El canciller brasileño, José Serra, el presidente de Brasil, Michel Temer, y el presidente Tabaré Vázquez, durante su reciente encuentro en Nueva York <br>

Opinión > ANÁLISIS

Los nuevos vecinos

Vázquez encuentra puentes entre socios regionales pero recelo en la interna
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02 de octubre de 2016 a las 05:00
De pasar a discutir sobre puentes cortados, a dialogar sobre construir un nuevo puente.

El cambio es fuerte.

Los países del Plata han vuelto a una época de entendimiento que contrasta con lo que se dio en los años anteriores, pese a que antes había un lazo de simpatías ideológicas.

Algo similar ocurre en la relación con Brasil.

En tiempos diferentes, pero con el efecto parecido al de un plumazo, los vecinos de Uruguay cambiaron drásticamente.

El "barrio" es otro.

En realidad es como que uno está en la misma casa de siempre, pero los vecinos de los dos costados se mudaron y llegaron otros. No sólo eso, es como que cambió toda la cuadra.

¿Cómo lo vive el Uruguay?

¿Eso lo beneficia o lo perjudica?

La izquierda uruguaya experimenta reacciones alérgicas ante los gobiernos "de la derecha" de Argentina, Brasil y Paraguay, pero al mismo tiempo, el presidente del Uruguay y líder de la izquierda en las últimas décadas, siente que ahora sí tiene buenas oportunidades para mejorar en comercio intra zona, apertura al mundo, coordinación de obras regionales, y avanzar en planes concretos, como puede ser la energía.

Ahora sí podrán aprobarse inversiones en logística para puertos del litoral, que estuvieron trancadas por la Argentina kirchnerista.

Ahora sí podrán comprarse excedentes de energía al Paraguay a través de la red argentina, lo que el kirchnerismo impedía.

Ahora sí podrán explorarse acuerdos con países de extra zona.

Ahora sí podrá plantarse el Mercosur ante la Unión Europea con una voluntad negociadora en procura de un acuerdo, que no será fácil, ni muy probable, pero que al menos se pondrá sobre la mesa.

Lo que no se podía hacer con los progresistas del PT de Brasil, el Frente para la Victoria argentino, o el movimiento popular guaraní, ahora sí se puede.

Esta semana volvió a hablarse sobre la posibilidad de que se construya un nuevo puente entre Argentina y Uruguay, que ya tienen tres vías de pasaje terrestre por Salto, Paysandú y Río Negro.

Y en la misma semana, el presidente Vázquez ha logrado avances finales sobre el texto de acuerdo con Chile de complementos al libre comercio entre ambos países, que se firmará la próxima semana.

Ese acuerdo, más los que busca hacer después con los otros dos países del tratado del Pacífico, también son posibles porque "los vecinos" han cambiado.

Vázquez escuchó del propio Temer que habrá disposición a flexibilizar la unión aduanera para habilitar negociaciones extra zona.

Pero esto pasa en la misma semana en la que el diario español El Mundo publicó una entrevista al senador José Mujica en la que volvió a despacharse contra los nuevos gobiernos de Argentina y Brasil, a los que califica de "repúblicas bananeras".

No hubo explicación del motivo de esa calificación sino que fue una breve respuesta en la que se le coló un insulto y una duda sobre cómo saldrán de sus crisis.

Pero lo dijo.

Y Mujica es muy escuchado en una franja grande del oficialismo, que conforma una mayoría interna poderosa, y que ahora está en estado de alerta ante el anuncio de Vázquez de que promoverá acuerdos comerciales y que esperará que el Parlamento se pronuncie. Eso no tendría nada llamativo si no fuera que dicho así, implica que no se dará vista previa al Frente Amplio.

Vázquez tiene claro que si lo hace, el Plenario de la coalición le pone una barrera para que siga con esa estrategia.

El presidente podría ir a un camino del medio. Eso sería de negociar en mesa chica antes, para luego esperar la luz verde oficial, que sería formal si hubiera un acuerdo entre líderes frentistas.

Pero eso exigiría que Tabaré Vázquez consultara a Mujica, y que negociara con él.

Eso no está en el horizonte.

Vázquez no se hizo hincha del Pro de Mauricio Macri, ni del PMDB de Michel Temer, ni del coloradismo de Horacio Cartes. Pero se entiende mejor con ellos que con sus antecesores.

Le son funcionales a su estrategia.

El caso es que a la mayoría del Frente ni le agradan los nuevos vecinos, ni le gusta el plan estratégico de Vázquez para inserción comercial.

No sólo eso lleva al estado de alerta. La mudanza de vecinos inquieta por el temor a un efecto contagio que se replique en todos los países, y de que alguna manera llegue al Uruguay.

De las políticas económicas, la fiscal ha hecho lo suyo con el ajuste votado en la ley presupuestal (aunque resta el impuesto a jubilados militares y la reforma a la caja castrense), la monetaria se mantiene contractiva para contener la inflación, y la cambiaria está sujeta a la anterior.

Las baterías de Vázquez se concentran en la política comercial. Los nuevos vecinos están con voluntad de ayudarle.

El problema ya no está en el barrio sino adentro de la casa: son problemas de familia.
Y Vázquez pretende hacer valer su condición de patriarca.

Podrá haber diálogo, pero no pedido de bendición porque está dispuesto a jugarse por su plan de inserción comercial.

El obstáculo ahora no está en los vecinos, pero sí dentro de una familia en la que sus componentes se miran de reojo y con recelo.

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