Tenga la cara que tenga, los enemigos que enfrente o el color de pelo de la tía May, no hay vuelta: Spider-Man es uno de los héroes más importantes, complejos y populares del cómic, la televisión y el cine. Sin ir más lejos, en lo que va del siglo XXI ya hemos tenido cuatro versiones del personaje, tres actores diferentes, ocho películas en solitario y otras tres con los Avengers. Bastante para un adolescente con problemas de timidez y con pocas perspectivas laborales reales.
Como esta sección de El Observador es particularmente fanática de las andanzas del arácnido en el cine, para festejar la vuelta del personaje en Spider-man: Lejos de casa –que está actualmente en cartelera– decidimos elaborar un ranking con todas las películas de Parker estrenadas hasta la fecha. Queda por fuera la última, para que usted decida donde colocarla.
El final de la etapa de Andrew Garfield como Spider-Man es abrupto y bastante olvidable. Tal y como sucede con la tercera entrega de Raimi, la película se obsesiona por incluir numerosos enemigos –un nuevo Duende Verde, Electro, Rhino– y se olvida de que tiene un personaje principal que atender. El Parker de Garfield se pierde entre una ridícula historia que vira hacia conspiraciones empresariales, y deja por el camino la frescura que dio algo de esperanzas en su debut. Para colmo, Jamie Foxx como Electro es una de las peores cosas que le pasaron al cine de superhéroes reciente. Pero no todo es un desastre: la muerte de Gwen Stacy, el primer gran amor de Parker, y el posterior duelo es una de las escenas más sentidas y conmovedoras de todas las películas del arácnido. Algo es algo.
Parafraseando a Mauricio Macri, la saga de Sam Raimi venía bien pero pasaron cosas. En concreto, Sony presionó al director para que incluyera al villano Venom, que es lo que menos funciona en una historia que trata de abarcar mucho y aprieta poco, dejando gusto a poco. Aunque no es una mala película, hay más puntos flojos que firmes, y momentos bizarros como el baile de Peter Parker cuando se “pasa al lado oscuro” que se han convertido en memes y no necesariamente por lo bueno de la escena. Truncó la saga que iba a tener una cuarta parte, pero demostró que el personaje todavía tenía más para dar.
Una versión de Peter Parker más moderna, más canchera y más joven que en ese sentido funcionaba muy bien, así como en la química entre Andrew Garfield y Emma Stone como su interés romántico, Gwen Stacy. Pero todo lo demás es más endeble: la conspiración detrás de la muerte de los padres de Peter, el villano, los intentos por empezar a vender otras películas futuras del personaje y su entorno, y el esfuerzo por plegarse a la tendencia iniciada por Batman inicia de crear versiones más oscuras, sombrías y “realistas” de estos héroes.
A este Spider-Man ya lo conocíamos. Nos lo presentaron brevemente en Capitán América: Civil War y enseguida nos cayó simpático. Y por eso en el estreno de su primera película en solitario bajo la égida de Disney, todo se sintió en su lugar. Con De regreso a casa, Marvel se olvida de la historia de origenes, recupera el personaje que hasta el momento había sido propiedad de Sony y demuestra que Tom Holland tiene la personalidad suficiente como para encarnar esta versión más juvenil (y tecnológica) del héroe de Queens. Con un perfil decididamente más familiar y contenido, la historia del director Jon Watts se enmarca en el universo Avengers pero no descuida su carácter autoconclusivo. Holland saca a relucir su encanto y regala una de las pinturas más frescas y entretenidas del héroe de las telas, una versión que todavía tiene mucho para dar.
Si el que pega primero pega dos veces, la primera versión cinematográfica del Hombre Araña quedó grabada en la mente de una generación de fanáticos, apoyada por su buena calidad. El director Sam Raimi y el actor Tobey Maguire condujeron esta llegada del superhéroe al cine, y junto a la saga de los X-Men anunciaron la era dorada del cine de superhéroes. Este Peter Parker torpe, sensible y tímido, aunque no tiene mucha pinta de liceal, se presenta como un protagonista humano y trágico, y cuando se calza el traje todo es disfrutable y genial. Una aventura redonda que va del melodrama (a veces excesivo) a la acción sin temblar.
Usualmente colocada dentro de las mejores películas de superhéroes del cine, la segunda entrega de Raimi redobla la apuesta de su debut con una historia más oscura, adulta, que habla sobre el peso de la herencia y que pone al arácnido cara a cara con uno de los villanos más complejos de la franquicia: el Doctor Octopus. Plagada de escenas que siguen vigentes –los ciudadanos neoyorquinos protegiendo a Parker y cuidando el secreto de su identidad en el tren, por ejemplo–, esta segunda película se destaca por poner sobre los hombros del héroe todo el peso de sus actos anteriores, y por dar más dimensiones a la compleja vida privada de Parker.
Es tanto una preciosa historia sobre la aceptación de uno mismo y el heroísmo, como el mejor homenaje a la historia y a lo que simboliza este superhéroe, que como se dice en la película, “puede ser cualquiera de nosotros”. Y eso se hace recurriendo a una confluencia de técnicas y estilos de animación que crean un mundo que florece y explota en una bola de colores y vida frente al espectador. Los personajes son entrañables, la narrativa funciona por todos lados, y la diversión es constante y de alto nivel. Esta no solo es la mejor película sobre el Hombre Araña. Esta película ES el Hombre Araña.
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