Si el estado del tiempo lo permite, dentro de algunos días se iniciará la siembra de arroz en una nueva zafra que concluirá con la próxima cosecha, al cierre del verano e inicio del otoño de 2024, lo que sucederá con algo de pena en los agricultores que ven limitada la posibilidad de aprovechar un buen momento de demanda y precio por el grano.
Alfredo Lago, presidente de la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA), estimó que el área será similar a la del ejercicio 2022/2023, en el eje de 160 mil hectáreas, con un objetivo de superficie definitivo que se conocerá un poco más adelante.
Admitió, sobre eso, que de haber existido mejores condiciones para represar agua el área hubiese crecido, tal vez unas 10 mil hectáreas, con base en que hay en el mundo una demanda creciente por el grano y que el precio es alentador, de la mano eso además de un costo productivo que tiene una leve disminución.
“Las primeras siembras, si el clima lo permite, se van a dar sobre el fin de semana o al inicio de la semana que viene”, indicó.
El agua disponible permite, de momento, cumplir con el 92% del área hoy prevista, aunque se estima que se podrá llegar al 100% si se llenan algunas represas con capacidad aún no completa.
A propósito de un jugador clave en el partido arrocero, recordó que las recientes lluvias fueron un factor positivo porque permitieron añadir agua en las represas, pero a la vez adverso porque postergaron un poco el inicio de las labores de instalación del cultivo, cuando sembrar en la fecha ideal (últimos días de setiembre y en octubre) es uno de los manejos clave para alcanzar un rendimiento elevado.
Lago destacó que en estos días el tema más relevante para los productores está relacionado con la fecha de realización de la siembra y el área que puedan concretar, aunque claro que hay otros.
Sembrar en el período óptimo en una campaña con pronóstico de "año Niño" (es decir con lluvias por encima de lo normal) es fundamental, un escenario en el que alcanzar una rentabilidad récord o próximo a ello (como se logró en los últimos tres años) no será sencillo.
Hay un buen ánimo considerando que la demanda por el producto está fortalecida en todo el mundo, con un mercado dinámico, con los valores a los que se ha exportado (se negoció casi el total de 1,5 millones de toneladas cosechadas en la última zafra) que han mejorado notoriamente, lo que se descarta incidirá en una mejora del precio que se obtenga.
Por eso mismo es que se lamenta que no se haya podido crecer en el área, añadió.
También es mejor el panorama por el lado de los costos, que han descendido un poco, a unos US$ 2.100 por hectárea, básicamente por una baja en los insumos, dado que en el caso de los costos internos, por el valor del dólar, siguen siendo un obstáculo.
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