La psiquiatra Garrido observa con preocupación el aumento de la violencia.

Nacional > Salud mental

Catedrática de psiquiatría pediátrica: “Hay un aumento en la violencia contra los niños y eso es un factor de riesgo para sufrimiento mental”

Cada 28 horas, en promedio, es hospitalizado un menor de 15 años que intentó suicidarse o que ideó con la muerte
Tiempo de lectura: -'
23 de abril de 2023 a las 05:00

La puerta de emergencia del hospital Pereira Rossell —el centro pediátrico de referencia en Uruguay— registra la marcha de la salud de los niños y adolescentes en el país. Muestra que las infecciones respiratorias están llegando más adelantadas que de costumbre, que las diarreas son frecuentes en el verano, pero casi no ocasionan internaciones, y que, desde hace más de una década, se asisten a una creciente problemática de salud mental.

Cada 28 horas, en promedio, es hospitalizado un menor de 15 años que intentó suicidarse o que ideó con la muerte.

La catedrática de Psiquiatría Pediátrica, Gabriela Garrido, admite que la pandemia profundizó un problema de base y no hay conocimiento de cuándo cederán estos coletazos. A continuación un resumen de la entrevista que mantuvo con El Observador

¿Asistimos a una crisis de salud mental entre niños y adolescentes?

Una crisis es, por lo general, un fenómeno abrupto. Pero en Uruguay estamos observando altas tasas de prevalencia de sufrimiento mental desde hace tiempo. Es progresivo, al alza, con casos más graves y que afecta a cada vez edades más tempranas.

¿A qué edades?

No son los casos más frecuentes, pero hemos atendido niños que con cinco o seis años intentan suicidarse. Los manuales de psiquiatría sugieren que recién a los siete u ocho años se adquiere la idea de irreversibilidad de la muerte, pero la norma general no quiere decir que no se encuentren casos en más pequeños. Hoy un niño de cinco años está expuesto a estímulos televisivos, conversaciones de adultos, retos en redes sociales, balaceras en el barrio que hacen de la muerte un concepto que les es más cercano.

¿Cuándo empezaron a detectar esta tendencia de problemas en salud mental?

En el año 2006 hicimos, desde la Cátedra de Psiquiatría Infantil, un estudio epidemiológico de salud mental en edad escolar. Ya entonces los resultados de problemas de salud mental nos ubicaban dentro de los países con más alta prevalencia en el mundo. Un 22% de los escolares padecían algún tipo de problema de salud mental reportado por sus padres. Los motivos por las cuales algunos de esos niños llegaban a la consulta con los profesionales de salud mental era, sobre todo, por razones de conducta: la actitud que molesta al otro, el desafío, agresividad. Pero en el estudio pudimos ver que los síntomas que ocurrían más a la interna del escolar, y menos visible para su entorno, como la angustia, la ansiedad o la depresión tenían una alta prevalencia. Tenían incluso más peso que la conducta externalizada. Para decirlo en números: el 16% tenía trastornos de ansiedad.

¿Cómo evolucionó eso?

Unos años después hicimos otro estudio solo centrado en escuelas de contexto crítico. Nos interesaba observar cuáles eran los factores de riesgo asociados. Y llegamos a la conclusión que, ante un mismo contexto, los problemas de salud mental aumentaban significativamente en aquellos niños que vivían en un hogar con violencia. Ahí ya teníamos una pista de lo que fue creciendo y lo confirmaremos en el informe de violencia contra niños que se presentará la semana próxima: hay un aumento en la violencia y eso es un factor de riesgo para sufrimiento mental.

Ese informe dirá que creció un 5% los casos atendidos de violencia hacia niños….

Sí, pero no hay que hacer solo una causalidad directa. Es decir: el incremento de problemas de salud mental en la infancia y adolescencia no es solo como consecuencia de la violencia que padece el niño o el adolescente. Tenemos estudiados a los chiquilines que ingresaron al hospital Pereira Rossell por intentos de autoeliminación y, otra vez, observamos que es muy alta la cantidad que es víctima de violencia.

¿Cuán alta?

El 84% de los adolescentes hospitalizados por intentos de suicido había estado expuestos a maltratos. La negligencia emocional, o sea la falta de apoyo y referentes, es el maltrato más frecuente. Pero hay cifras altas de negligencia física (42%), abuso sexual (30%), maltrato físico (21%). ¿Por qué son importantes esos datos? A veces pareciera que en Uruguay cada información corre por su carril, separado del resto, y que se actúa como un bombero yendo a apagar incendios. Pero esta información nos muestra que los problemas de salud mental no están separados de la violencia con la que se convive, ni de los problemas estructurales de pobreza centralizada en la infancia, ni de la falta de empleo de los adultos que repercute en todos los integrantes del hogar. Súmesele las dificultades para estar motivados y mantener una trayectoria exitosa en la educación, que es otro factor clave en adolescentes que consultan por conductas suicidas. Y la pandemia nos agravó muchas de estas cosas.

¿La pandemia es el culpable de todos los males?

No, pero incidió. Mientras la epidemiología de la enfermedad infecciosa (covid-19) se comportó como olas, con subidas y bajadas intensas, los problemas de salud mental subieron más lentamente y nunca bajaron. Ni siquiera sabemos cuándo acabará. Y parte de esa incertidumbre es porque nos demoramos con las respuestas.

¿A qué refiere?

Ya en los primeros meses de la emergencia sanitaria se observaba un indicador al que se le prestó poca atención: la gente tenía menos chances de consultar en los servicios de salud y, aun así, no bajaban las consultas por maltratos a niños. La falta de la escuela, el encierro familiar y el desempleo favorecieron a ese escenario de violencia. En 2021 eso empezó a decantar, sumado a otros motivos, en un incremento de las conductas suicidas. Y la tendencia sigue.

¿Es una tendencia exclusiva de Uruguay?

No, es común a casi todo el mundo occidental. Eso va de la mano con el consumo de drogas, sobre todo alcohol, a temprana edad, cómo se lidia con la tecnología, los vínculos…

¿Por qué dice que Uruguay falla en la respuesta?

Porque mejoramos en la capacidad de diagnóstico, pero lo detectamos demasiado tarde. La mayoría de casos se observan cuando llegan al segundo o tercer nivel de atención médica, cuando debería contarse con más psicólogos y enfermeros especializados en salud mental en la primera consulta con un médico (general o familiar). La pandemia hizo un barrido con muchos de los recursos. Uruguay tiene muchos psicólogos recibidos, pero, ¿cuántos son los que trabajan junto al médico en la detección en el primer nivel de atención?

Los técnicos insisten: “En Uruguay hay un déficit de reparación de daños de los niños que sufren violencia”. ¿A qué se refieren?

Tenemos falencias en el primer nivel de atención. El sistema educativo demanda a la salud y, desde la salud, no siempre respondemos en tiempo y forma. Pero también tenemos falencias cuando los niños acaban con su hospitalización tras un caso de violencia. Están varios días internados —el promedio de hospitalización tras una abuso sexual es de 12 días—, y, ¿luego qué? Si no se cambian las dinámicas del hogar,  o si no existe un seguimiento psicológico o la intervención que fuera, solo apagamos el incendio y no el tema de fondo. Reparar el daño en un niño no funciona como la albañilería de una casa en que uno tapa una grieta a base de enduido. Hay niños que requieren apoyo en los aprendizajes, otros en lo motriz, terapia, referentes, un club social de niños, un sistema judicial que le dé seguimiento, apoyo estructural del Mides. Insisto: aunque nos llenemos de psicólogos y psiquiatras y le pongamos uno al lado de cada niño, esto no se soluciona solo.

Los directores de liceos vienen insistiendo con que “explotaron los casos” de intentos de suicidios: ¿hay diferencias entre el liceo y la escuela?

Las hay. Es paradójico: en el liceo hay más adultos que en la escuela, pero hay menos horas por adulto dedicada a cada estudiante. Hay menos equipos interdisciplinarios. Menos psicólogos trabajando dentro de las instituciones. Y eso se nota.

Hablamos de que la violencia en el hogar incide, también la pobreza… ¿qué pasa en los sectores medios y altos de la sociedad?

Las consultas por problemas de salud mental se han incrementado en todos los prestadores: en el público, en la mutualista, en los seguros privados. Suelen cambiar un poco las epidemiologías. Uruguay tiene cifras de autolesiones —que no necesariamente es con intento de dar muerte— similar a países europeos. Antes tenía menos porcentaje de trastornos alimenticios, pero ahora viene en crecida. Y esto tampoco discrimina por contextos: empieza en sectores más altos y luego se va generalizando. Porque más allá de la pobreza, hay otros factores en común: la manera de socializar, algunos usos en redes sociales.

¿Uso de redes sociales?

Cuando empezó Tik-Tok atendimos casos de adolescentes que no querían salir a la calle porque estaban circulando unos videos sobre violaciones. También vimos casos de niños que se retan en redes sociales.

Las escuelas públicas de Seattle denunciaron al grupo Meta (Instagram, Facebook) porque dicen que los algoritmos tienen parte de la culpa de la crisis de salud mental en niños. ¿Va por el prohibicionismo?

No es el prohibicionismo, es la regulación. Una regulación que es resorte de las familias. Para un padre es muy difícil competir con un celular que tiene estímulos visuales, sonoros, intercambio con otros pares. Por eso hay que negociar a la interna de la familia: a veces solo escuchar música con un parlante, a veces una pantalla fija como lectura, a veces una PC en lugar de celular. Se habla de que no debería usarse los teléfonos móviles antes de los dos años. Pero poco se habla de cuál es la real necesidad de tener un celular propio antes de los 12 años. El niño merece opciones, atención, afecto.

¿Por qué se autolesiona un adolescente?

A veces está la idea de muerte y otras no. A veces es un alivio a la tensión. Otras porque dicen que no sienten las cosas y quieren sentir. Las hay por retos en redes sociales. Y también por identidades, ser parte de un grupo.

¿Las autolesiones empiezan en colectivo?

No, por lo general empiezan individual y muchas veces incluso ocultan los cortes.

El director del IAVA habló de la dificultad de destrabar un conflicto que involucra a estudiantes con cierta violencia cuando hubo intentos de suicidio en lo inmediato…

Nos tiene muy preocupados los mensajes sobre lo que está pasando en el IAVA. Asusta que haya mensajes de escalada de violencia, porque van en contra de cómo se debería abordar un conflicto con adolescentes. Asusta que esto se traslade al mundo de los propios adolescentes y se polarice.

¿Un gremio estudiantil es una buena práctica para el adolescente?

El solo hecho de que los estudiantes estén proyectando acciones, discutan, organicen, lleven adelante la acción, negocien… todo eso es aprendizaje. Por eso son buenos los espacios de centros educativos que ofrecen los sábados actividades de inserción, diferentes, en que las voces son escuchadas.

¿La solución es más escuela y más liceo?

No creo que todos los niños tengan que ir a la escuela ocho horas. Hay niños que con cuatro horas de clase es suficiente. De hecho, es preferible cuatro horas de buenas clases que eso de llenar las horas como si fuera una lotería, sin disfrute, porque tienen que tener tres idiomas, siete deportes, danza y ajedrez. Pero sí se necesitan espacios diferentes, inserción. Por eso es bueno el tiempo de pensar en un gremio, o los scout, la tradición de los movimientos jesuitas, los salesianos, los maristas, las tnuot de la colectividad judía. Son proyectos en común.

¿Qué les preocupa a los adolescentes hoy?

Muchos vienen rezagados en la educación y sienten presión. Una presión que pesa, sobre todo, porque el ámbito educativo no les satisface la motivación. En algunos contextos pesa las expectativas de los padres. Pesa la restricción de espacios de socialización, de juego cara a cara. La soledad en una edad en que el grupo de pares es clave. Hay padres ausentes porque están recargados en sus trabajos. Mi generación, sobre todo entre quienes somos profesionales, le dedicamos a nuestros hijos menos de los que les deberíamos haber dedicado. Hay padres desmotivados por desempleo.  Hay violencia en el hogar.

¿Eso le relatan en la consulta?

Cosas peores. La secuencia de muerte que a veces nos relatan los niños nos da escalofríos: que el primo se suicidó, el otro murió en una balacera, que el vecino está amenazado de muerte.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...