La costa de Belice alberga la barrera de coral más grande del hemisferio norte, un hábitat valioso para especies en peligro de extinción.

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Belice sale de la asfixia de los acreedores externos canjeando "deuda por naturaleza"

Barbados, Gabón y Ecuador accedieron a mecanismos similares, una herramienta calificada como “innovadora” que, sin embargo, está lejos de ser una solución ideal
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16 de octubre de 2023 a las 15:31

En noviembre de 2021, la ONG estadounidense The Nature Conservancy (TNC) compró deuda soberana emitida bajo legislación externa por Belice por un total US$ 553 millones, un cuarto de la deuda pública del país, negociando un descuento con los acreedores del 45%.

La deuda luego se convirtió en un préstamo de US$ 364 millones para el pequeño estado con 386 kilómetros de costa sobre el Mar Caribe, lo que permitió liberar US$ 180 millones para que el país destine a la conservación del hábitat marino durante un período de 20 años.

El proceso, calificado como “innovador” por sus impulsores se originó en la propuesta de TNC, una fundación con sede en Estados Unidos creada en 1951 para la conservación de la biodiversidad y la creación de reservas y parque nacionales, oenegé que en la actualidad está presente en 16 país de América Latina y el Caribe.

Según el gobierno de Belice, que declaró su independencia en 1981 del Reino Unido, la iniciativa de prestarle al pequeño estado de 400.000 habitantes fondos para pagarle a sus acreedores fue un salvavidas.

"Con la pandemia habíamos perdido casi el 14 por ciento de nuestro PIB", explicó el primer ministro, John Briceño, quien resaltó que con una tasa de desempleo enorme, ya “no había suficiente dinero para administrar el país y esto sin mencionar el pago de la deuda externa”.

El mecanismo "deuda por naturaleza" es considerado una herramienta financiera “innovadora” para proteger los ecosistemas del cambio climático y la sobreexplotación, incluso cuando los críticos advierten que este tipo de iniciativas están lejos de ser una solución para países altamente endeudados y con bajo ingresos, como Belice, que depende casi exclusivamente del turismo internacional.

La costa de Belice alberga la barrera de coral más grande del hemisferio norte, un hábitat valioso para especies en peligro de extinción como manatíes, tortugas y cocodrilos, ecosistema en riesgo de desaparecer por el calentamiento de los océanos provocado por el cambio climático global, la sobrepesca y el desarrollo costero.

Desde entonces, TNC ha celebrado acuerdos similares con Barbados y Gabón. Ecuador, tanto, ha obtenido la reducción de alrededor de US$ 1.000 millones de su deuda externa a cambio de destinar US$ 450 millones a la conservación de las Islas Galápagos, en el océano Pacífico.

Este tipo de iniciativas comenzaron a gestarse en los años 1980, pero ahora se está extendiendo considerablemente, subrayó Slav Gatchev, responsable del área de deuda sostenible de la ONG.

"Un tercio de la deuda de los países de ingresos bajos y medios está en problemas, lo que a menudo significa que las inversiones de estos países en la conservación del medio ambiente quedan en el camino”, señaló Gatchev.

Según el integrante de TNC, los intercambios de "naturaleza por deuda" son una oportunidad para refinanciar hasta US$ 1 billón a nivel global, lo que a cambio generaría unos US$ 250.000 millones para proyectos ambientales en todo el mundo.

La instantánea, sin embargo, no tiene la misma connotación cuando se trata de ver la película. Para el investigador Andre Standing, de la Coalición por Acuerdos de Pesca Justa, el ejemplo de Belice sólo fue posible porque el país estaba al borde de la cesación de pagos. “El gesto de los acreedores no fue, por lo tanto, muy altruista”, agrega.

Standing argumenta que este tipo de acuerdos no ayudan en nada a resolver la crisis de deuda que afecta a los países en desarrollo. "Eso es cierto, pero no es la intención", replicó Esteban Brenes, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, siglas en inglés), que también busca negociar canjes de deuda.

"La idea es siempre tomar parte de la deuda soberana de un país y que se utilice lo ahorrado en la quita del capital y de los intereses para una mejor causa. Pero está claro que no vamos a resolver el problema inherente de ninguna manera", resaltó Brenes.

Una preocupación adicional de los críticos de la idea de canjear deuda por naturaleza es que los países que adopten el mecanismo estén aceptando compromisos ambiciosos sin necesariamente cumplirlos, a pesar de que los acuerdos son jurídicamente vinculantes.

El primer ministro de Belice descartó la posibilidad, asegurando que el  publicitado acuerdo ha reforzado en gran medida la conciencia ambiental en su país, ya mucho más sensible al dragado de los manglares, por ejemplo.

“Es un muy buen camino”, afirmó Briceño, al tiempo que insistió a los países desarrollados a aportar recursos para extender estos esquemas.

(Con información de AFP)

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