de Ballet de San Francisco, obsesionándose con la bailarina argentina Paloma Herrera, cuya retirada esta misma temporada, curiosamente, le ha abierto hueco a Copeland en el cuadro de primeras figuras.
Cuestión de piel
El American Ballet Theatre llevaba más de dos décadas sin tener una bailarina afroamericana en la categoría de solista. Por eso, no han faltado quienes han tachado de oportunista este movimiento de la compañía.
En Life in motion, Copeland escribió: "Mi miedo es que pasen otras dos décadas antes de que otra mujer negra consiga una posición como la mía en una compañía de ballet de élite". Allí también confesaba que si no llegaba al puesto de bailarina principal, sentiría que le había fallado a la gente.
Sin embargo, sus miedos no se hicieron realidad. Ayer Copeland publicó en Instagram el video del instante en que le anuncian su puesto de honor frente a toda la compañía de ballet. La bailarina pasa de la risa a la emoción en medio de los aplausos de sus colegas. La grabación, de apenas unos segundos, tiene casi 18 mil "me gusta".
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Un vídeo publicado por Misty Copeland (@mistyonpointe) el
Como una atleta
Las bailarinas suelen ser asociadas con la delicadeza y elegancia de cuerpos delgados que visten tutú. Sin embargo, Copeland es eso y más: es una atleta profesional tanto en su complexión como capacidad física.
"Tenés que ser muy fuerte para ser una bailarina de ballet profesional", dijo al diario New York Times. "Tenés que exigirte más y más y nunca es suficiente. Y para ser diferente, probablemente tengas que ser fuerte", agregó.