Mauricio Macri ha reconocido que su candidato no ganaría en primera vuelta

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Macri se juega gran parte de sus aspiraciones en elección porteña

Rodríguez Larreta, el candidato del Pro, no logrará la mayoría para ganar en primera vuelta
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04 de julio de 2015 a las 05:00
Dos millones y medio de porteños concurrirán a las urnas mañana para elegir a su próximo jefe de gobierno. Y si bien los protagonistas de la puja electoral serán Horacio Rodríguez Larreta –del Pro, actualmente en el poder– y Martín Lousteau –del centro izquierdista ECO–, habrá otra figura política que tendrá el protagonismo mayor.

Se trata de Mauricio Macri, líder del Pro, que se estará jugando el futuro de su carrera política. Un mal resultado en esta elección porteña podría provocar un daño irreparable en su candidatura presidencial.

Por lo pronto, lo que parece una realidad asumida por todo el mundo es que una segunda vuelta en la ciudad será inevitable.

El propio Macri –y también Rodríguez Larreta– se han mostrado calmadamente resignados a esa situación, al afirmar que el exigente nivel de la mitad más uno de los votos que exige el régimen electoral porteño resulta casi imposible de cumplir.

Las encuestas de intención de voto coinciden en que mañana no será la última vez en el año en la que los porteños elijan gobernante. Afirman que Larreta no logrará sumar más del 50% de los votos que necesita para ganar cómodo.

Por el contrario, los sondeos que lo ubicaban mejor posicionados le daban un 46% del electorado.

Pero, más allá de los números, lo que Macri debe estar teniendo en cuenta es su propia experiencia personal en las elecciones porteñas. En las dos ocasiones en que fue electo jefe de gobierno, debió disputar una segunda vuelta.

El fantasma de la derrota

Y aunque Macri y Rodríguez Larreta acepten que habrá segunda vuelta, lo que no admiten, claro, es la posibilidad de perder en esa instancia.

Sin embargo, es una eventualidad que está generando expectativa en el ámbito político, por la posibilidad de que los votantes kirchneristas de Mariano Recalde terminen apoyando a Lousteau, pensando justamente en un voto estratégico que dañe la posición de Macri en la carrera presidencial.

Los sondeos muestran que el candidato del kirchnerismo no lograría terciar la disputa, pero que llegaría a un caudal de votos suficiente como para poder influir en el resultado final.

Y el propio Macri sabe que existe la posibilidad de que el ganador de la primera vuelta sea el perdedor de la segunda. A fin de cuentas, le ocurrió a él mismo en 2003, cuando el binomio que armó con Rodríguez Larreta salió victorioso en la primera instancia pero luego cayó frente a Aníbal Ibarra en el balotaje.

La pesadilla de perder "de local"

Lo cierto es que, para Macri, la posibilidad de que su candidato pierda en Buenos Aires es una auténtica pesadilla.

Aún no cicatrizó la herida de Santa Fe donde, luego de exhibir la victoria de las primarias, el Pro no logró hacer pie en las generales con su candidato, Miguel Del Sel.

Sirve de consuelo –y de justificativo– que allí "jugaban de visitante" y que el escrutinio estuvo plagado de dudas.

Pero la ciudad de Buenos Aires es otra cosa: es el lugar desde donde el Pro cimentó su imagen de "retador" contra el peronismo, es la base desde la cual mostrar "gestión", es el lugar de residencia de la mayor parte de su militancia. Y es el único distrito con el que cuenta Macri, de ser presidente, para tener un gobierno "puro" del Pro.

En otras palabras: en la Capital, Macri juega de local. Y una derrota en ese campo significaría una seria duda sobre su capacidad de ganar a nivel nacional.

"Para Macri el escenario ideal es ganar en primera vuelta, el balotaje sería una situación intermedia y perder significaría una catástrofe", afirma el politólogo Jorge Giacobbe.

Concretamente, una derrota en Buenos Aires puede traer las inevitables fisuras internas, en las cuales emergerán las críticas a Macri por no haber dado su aval a Gabriela Michetti, una figura carismática pero que se quedó sin el apoyo partidario.

Pero, sobre todo, se vería en la obligación de dar un "volantazo" en su estrategia de campaña.

"Lo que puede pasar es que quede dañado su liderazgo y que, sin el desarrollo en la ciudad, el Pro pierda consistencia y visibilidad", apunta el politólogo Sergio Berensztein.

Más contundente es Artemio López, el encuestador y politólogo más explícitamente afín al kirchnerismo. Desde su punto de vista, "Macri profundizaría la crisis que ya viene atravesando".

"Lo que va a pasar en Capital Federal corrobora que el Pro no puede salir de la avenida General Paz. Veremos cómo resulta, pero aunque le vaya bien no aporta ninguna novedad ganar en esa fuerza distrital", sentencia López.

Los beneficiados indirectos

Habrá otros, además del líder del Pro, que también estarán viviendo como propia la elección de Capital. Son los rivales de Macri en la carrera presidencial: Daniel Scioli y Sergio Massa.

Y es que si Rodríguez Larreta pierde y la imagen del Pro deja atrás su impronta exitista, puede empezar a ocurrir una fuga de votos, que otros querrán capitalizar con vistas a las primarias nacionales de agosto. La gran pregunta que se harán los candidatos será quién se beneficiará con esa situación. Para los analistas, el candidato natural a capitalizar un revés de Macri sería el peronista opositor Sergio Massa, dado que el votante macrista tiene un fuerte perfil anti-K.

Sin embargo, también advierten que un despegue fuerte de Scioli en las encuestas podría sumar votos indecisos que suelen volcarse por el postulante que aparece como ganador seguro.

En ese hipotético contexto de un Macri golpeado que deba redefinir su estrategia, los analistas consideran posible que haya un cambio en la política de alianzas del Pro. Por más que las listas de candidatos ya estén registradas, podría haber una promesa de mayor protagonismo para los aliados de la UCR y el Frente Cívico, a modo de concesión para amortiguar la caída.

Implicaría un cambio rotundo en la estrategia "purista" que viene llevando a cabo el Pro.

La política puede tener vueltas crueles. Y el mismo candidato que hasta ahora usufructuó una actitud de autosuficiencia, ahora puede encontrarse con un escenario que lo muestre demasiado rezagado ante el imponente aparato kirchnerista.

Es probable que nunca una elección porteña haya tenido la posibilidad de influir tanto a nivel nacional. La historia empezará a develarse con el escrutinio de mañana: ganará el Pro, pero puede ser una victoria con gusto agridulce.

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