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Mayoría de juicios los ganan las empleadas domésticas

Están mejor asesoradas y han ganado todos los juicios entablados desde que se reconocen sus derechos laborales hasta ahora
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17 de agosto de 2013 a las 19:09

El consultorio jurídico de Juan Ceretta está abierto todos los viernes en la sede del Pit-Cnt. En dos horas recibe a seis mujeres, todas empleadas domésticas, que van a quejarse porque consideran que sus patrones incumplen alguno de sus derechos. Cinco de los seis casos terminan en un reclamo ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).

Desde agosto de 2011, cuando se instaló el consultorio que asesora a las domésticas en forma gratuita por un convenio entre la Facultad de Derecho y el Banco de Previsión Social (BPS), Ceretta envió al MTSS más de 140 reclamos solicitando instancias de conciliación. El abogado informó a El Observador que en 80 % de los casos se llegó a un acuerdo económico. En el otro 20% se procedió a juicio, y en todos aquellos en los que ha habido sentencia, resultaron beneficiadas las trabajadoras por hasta $ 500.000.

Es que, al contrario de lo que ocurre en otros rubros, en el trabajo doméstico son las empleadas las que tienen todas las de ganar. Esto se debe, en parte, a que aún persiste la informalidad en el rubro y si bien muchas veces es una decisión conjunta entre ambas partes, la responsabilidad siempre recae en los empleadores. Se estima que 45% de las 110.000 domésticas en Uruguay están inscriptas en el Banco de Previsión Social (BPS).

Pero, además, las empleadoras no integran una cámara empresarial, de modo que no hay abogados referentes que dominen el tema. Según Ceretta, suelen recurrir a sus contactos (familiares, amigos, conocidos) para que les “den una mano”, pero estos están en desventaja respecto a los abogados de las empleadas, que siempre son los mismos y se han especializado en la normativa.

La explicación que subyace es que en la parte empleadora aún reina el desconocimiento. A Ceretta todavía le sorprende que los patrones vayan a las audiencias de conciliación sin los recibos de sueldo de sus empleadas por no saber que esto es una obligación. Lo mismo sucede con otros derechos de las empleadas, consagrados en la Ley de Trabajo Doméstico aprobada en 2008 (ver recuadro). Por ejemplo, es habitual que inmediatamente después de una inspección del MTSS, las empleadoras despidan a sus empleadas como represalia por haberlas denunciado. En esos casos es sencillo demostrar que hubo un “despido abusivo”, ya que no tienen el recaudo de esperar unos días para echarlas. “El patrón tiene tanta inexperiencia que comete los errores más groseros”, consideró Ceretta.

Del otro lado del mostrador está el abogado Hugo Barone. Él atiende otro consultorio jurídico gratuito que funciona en la sede de la Liga de Amas de Casa y en el que asesora a las empleadoras. A diferencia del consultorio de las empleadas, allí no se ofrece patrocinio. Barone atiende dos días a la semana y recibe unas 10 consultas que habitualmente refieren a temas tributarios y liquidación de haberes.

Los planteos de las empleadoras nunca derivan en un reclamo al MTSS porque todas las situaciones que quieran denunciar están previstas en la normativa. Si la patrona se queja, por ejemplo, de que la empleada falta más de lo que va, Barone le explica que tiene potestad disciplinaria y que puede sancionarla por eso, siempre y cuando se trate de una relación laboral formalizada ante el BPS.

En ese sentido, Barone dijo a El Observador que su consultorio jurídico tiene el cometido de reducir las “grandes vulnerabilidades de información” que tiene la parte empleadora. “Al empleador le cuesta comprender que las trabajadoras domésticas son trabajadoras como otras”, advirtió.

Algunos de los reclamos que recibe Ceretta son derivados al Sindicato Único de Trabajadores Domésticos. Son aquellos que, de acuerdo al criterio del abogado, tienen mayor interés colectivo por la “gravedad” que revisten: trabajadoras que no cobran el salario mínimo, que no gozan de su día de descanso, que trabajan todo el día sin interrupción. Generalmente en estos casos el sindicato solicita a la Inspección General del Trabajo del MTSS que realice inspecciones urgentes. Graciela Espinosa, presidenta del gremio, dijo a El Observador que algunas semanas llegan a solicitar hasta cuatro inspecciones.

Los motivos varían de acuerdo a “modas”, según Espinosa. “Ahora hay más casos de acoso laboral: mujeres que son humilladas hasta la medicación, que vienen al borde de la internación psiquiátrica. Las insultan, les dicen que no sirven para nada. Los gurises chicos les dicen ‘sos la sirvienta de la casa, mi madre te paga para que me banques’”, relató.

En lo que va del año llegaron alrededor de 20 casos de esos al sindicato. Sin embargo, demostrar una situación de acoso laboral es prácticamente imposible. “La ley te dice que hay que tener testigos, pero nosotras trabajamos de la puerta para adentro, y no los podemos filmar ni grabar porque la casa es un ámbito privado”, explicó la sindicalista.

La organización feminista Cotidiano Mujer, que tiene entre sus líneas de trabajo la protección de las empleadas domésticas –y en particular, las extranjeras– también solicita inspecciones al ministerio. Fue justamente por iniciativa de este colectivo que el 2 de agosto de 2012, por primera vez en la historia del país y de la región, se ingresó con una orden judicial a la residencia de una familia denunciada por explotación laboral de cuatro empleadas domésticas. El caso de las bolivianas de Carrasco marcó un hito en el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras y generó un aumento de las denuncias por incumplimiento.

Hace 15 días Cotidiano Mujer emitió un comunicado en el que informa que en el marco de un juicio laboral iniciado en contra de la familia empleadora, dos de las bolivianas fueron resarcidas “por las horas extras no pagadas y el daño moral generado en virtud de las condiciones de trabajo a las que eran sometidas”. La organización advierte que aún está en curso la instancia penal.

Además de dar respuesta a las denuncias, desde 2010 la Inspección General también actúa de oficio. Andrés Roballo, titular de esa oficina, dijo a El Observador que las inspecciones “han aumentado notablemente”, lo cual “ha incidido en una mayor formalización”. Las multas van de uno a 150 jornales por trabajador involucrado (pasados a UR) dependiendo de la gravedad de la infracción.

Empleadas extranjeras

El caso de Carrasco también puso en el foco a las mujeres extranjeras, muchas veces bolivianas y peruanas pero también brasileñas o paraguayas, que vienen a trabajar de domésticas a Uruguay. El sindicato de empleadas aprovechó para invitarlas a unirse, y desde entonces se han acercado unas 40 trabajadoras.

Espinosa reconoce que las extranjeras representan apenas el 1% de las domésticas. Sin embargo, está convencida de que las patronas las prefieren antes que a las uruguayas y asegura que últimamente ha sabido de “muchos casos” en los que han echado a trabajadoras uruguayas para contratar extranjeras. Esta es otra de las “modas” que se ha impuesto, según la sindicalista.

Hace más de tres años se reúne en Cotidiano Mujer un grupo de mujeres migrantes que se dedican al trabajo doméstico. Habitualmente asisten unas 40, pero han pasado por allí más de 100. “Cuando arrancamos no estaban ni siquiera regularizadas a nivel migratorio. Como la mayoría proviene de la región, habían viajado con su cédula de identidad y nada más. Hubo un avance en ese sentido, y luego empezaron a pedir a sus empleadoras que las regularizaran”, contó a El Observador Valeria España, coordinadora del grupo. Al principio sufrían la reacción de sus jefas: “Si me seguís exigiendo te voy a despedir”, amenazaban. Ahora casi todas están registradas en el BPS.

La mayoría de las migrantes trabajan “sin retiro”, es decir, con cama. Si las empleadoras las prefieren extranjeras, quizás sea porque conocen menos de sus derechos que las uruguayas, dijo España. También es probable que sea más sencillo contratarlas porque no tienen familia ni redes sociales en el país. Tienen la ventaja de acceder a vivienda y comida, pero si las despiden pierden absolutamente todo y quedan en la calle. “A veces no tienen plata ni para volver a sus hogares”, contó el abogado Ceretta.

En el consultorio jurídico que funciona en el Pit-Cnt no solo se evacúan las dudas legales. También hay un equipo de asistentes sociales que atiende a las domésticas porque a menudo sus planteos desnudan realidades más complejas que ameritan otra intervención. Esta semana también empezó a implementarse un convenio con antropólogos de la Facultad de Humanidades para trabajar específicamente con las extranjeras. España, de Cotidiano Mujer, sostuvo que si bien no están llegando en “hordas”, las migrantes vienen en aumento sostenido porque Uruguay les resulta atractivo. Considera que se precisa una “política de apertura” hacia ellas.

Premio a la asistencia

La Liga de Amas de Casa representa a la parte empleadora en los Consejos de Salarios que se instalaron en 2008. Los convenios firmados desde entonces implicaron un aumento del 98% del salario de las empleadas. Mabel Lorenzo, presidenta de la asociación, dijo a El Observador que por ese motivo ha recibido “más de un tirón de orejas” de sus representadas. “Pero era un sector muy sumergido y había que equiparar”, argumenta Lorenzo.

En el último Consejo de Salarios se acordó que las domésticas reciban una prima por presentismo, representada en un aumento del 25% de su aguinaldo. Las empleadoras deben manifestar por escrito al BPS si las empleadas no cumplen con la “asistencia perfecta”, y en ese caso no se les adjudica el aumento. Esto empezó a regir para el medio aguinaldo de junio, por lo que aún no se ha evaluado. Asistencia perfecta implica no faltar ni una vez, exceptuando las certificaciones por enfermedad.

Para el año que viene empleadoras y empleadas acordaron elaborar un contrato base de trabajo que especifique las tareas a realizar y la remuneración a percibir. Consideran que esto evitará abusos de ambas partes. A su vez, se definirán categorías de trabajo, ya que en muchos casos las trabajadoras también cuidan niños o adultos mayores.

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