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¿Superhéroes o supervillanos?

Si la ciencia y tecnología consiguieran darle superpoderes a las personas, ¿lo usaríamos para el bien o para el mal? ¿Y qué si es la habilidad en sí la que determina su posterior uso?
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06 de mayo de 2013 a las 11:57


Desde invisibilidad hasta una fuerza más allá de la humana, pasando por la telequinesis, una oleada de tecnologías emergentes prometen darle a la gente poderes que alguna vez pertenecieron solo a los personajes de cómics. Esto lleva a una importante pregunta: si los humanos se convierten en superhumanos, ¿terminaremos siendo superhéroes o supervillanos?

Se podría pensar que la respuesta dependerá de la moral de cada individuo. Batman usa tecnologías que mejoran las capacidades humanas para pelear contra el crimen porque detesta la injusticia, mientras que el Guasón las usa para sembrar el caos porque es un psicópata.

En la realidad, sin embargo, la mayoría de las personas poseen la capacidad para ambas cosas, el bien y el mal. Cuál ganará dependerá no solo de nuestra genética y crianza, sino también de las circunstancias en las cuales nos encontremos. A Peter Parker, un tímido y neurótico muchacho, la transformación en Spiderman le trae un profundo sentido de la responsabilidad social. Para Otto Octavius, quien alguna vez fuera un respetado científico, convertirse en el doctor Octopus deriva en su transformación en un megalómano vengativo.

Los cómics brindan historias psicológicas pop para explicar las elecciones que cada personaje toma en respuesta a la presión de ser extraordinario. Pero, ¿qué pasaría si algunos tipos de poderes llevaran de forma inherente al altruismo, mientras que otros nos hicieran más propensos a mentir, engañar, robar o matar?

Los chicos buenos vuelan


El año pasado, investigadores de la Universidad de Stanford reclutaron a 60 voluntarios para un experimento sobre cómo los superpoderes virtuales pueden influenciar las decisiones morales. En un simulador de realidad virtual inmersivo, 30 de los sujetos recibieron el poder de volar como Superman, mientras que los otros 30 viajaban como pasajeros en un helicóptero. Cada voluntario tenía la misma misión: sobrevolar una ciudad tras un terremoto en busca de un niño atrapado. El experimento estaba manipulado para que cada uno encontrara al chico en la misma cantidad de tiempo y pudiera salvar su vida.

Después de la simulación, un investigador entrevistaba a cada uno de los sujetos. Mientras conversaban, el investigador "accidentalmente" tiraba una lata llena de lapiceras y esperaba cinco segundos antes de empezar a levantarlas. A los voluntarios en el grupo del helicóptero les llevó un promedio de seis segundos empezar a ayudar a ordenar y algunos ni siquiera levantaron una lapicera. Pero aquellos en el equipo de Superman se apresuraron para colaborar a tal punto que la mayoría reaccionaron incluso antes de que el investigador comenzara a recoger el desorden que había provocado.

Los resultados sugieren que adquirir un superpoder puede despertar tendencias benevolentes. Dale a alguien las habilidades de Superman y comenzará a comportarse un poco más como el hombre de acero.

La psicóloga clínica Robin Rosenberg, quien ayudó a diseñar el experimento, dijo que esta conclusión apoya su hipótesis de que las personas tomarían una habilidad extraordinaria como una suerte de don que incluiría la responsabilidad de ayudar a otros. Ese es un descubrimiento alentador, particularmente a la luz de la máxima de que el poder corrompe.

Pero, ¿y si los investigadores les hubieran dado a los sujetos superpoderes diferentes? El coautor de Rosenberg, el profesor de comunicaciones de Stanford Jeremy Bailenson, explicó que eligieron el poder de volar en parte porque parecía una habilidad clásica de quien hace el bien. "Pensamos en darles visión de rayos X, pero eso hubiera sido un poco tenebroso", agregó.

Portarse bien solo si te miran


Sería bueno pensar que la moralidad emana de una bondad pura alojada en el alma de las personas, pero los investigadores han demostrado consistentemente que la gente se comporta mejor cuando creen que están siendo observados. En un estudio realizado en 2010, investigadores de la Universidad de Newcastle descubrieron que el solo hecho de colgar en las paredes afiches con un par de ojos mirando en una cafetería era suficiente para bajar la mugre a la mitad.

Es por eso que Rosenberg, quien escribió un libro sobre la psicología de los superhéroes, hace una distinción entre poderes visibles y poderes sigilosos, los cuales se pueden usar con intenciones malvadas sin crear una escena pública.

El máximo poder sigiloso es, por supuesto, la invisibilidad. Su promesa es la de volverte impune, de poder hacer cosas que de otra forma te meterían en problemas. En La república de Platón, Glaucón relata la historia de un pastor decente que pasó a tener un anillo de invisibilidad. Incapaz de resistir la tentación, lo usó para seducir a la reina, matar al rey y proclamar el trono para sí mismo. El protagonista de El hombre invisible de H.G. Wells tomó un camino similar.

En un episodio clásico del programa This American Life, John Hodgman recorrió las calles preguntándole a la gente qué superpoder preferirían tener: volar o ser invisible. Aquellos que eligieron la invisibilidad no pudieron resistir la tentación de planificar una serie de actos ilícitos. Un tipo se vio tan aterrorizado por sus propios impulsos que terminó cambiando su respuesta para "volar", porque el mero pensamiento de la invisibilidad "lleva a un camino oscuro", dijo.

Los poderes que violan la autonomía de otras personas de forma inherente, como el control de la mente, también parecería que llevan a conductas abusivas. Una persona práctica podría imaginar algunas aplicaciones que redundan en beneficio del público general, pero el filósofo alemán Immanuel Kant argumentaría que el control de la mente es inmoral, no importa cuán bien sea usado. La lectura de la mente sería invasivo de forma similar. Una forma de telepatía que requiera de la participación activa de ambas partes, sin embargo, sería sigiloso, pero también sería fundamentalmente social y consensuado. Eso sube las posibilidades de que sea usado para buenos propósitos.

Otros poderes como la inteligencia suprema, los viajes en el tiempo y la indestructibilidad son moralmente agnósticos y podrían ser empleados tanto para el bien como el mal. Lo mismo sucedería con la fuerza increíble que el Hulk de Bruce Banner usa la mayoría de las veces para el bien pero que también le trae consecuencias negativas al amplificar su rabia.

Cuando se trasciende lo natural


Ese ejemplo sugiere otra forma de ver los riesgos y beneficios de las tecnologías que amplifican las capacidades humanas. Por definición, permiten a las personas trascender sus limitaciones naturales. Eso obviamente puede ser algo bueno, pero también acarrea intensos peligros, porque la sociedad civil y moral humana se han desarrollado en un contexto donde esas limitaciones se toman por sentado. Es por eso que tecnologías nuevas como los drones y la impresión en 3D asustan a tantas personas: permiten comportamientos que nuestras leyes y normas no han evolucionado para regular. Imagina el pánico que podría provocar que poderes hipotéticos como la lectura de la mente de repente estuviera mundialmente disponible.

Por ello, probablemente sea positivo que no estemos ni siquiera cerca de esta realidad tecnológica. Tenemos propulsores personales para volar, pero son muy poco prácticos. Los titulares sobre capas de invisibilidad en la vida real tienden a ser exagerados. Los trajes de músculos por ahora son tan burdos que son solo útiles para personas con discapacidades. Las interfaces que unen el cerebro con una computadora te permiten mover cosas con la mente, pero solo si estás dispuesto a someterte a una operación cerebral y practicar durante meses. Las promesas de súperlongevidad o inmortalidad son prematuras.

Hecha esta aclaración, cabe destacar que cada una de las tecnologías para amplificar las capacidades humanas y otras tantas están progresando a escalas que algún día podrían llevar a su viabilidad en la vida real. Antes de que lleguen a ese punto, podría ser sabio tomarse un pequeño tiempo para pensar si estos desarrollos harán a las personas mejores o solo más potentes.

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