Pasada la distracción natural que generó en la agenda política y económica el referéndum del 27 de marzo, ahora el Poder Ejecutivo ingresa de lleno en el proceso (siempre complejo) de elaborar la próxima Rendición de Cuentas antes del próximo 30 de junio, en un contexto donde lo que no abundan son certezas. Ahora no ya por cómo o cuándo puede terminar la pandemia sino porque las consecuencias (económicas) de la guerra en Ucrania exacerbaron (y están generando) un dolor de cabeza a cientos de países a lo largo y ancho del mundo por la disparada de los precios. Con este telón de fondo, la mochila de la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores que se arrastra desde hace dos años, la promesa de bajar impuestos en 2023 y el reclamo de los socios de la colación por sus reivindicaciones, el gobierno deberá resolver cómo administra esas tensiones sin descuidar algunos los equilibrios macroeconómicos.
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