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La pregunta definitiva: ¿Debe el Reino Unido continuar perteneciendo a la Unión Europea?

En dos semanas los británicos deberán responder una cuestión difícil pero fundamental
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05 de junio de 2016 a las 05:00
Varios sentimientos unen, y también dividen, a los británicos en estas últimas semanas. Por un lado, está la expectativa, la esperanza y una suerte de adrenalina nacionalista que emerge cuando se considera la posibilidad de romper con el mayor bloque económico que conoce el planeta. La desconfianza a un organismo ya consolidado y regido desde la distante Bruselas también se une a otros pensamientos igualmente relevantes y juntos engrosan los ideales que impulsan al denominado "Brexit".

La permanencia, sin embargo, también se aferra a un concepto clave, con el que ha logrado liderar levemente en las encuestas: Gran Bretaña es más fuerte junto a Europa.

La campaña, radicalizada y reconvertida en una lucha nacionalista por la defensa de la independencia en algunos casos, y en la pelea por evitar una eventual debacle económica en otros, muestra todas sus caras en las calles inglesas, donde los militantes promueven ideas, entonan cánticos y, a veces, asustan al indeciso. Porque muchos de ellos han optado por jugar esa carta: la del miedo.

Dependiendo de los intereses del interlocutor, el Brexit es sinónimo de independencia económica, política y de identidad, o de ruptura, desarraigo y barreras comerciales.

Todas estas situaciones confluyen en una fecha clave, el referéndum que tendrá lugar el próximo 23 de junio. Ese día los británicos deberán responder a una sola pregunta; ¿Debe el Reino Unido permanecer como miembro de la Unión Europea o abandonarla?

Pese a que faltan cerca de dos semanas para que se resuelva la cuestión, mandatarios locales y extranjeros, referentes musicales y hasta algunos deportistas han tomado posiciones sobre el tema.

Del lado de la permanencia, la figura líder es clara: David Cameron, primer ministro británico, es el principal promotor detrás de la idea de que el Reino Unido se encuentra mejor en las fronteras comerciales de la Unión Europea, y argumenta en cada ocasión que se le presenta que la salida solo acarreará problemas estructurales a la economía británica. En muchos casos, la defensa de esta postura ha cobrado un tono inusitadamente catastrofista: Cameron ha advertido, por ejemplo, que abandonar la UE complicaría la estabilidad y la paz del país y que aumentaría el riesgo de nuevas guerras.

A su lado, entre los defensores de la UE, se ubica el nuevo alcalde de Londres, Sadiq Khan, quien ha dicho que a pesar de sus diferencias "es importante que el alcalde y el Gobierno trabajen juntos cuando va en interés de los londinenses". Khan recordó durante uno de sus discursos que "más de medio millón de empleos en Londres dependen de la pertenencia a la UE" y subrayó que un voto por quedarse en la Unión significa "empleos y oportunidad".

El alcalde antecesor, Boris Johnson, por el contrario, se aferra con uñas y dientes a la opción de la salida, de la que es uno de los defensores más acérrimos. Su convicción es tan grande que incluso ha comparado el proyecto de la UE con una figura controvertida: Hitler. Según él, el "superestado" del cual algunos británicos pretenden escapar se alinea con la idea de un gran imperio como el que pretendía instaurar el máximo líder nazi o Napoleón, un proyecto que calificó como "fuera de control".

"Napoleón, Hitler, varias personas intentaron hacerlo y terminó de forma trágica. La Unión Europea es otro intento con distintos métodos". Boris Johnson, ex alcalde de Londres y líder favorable al brexit

Pésimos augurios

Las consecuencias de la eventual salida del Reino Unido del bloque, que sería la primera en la historia de la UE, todavía son inciertas, y tanto los gobiernos como las personas parecen estar a ciegas ante las posibilidades.

De todas maneras, algunos organismos ya han intentado aclarar qué pasaría si los británicos deciden seguir su camino de forma independiente. El Ministerio de Finanzas inglés, por ejemplo, declaró que separarse del bloque acarrearía a todos los países del Reino Unido una recesión de, por lo menos, un año. En un informe publicado hace algunas semanas, el ministro George Osborne advirtió que los salarios medios caerían un promedio de 800 libras, el PIB perdería de 3,6% a 6% y la deuda aumentaría a 39 mil millones de libras. Según Osborne, optar por el Brexit es "la opción de la autodestrucción".

Pero hay más, de acuerdo al Ministerio de Finanzas: se perderían de 520 mil a 820 mil empleos, la libra se devaluaría entre 12% y 15%, y el valor de los inmuebles caería entre 10% y 18%.

El G7 ha ido más lejos y ha asegurado que una victoria del Brexit podría llegar a poner en jaque a la economía mundial. "Las incertidumbres han aumentado con los conflictos geopolíticos, el terrorismo, el flujo de refugiados, y además el shock de una eventual salida del Reino Unido de la Unión Europea complica el entorno económico mundial", indica un comunicado publicado hace semanas atrás.

La Comsión Europea, en palabras de su presidente Jean Claude Juncker, ya a ha resuelto que si se da la ruptura con la UE le soltará la mano al Reino Unido. "Si los británicos dicen 'no', algo que espero que no ocurra, la vida comunitaria no sería como antes y el Reino Unido tendría que aceptar ser considerado un Estado tercero. (..) Los desertores no serán recibidos con los brazos abiertos" en Bruselas.

Otro tema que preocupa a los británicos es lo que sucederá con sus derechos en el resto de Europa si esta "independencia" se produjera. Muchísimos habitantes de las islas se encuentran viviendo en otros países del bloque, casi un millón de ellos en España. Las dudas de estas personas van, en su mayoría, en la misma dirección: ¿Cómo cambiará la cobertura sanitaria? ¿Necesitarán un permiso adicional para vivir en otro país? ¿Deberán cambiar de nacionalidad para trabajar o pedir un permiso especial? "Uno de los aspectos más importantes de las negociaciones de salida sería determinar los derechos de los cerca de dos millones de ciudadanos británicos que viven en otros Estados miembros", señaló recientemente un comité del parlamento británico. "Sería una tarea compleja y abrumadora".

Si embargo, pese a los catastróficos pronósticos que esgrimen los defensores de la permanencia, un sector del Reino Unido sigue expectante el desarrollo de los acontecimientos. Escocia, cuyo propio referéndum de independencia del Reino Unido fracasó en 2014, puede llegar a verse impulsada a una nueva cita electoral si el Brexit se convierte en una realidad y las cosas le van bien a Gran Bretaña. En ese sentido, los defensores de una Escocia separada del poder de Inglaterra esperan que la ruptura principal se produzca, y sea el aliciente necesario para dar vuelta el resultado de hace dos años.

A pesar de tanta polémica, las tendencias de las encuestas indican que el Reino Unido permanecerá junto a la UE. Los partidarios de quedarse tienen 10 puntos de ventaja en la intención de voto, 55% a 45%, según una media de seis sondeos hecha por What UK Thinks. De todas maneras, independientemente del resultado, estos meses no quedarán en el olvido para los británicos, y pueden marcar un punto de partida para que la pregunta se plantee en otro de los 28 países que componen el bloque de la UE.

"Los desertores no serán recibidos con los brazos abiertos en Bruselas", Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea


Las razones detrás de la consulta por el Brexit

Durante la campaña de las elecciones generales de 2015, David Cameron prometió realizar un referéndum para dilucidar la permanencia en la UE, en respuesta a los reclamos continuos de varios partidos políticos, entre ellos el suyo propio. Según explica la cadena BBC, los partidos criticaban que la última vez que los británicos habían podido decidir en las urnas su permanencia había sido en 1975, donde la ruptura fracasó y se continuó formando parte del bloque.

De todas maneras, el espíritu independentista siempre ha estado a flor de piel en las islas británicas, que más allá de pertenecer a la Unión Europea desde 1973, jamás adoptaron algunos de sus elementos unificadores, como el Euro.

Las normativas comerciales y el presupuesto millonario que se destina al ser uno de los miembros del bloque también propiciaron la decisión de realizar el referéndum, al igual que la posibilidad de controlar las fronteras por su propia cuenta frente a la inmigración, uno de los principales problemas de todos los países europeos.

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