Nicolás Molina, un hombre de frontera, dialogó con El Observador en el Café Brasilero

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La ruta que lleva hacia el adiós

El músico rochense Nicolás Molina presentó El desencanto, su disco debut junto a su banda. En sus siete canciones narra la historia de una ruptura en diferentes puntos del globo
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07 de marzo de 2014 a las 20:54

Nicolás Molina vive en la frontera. La cultura del coloso brasileño se colaba desde el Chuy y se aparecía en su televisor desde chico. Allí el idioma se impone y la costumbre hace que ciertos términos del portugués se utilicen más que el español. Molina tiene a Brasil al lado. Sin embargo, la frontera que más le interesa es una más al norte: la amalgama cultural que se forja entre México y Estados Unidos.

Esa inquietud se puede notar en El desencanto, el disco debut de su grupo, Molina y los Cósmicos. Pero esta es apenas la primera parte de un trabajo más global.

Desde 2009, Molina estuvo “moviéndose bastante”. Luego de vivir en Montevideo durante cinco años –estudió diseño de sonido, trabajó en Sondor y en radio–, se fue a trabajar a

España de la mano de una banda amiga. Volvió dejando atrás un corazón roto y con él la primera inspiración para El desencanto.

“Cuando quise acordar tenía 12 canciones. Unas que hablaban de una ruptura y las otras hablaban de cosas que pasaron en fronteras. Tanto en El Paso, Texas, como en el Chuy”, contó Molina a El Observador. Al tratarse de temas tan diferentes decidió separarlos. El primero ya suena en El desencanto, mientras que el segundo aparecerá en un próximo disco que se titulará El folk de la frontera.

Para ese entonces, Molina ya se estaba presentando en vivo con una banda a la que llamó Los Seres Cósmicos. Pero para la edición del disco decidió renombrarla. “Molina es el apellido típico de Castillos. Cuando iba al liceo de 20 alumnos, cinco éramos Molina. Era como elegir el nombre menos cool que había”, dijo entre risas. Por otro lado, Los Cósmicos hace referencia a El Cósmico, una localidad de Marfa, Texas, que el músico visitó durante un viaje de costa a costa por Estados Unidos. “Es un lugar donde a la gente le sale el folk por los poros”, explicó.

El desencanto tiene mucho de frontera y de viaje, además de ser su tema fundamental. A lo largo de los siete temas del disco y con una mezcla de folk y pop, Molina lleva al escucha por carreteras polvorientas y calurosas, por aeropuertos anónimos, por caminos en donde el sol de Rocha encandila. Y vuelve al escucha espectador accidental del momento en que dos personas deciden seguir sus propios rumbos.

Dentro de cada canción también hay referencias ocultas de su viaje. El tema que abre el disco, Gallos de Kentucky, lleva un aire cosmopolita: la guitarra del músico andaluz Andrés “El Pájaro” Herrera –“uno de los mejores guitarristas españoles”, según Molina– le otorga a la canción un dramatismo wéstern, mientras que la melodía la sostienen Amalie Vilslev y Olivia Døgg Fríðfinsdóttir, dos turistas danesas que Molina encontró por casualidad en Punta del Diablo. Allí escribió esta canción “en cinco minutos” para grabar sus voces. “Esa canción salió de una manera muy bizarra”, concluyó Molina.

El viaje sigue. Al final de La eterna maldición de las flores del campo, aparece un canto de la tribu yagua del Amazonas, que el músico grabó durante un viaje, mientras que Landing park se trata de una versión de Willoughby, banda del estadounidense Gus Seyffert, bajista de The Black Keys.

Para cerrar el círculo, Molina grabó junto a su banda –Martín Méndez, Sebastián Arruti, Emma Ralph y Schubert Rodríguez–, excompañeros del grupo y a un coro de niños de la escuela de Castillos, para darle toques rochenses al disco.

Los rumbos del video
En el camino del sol (ver arriba) fue la canción que dio a conocer el proyecto, no solo por estos pagos, sino principalmente en Estados Unidos.

El video de esta canción es una referencia indirecta a Forrest Gump, una de las películas preferidas del músico. La idea surgió de la propia experiencia de Molina, corriendo por las calles de Aguas Dulces –donde actualmente vive. “Mientras corría escuché la canción y dije ‘chau, tengo que hacer el video corriendo con mis amigos’”.

El fotógrafo argentino Edgardo Kevorkian, quien retrata a artistas de la talla de Indio Solari y Andrés Calamaro, fue el responsable de realizar el audiovisual. Lo produjeron en un fin de semana, de manera totalmente improvisada y recorriendo diferentes puntos de Rocha.

Mientras que los uruguayos pudieron conocer el video a través de Tiranos Temblad, los norteamericanos llegaron a él a través del sitio Remezcla, dedicado a cubrir la cultura latina. “Después de que publicaron la nota las vistas empezaron a subir. También teníamos una versión de la canción en Bandcamp y nos empezaron a caer donaciones de US$ 1. Todo de Estados Unidos”, contó Molina.

La canción siguió su rumbo, haciéndose lugar en las ondas de la radio KEXP, referente de la música independiente, y que luego hizo eco en otras emisoras más. “El video fue el puntapié para todo”, concluyó.

Este mes el camino lo traerá a Montevideo, ya que el jueves 20 se presentará junto a su banda en Paullier & Guaná, abriendo para Santiago Tavella.

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