Lo de la izquierda con las AFAP es una cuestión “ideológica”, me comentó en estos días un veterano amigo socialista a propósito de la intención del gobierno de habilitar durante un período la desafiliación voluntaria de esas administradoras a quienes ganan menos de $ 28.067 nominales. Me aclaró, sin embargo, que de no estar ya jubilado y de tener que optar se desafiliaría de la Afap y se pasaría al BPS porque, a su juicio, ese organismo está “muchísimo mejor” y “nunca va a quebrar”. Además, el hombre tiene la firme convicción de que el sistema de reparto intergeneracional que administra el BPS es más “solidario” que el de capitalización individual que gestionan las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional. Ambos régimenes coexisten desde la reforma previsional de 1996.
En conjunto, las cuatro AFAP que operan en el mercado local administran algo más de US$ 8.000 millones de 1.119 542 trabajadores.
La mayoría de los afiliados tienen salarios por debajo del tope a partir del cual es obligatorio hacer aportes a una cuenta personal.
Las AFAP financian la cuarta parte de la deuda que emite el Estado uruguayo, es decir que 1 de cada 4 pesos de los trabajadores se invierten en papeles públicos, lo que da una idea de la seguridad de esas inversiones. La rentabilidad anual real de esas inversiones es, en promedio, cercana al 10% medida en Unidades Indexadas a la Inflación (UI) según los últimos datos a julio.
Los afiliados tienen un control total sobre sus cuentas desde el momento que cada mes reciben su correspondiente estado de cuenta con el detalle sobre el monto del dinero acumulado, Además, existe un control riguroso y profesional del mercado por parte del Banco Central, con información abundante sobre los operadores, incluyendo estados contables de cada uno de ellos.
La alternativa de la jubilación por el BPS está ligada a la administración que haga el gobierno de turno. Además, hay algunos factores demográficos clave que se deben tener en cuenta a la hora de tomar decisiones. El último censo confirmó un envejecimiento de la población, a la vez que cae la cantidad de nacimientos. Esto quiere decir la misma o menor cantidad de potenciales aportantes activos para sostener a una mayor cantidad de pasivos.
La disyuntiva para los afiliados en condiciones de dejar las AFAP no es de fácil resolución y dependerá de cada caso particular
Lo que está claro es que con 15 años cumplidos las AFAP parecen ser la niña bonita codiciada más por celos ideológicos que por fundamentos económicos.
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