Nunca antes estuvimos tan cerca de un acuerdo definitivo", escribió y con signos de exclamación el presidente colombiano Juan Manuel Santos ayer en twitter. Su emoción radica en que su gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia alcanzaron un inédito pacto sobre las víctimas del conflicto, lo que despeja los obstáculos de cara a una paz duradera.
El asunto de la reparación o no de los afectados era el principal escollo en las conversaciones que comenzaron en 2012 y por eso el presidente lo celebró como el mayor logro, luego de tres años de diálogos entre las dos partes que buscan sellar la paz tras más de 50 años, 220.000 muertos y seis millones de desplazados.
De acuerdo con la declaración conjunta leída ayer en La Habana, se creará el "sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición" de violencia. Los responsables de delitos de lesa humanidad serán juzgados bajo un sistema jurídico especial que se creará como parte del proceso de paz y que incluye penas alternativas de reclusión.
Los excombatientes que no estén implicados en delitos atroces como secuestro, violencia sexual y ejecuciones fuera de combate (y sí por levantarse en armas contra el Estado) serán amnistiados.
Los derechos de las víctimas se podrán satisfacer mediante la combinación de mecanismos judiciales y extrajudiciales, la rendición de cuentas con el establecimiento de responsabilidad de todos los participantes en el
conflicto, la no repetición para afianzar el fin de la guerra, y un enfoque territorial y de género en favor de grupos sociales como la infancia, mujeres y colectivos más humildes y vulnerables.
"Los colombianos tenemos una muy buena noticia para el mundo. No es retórica decir que el anuncio del acuerdo sobre el reconocimiento de los derechos de las víctimas pronostica el posible fin del conflicto y el advenimiento de una paz firme", celebró Humberto De La Calle, exvicepresidente colombiano, presidente de la delegación negociadora de su gobierno.
Las FARC y el gobierno se comprometieron a firmar la paz de forma definitiva antes del 23 de marzo de 2016, tras un histórico apretón de manos en Cuba entre el presidente Santos y el comandante máximo de la guerrilla, Timoleón Jiménez, el 23 de setiembre.Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno consideraban el pacto sobre víctimas el más complicado de la negociación, por lo que su suscripción encamina los diálogos hacia un desenlace satisfactorio.
En total, las partes ya se pusieron de acuerdo en cuatro de los seis puntos que pactaron. Antes ya habían convenido fórmulas para atender los problemas agrario -origen del conflicto-, y el del cultivo y tráfico de drogas ilegales, además de convenir la participación en política de las FARC una vez depongan las armas.
Restan entonces por definir el fin del enfrentamiento -que incluye el desarme de las FARC- y la implementación y refrendación de los pactos de La Habana.
Sin rencor
Después del anuncio oficial, el jefe negociador de las FARC, Iván Márquez, aseguró que los guerrilleros no tienen interés en "aplaudir la entrada en la cárcel" de sus adversarios en el conflicto, sino que prefieren trabajar con ellos en la construcción de la paz en Colombia.
"La justicia restaurativa será la mejor fórmula para alcanzar la recuperación de la moral social, de depurar las costumbres políticas y sembrar la posibilidad de un bienestar general" en el país, agregó Márquez.