El gobierno de
Arabia Saudita decidió ayer romper relaciones diplomáticas con Irán tras el asalto del sábado por la noche a la embajada saudita en Teherán y su consulado de la ciudad de Mashhad, anunció el ministro saudita de Asuntos Exteriores, Adel al Yubeir.
En una rueda de prensa, Al Yubeir añadió que el embajador iraní y el resto del personal diplomático en Riad tiene 48 horas para salir de su país.
El asalto a las legaciones diplomáticas sauditas en Irán se produjo horas después de que las autoridades de Riad ejecutaran al prominente clérigo y dirigente chiita, Nimr Baqir al Nimr, y otros 46 reos condenados a muerte, lo que provocó las críticas de buena parte de la comunidad chiita.
Asimismo, Yubeir acusó al "discurso oficial iraní" de ser "el instigador de los ataques".
Yubeir añadió que Irán tiene un historial de no respetar las misiones diplomáticas desde la ocupación de la embajada estadounidense en 1979.
Señaló además que Irán representa un refugio seguro para los líderes de
Al Qaeda desde 2001.
Yubeir afirmó también que el régimen iraní está involucrado en contrabando de bandas y explosivos a los países en la región para desestabilizar su seguridad.
La ejecución de Al Nimr por las autoridades de Riad ha aumentado la tensión entre Arabia Saudita, por un lado, e Irán y los chiitas de Medio Oriente por otro, que ya se enfrentan en varios conflictos en la región.
En Irán, el líder supremo Ali Jameneí, condenó ayer la muerte del clérigo chiita disidente y amenazó a los políticos sauditas con que pagarán por ello.
Jameneí dijo que, "sin lugar a dudas, el injusto derramamiento de la sangre de este mártir inocente, actuará de forma rápida y los políticos sauditas se enfrentarán a un castigo divino", señaló en su pagina web oficial.
Las críticas también han llovido desde las comunidades chiitas de países como Irak, el Yemen, el Líbano o Baréin, así como de organizaciones como Amnistía Internacional.
La ONU, Estados Unidos, la Unión Europea (UE), Alemania y Francia expresaron también su preocupación y temen una intensificación de las tensiones entre chiitas y sunitas en la región, manifiestas en el
conflicto sirio y en la guerra de Yemen.
Al Nimr fue ejecutado el sábado después de que en octubre pasado el Tribunal Supremo confirmara su condena a pena de muerte por desobedecer a las autoridades e instigar a la violencia sectaria.
El clérigo fue detenido en julio de 2012 por varias causas, entre ellas por apoyar a células terroristas y los disturbios contra las autoridades saudíes que estallaron en febrero de 2011 en la provincia de Al Qatif, en el este del país y de mayoría chiita.
Además, las autoridades saudíes ejecutaron también el mismo día a otras 46 personas condenadas por pertenecer a grupos terroristas y cometer ataques en el reino.
Manifestaciones en Teherán
El presidente iraní Hasan Rohani denunció la ejecución del clérigo, pero calificó de "injustificables" los ataques contra las representaciones saudíes.
Más de un millón de personas se manifestaron ayer en dos lugares diferentes de Teherán en protesta contra la ejecución del líder chiita saudita, sin causar incidentes.
Una concentración tuvo lugar cerca de la embajada de Arabia Saudita, pese a la prohibición del gobierno para evitar nuevos altercados.
Antes de ser dispersados por la policía antidisturbios, los manifestantes gritaron "muerte a Al Saud", del nombre de la familia reinante en Riad y quemaron banderas estadounidenses e israelíes.
Si la indignación y la ira son especialmente fuertes en Irán, país musulmán de mayoría chiita (90%) y gran rival de la sunita Arabia Saudita, los chiitas se manifestaron igualmente en el reino saudita, en Baréin y en Irak, en la ciudad santa chiita de Kerbala (centro).