Entre los múltiples males que aquejan a la educación pública se ha constatado que los liceos más necesitados de asistencia por el entorno en que funcionan son los que reciben profesores menos capacitados por falta de experiencia. Bajo el inadecuado sistema actual de ascensos por antigüedad y no por concurso, los profesores en los grados más altos eligen los centros de estudios en los barrios menos complejos, como Carrasco, Malvín y otros igualmente cómodos de la capital. Esto asigna a los liceos en zonas periféricas más complejas, como Casavalle, Casabó, Cerro Norte y otras, a los docentes más novatos, que ocupan grados más bajos.
En muchos casos estos profesores no son necesariamente inferiores en competencia educativa. Pero su menor experiencia es un obvio obstáculo para actuar con eficiencia en sectores sociales problemáticos, donde abunda la despreocupación por el estudio, tanto de los propios jóvenes como en sus familias. Son entornos que requieren una atención especial, que se torna más difícil para docentes ingresados a la profesión hace menos tiempo. La situación quedó en evidencia por información suministrada por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) a solicitud de El Observador.
De los 75 liceos que existen en Montevideo, los 15 con mayor proporción de profesores grado uno, que son los ingresados hace menos de cuatro años, están ubicados en zonas periféricas. Los datos de ANEP revelaron también que los 28.628 cargos disponibles han sido cubiertos por unos 18 mil docentes. Las cifras indican que hay alto número de profesores que ocupan más de un cargo, contradiciendo la meta de tener en cada liceo profesores de tiempo completo, una de las muchas reformas programadas desde hace una década y que han quedado por el camino de la inacción oficial. Además de esta carencia, sigue estancado en el fracaso el compromiso de todos los candidatos en la campaña para la elección presidencial de que los profesores mejor formados trabajen en los liceos con resultados peores.
Incluso el presidente Tabaré Vázquez había propuesto asignar pagos adicionales a los docentes más capacitados que eligieran trabajar en zonas críticas. El proyecto de Vázquez ha sido rechazado por la Federación Nacional de Profesores (Fenapes), con el frágil argumento de que pagar salarios mejores a los educadores más competentes que vayan a liceos complicados es una iniciativa “estigmatizante”. Pero la verdadera estigmatización es retacearle a los alumnos de esos centros la oportunidad de ser formados por los mejores profesores disponibles, lo que vulnera el objetivo de asegurar que todos los jóvenes tengan mayor igualdad de oportunidades en su formación educativa.
La situación que plantea el mal sistema actual de ascenso por antigüedad y no por concurso, así como el de elección de horas y lugares de trabajo, son dos claudicaciones que es necesario corregir. Mientras persistan, será más notoria la diferencia con el funcionamiento ejemplar del Jubilar y los demás liceos privados pero gratuitos que funcionan en zonas marginales. Sus exitosos resultados, tanto académicos como en integración familiar y otros aspectos del desarrollo juvenil, siguen siendo ignorados por la estancada dirigencia de la enseñanza pública pese a que indican la forma en que debe encararse la formación secundaria para evitar la degradación de persistentes desigualdades sociales.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá