Los Latin-Oscars

Esta vez fue conducida por Neil Patrick Harris, una verdadera desilusión para su familia, dado que de chico era médico y prefirió ser actor. Es algo así como el Bananita González del primer mundo. No dude que en cualquier momento lo vea en el Teatro de Verano.

Por un momento pareció que la ceremonia se les estaba yendo de las manos a los muchachos de Hollywood, cuando Patricia Arquette aprovechó el discurso de agradecimiento por su Oscar a mejor actriz de reparto para reivindicar la igualdad de género, actitud que a los organizadores nunca les gusta. Ya prohibieron hablar de política y, para el año que viene, seguramente tampoco permitan bravatas feministas. De todos modos ese tipo de cosas vienen bien para que nos enteremos que en el país del norte no todo es tan lindo como dicen ni todos son tratados como iguales.

Pero el mayor problema fue que por segunda vez el premio al mejor director se lo llevó un mexicano. De hecho, hubo varios hispanos entre los ganadores y eso no le conviene a la organización del evento. Los estadounidenses no van a pagar para ver una fiesta armada por ellos, en la que los espaldas mojadas les birlan los mejores premios.

Así que en cualquier momento se vienen los Latin Oscar. Ya lo hicieron con los Grammy: cuando los hispanos empezaron a quedarse con más estatuitas que los estadounidenses, apareció el Grammy Latino para que no jorobaran más. Ahora aparecen dos mexicanos que se llevan el Oscar al mejor director, uno atrás del otro.