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Afirmó que mató a su pareja a puñaladas en "legítima defensa" pero lo hallaron culpable de femicidio
Para el acusado, que esa noche ambos hubieran consumido alcohol y cocaína hacía la situación bastante más borrosa de como la Fiscalía, a cargo de Sylvia Lovesio, la quería presentar. Él le había inflingido cinco puñaladas a quien era su pareja y argumentó que lo hizo en legítima defensa porque ella lo había agredido con dos cuchillos. Sin embargo, la jueza Diovanet Olivera entendió que las pruebas acreditaban la teoría del caso de la fiscalía y lo terminó condenando a 18 años de prisión por homicidio muy especialmente agravado, indica la sentencia a la que accedió El Observador.
El hecho ocurrió el 20 de mayo de 2021 en una casa en Malvín Norte. El acusado había ido a la casa de la víctima, como era costumbre, y habían consumido alcohol y cocaína. En determinado momento comenzó una discusión y ella terminó asesinada a puñaladas. Él presentaba 11 heridas superficiales en diferentes partes del cuerpo, pero según el forense no es posible determinar si las provocó otra persona o él mismo.
La intención de matar se manifiesta "por la contextura física y fuerza del imputado, que se contrapone con la fuerza y contextura física de la mujer; quien por otra parte con las heridas recibidas perdió toda posibilidad de defensa, quedando en total estado de indefensión", expuso la fiscalía, quien pidió inicialmente la condena a 22 años de prisión.
Para los abogados del acusado, los defensores públicos Diego Moreira y Bettina Martínez, la mujer no era su pareja estable, sino que se veían esporádicamente. Afirmaron que "sin motivo aparente y en un rato de exaltación (...) en consonancia con el consumo de estupefacientes y alcohol, ésta lo comienza a atacar con cuchillos (...) él no tuvo más que defenderse ante el ataque ilegítimo, la falta de provocación y con el medio racional, esto es, con cuchillo". Indicaron que mientras él fue agredido por ella con dos cuchillos, él tan solo usó uno.
También alegaron que era "poco creíble" que se hubiera autoinflingido 11 heridas, varias de ellas en la zona del abdomen y que la perito que estudia los gestos entendió que su relato era veraz. Sin embargo, la perito psicóloga y el psiquiatra lo describieron como una persona impulsiva y que tenía un relato "desafectivizado".
Él declaró en esa oportunidad que ella lo atacó porque no había más alcohol y forcejearon al punto que ella terminó cayendo sobre el sillón. Pero el médico forense lo descartó, porque se registraron heridas, "tres de ellas penetrantes y la herida mortal directamente al corazón con cuchillo en forma horizontal y filo hacía abajo".
La jueza Olivera entendió que la fiscalía había logrado probar plenamente que ellos sí eran pareja. No solo por varios testigos que lo declararon en el juicio –y que la defensa intentó desacreditar– si no que, cuando el acusado llamó a la emergencia, dijo: "Tuve un problema familiar con mi mujer. Mi mujer se puso agresiva y me apuñaló y yo sin querer la apuñalé".
Sobre el fondo del asunto, valoró: "Si bien inicialmente la intención puede haber sido repeler la agresión de su pareja, la cantidad y entidad de heridas que ésta experimentó, lugar del cuerpo en que fueron dirigidas la mayoría (tórax y la lesión mortal directamente al corazón, todas penetrantes), la forma en que se asestó la puñalada mortal (de forma horizontal y filo hacía abajo), diferencia de fuerzas entre uno y otro (...) permiten no sólo concluir que éste aceptó desafío de la lucha sino también, luego, no pudo controlar sus impulsos y aprovechándose de la superioridad de la fuerza continuó agrediéndola hasta el desenlace final".
La defensa pública apelará el fallo de la Justicia, que le computó las agravantes del abuso de la fuerza y el haberse cometido en contra de una pareja. Como atenuante, el hecho de que era primario.
