El abogado José Eduardo Cardozo, que defiende a la presidenta brasileña,
Dilma Rousseff, en el juicio que la puede desalojar del poder, dijo ayer que la mandataria "es víctima de una elite política y económica".
Cardozo declaró ante el pleno del Senado durante la audiencia previa a la votación de destitución y volvió a rechazar todos los cargos, que calificó de "meros pretextos" para "desalojar a una persona honesta que incomoda a la elite" política y económica del país.
En un encendido discurso, Cardozo sostuvo que las acusaciones "son tan técnicas, tan sofisticadas y tan confusas, que la enorme mayoría de los brasileños no entiende de qué la acusan", y apuntó que Rousseff es "víctima de una conspiración" que comenzó en octubre de 2014, cuando fue reelegida para un segundo mandato.
"Fue acusada porque ganó una elección afrontando los intereses de aquellos poderosos que querían cambiar el rumbo de
Brasil" y porque "facilitó las investigaciones sobre corrupción", afirmó el abogado.
Según Cardozo, los "derrotados de 2014 se confabularon" con los sectores económicos y entonces "decidieron destituir" a "una mujer incómoda" construyendo "la tesis de unas irregularidades que no son, que no existen y que no han sido probadas".
Así como hizo la propia Rousseff este lunes, cuando compareció personalmente para presentar sus alegatos, Cardozo afirmó que el país estará frente a un "golpe de Estado" si la mandataria fuera finalmente destituida. "Los golpes no se hacen más con armas. Como ya no se puede llamar a los tanques, entonces se usan pretextos jurídicos, irrelevantes", para "desalojar a los presidentes elegidos en las urnas", manifestó.
Cardozo concluyó con emoción su alegato y dijo: "Pido a Dios que, si Dilma es condenada, un nuevo ministro de Justicia tenga la dignidad de pedirle disculpas a ella, si estuviera viva, o a su hija y nietos, si muerta. Que la historia absuelva a Dilma Rousseff si sus excelencias deciden condenarla".
Las mosqueteras de Dilma
En la primera línea del Senado, las senadoras Gleisi Hoffmann, Vanessa Grazziotin, Fátima Bezerra y Katia Abreu han actuado como las mosqueteras de Rousseff en una Cámara alta hostil a la mandataria, suspendida de sus funciones desde el pasado 12 de mayo.
En un Senado dominado por hombres, las legisladoras han insistido hasta la saciedad en la inocencia de Rousseff y han rebatido durante más de cuatro meses, desde que el proceso pasó a la Cámara alta, los argumentos proferidos por los acusadores de la mandataria suspendida.
Con la Constitución en una mano y el reglamento del Senado en la otra, las legisladoras han recurrido sin cesar a la famosa "qestão de ordem" (cuestión de orden), una frase usada por los parlamentarios para suscitar dudas sobre la interpretación o aplicación del régimen aplicado en un caso concreto.
Ayer, con el juicio final a un paso de su conclusión, las legisladoras continuaban sin tirar la toalla intentando revertir el resultado del proceso de destitución tiene un final cantado.