El presidente javier Milei, y su hermana Karina, el viernes, posando junto al Coliseo de Roma.
Fernando González

Fernando González

Director de El Observador España

Política > El Observador en Roma

Con el combustible espiritual de Israel y el Vaticano, Milei lanzó su Guerra Santa

El presidente argentino suma experiencias religiosas y presenta batalla a sus adversarios: los diputados que no votaron su Ley Omnibus y los gobernadores. Una santa argentina, su encuentro con el Papa Francisco y una visita secreta al Coliseo.
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10 de febrero de 2024 a las 18:45

(Enviado Especial a Roma)

Las señales son inocultables y se pueden observar a simple vista. 

Porque Javier Milei, el presidente de moda en Europa según la epístola de la madrileña Isabel Díaz Ayuso, ha transformado su gira por Israel y el Vaticano en un viaje de aprovisionamiento de combustible espiritual para lanzarse a su propia Guerra Santa. 

La que puso en marcha contra todo aquel que se oponga a su proyecto de gobierno.

Sus enemigos son ahora los diputados que votaron en contra de la Ley Omnibus y los gobernadores que les dieron esas órdenes. Pero pueden ser más.

Cualquiera de sus funcionarios actuales, los periodistas, los jueces o su ex aliada Carolina Píparo.

El enemigo, como en toda Guerra Santa, puede estar en todas partes. Traidores, delincuentes, ladrones. A Milei le sobran los adjetivos para consolidar su estrategia de poder.

Ya había dado las primeras señales en Israel. Las reuniones con el premier Benjamin Nietanyahu y el presidente Isaac Herzog quedaron en un segundo plano, más allá de las condenas a Hamas y su inclusión como organización terrorista.

Los picos de audiencia digital, el gran barómetro que nunca descuida Milei, fueron por su llanto en el Muro de los Lamentos, sus encuentros con los rabinos y su paseo en andas sobre los hombros de los religiosos. El baile nocturno que enloqueció a las redes sociales.

Todo eso sucedía cuando la Ley Omnibus ya era un cadáver parlamentario y Toto Caputo anunciaba un ajuste más feroz sin echar mano a los instrumentos legislativos.

Milei llegaba a Roma y los primeros videos y fotos en tierra italiana lo mostraban saludando a un grupo de sacerdotes encabezados por Monseñor Guillermo Karcher, el oficial de Protocolo y Ceremonial de la Secretaría de Estado del Vaticano. Más conocido como la primera persona a la que miró Jorge Bergoglio en el balcón de la Basílica de San Pedro el día en que lo consagraron Papa Francisco.

La primera feminista argentina

En las próximas horas, Javier Milei será el protagonista de otros dos encuentros desbordantes de combustible espiritual.

En las primeras horas del domingo asistirá a la canonización de la beata santiagueña María Antonia de Paz y Figueroa, popularizada luego como Mama Antula.

Nacida en 1730 en lo que hoy es Santiago del Estero (entones se llamaba Córdoba del Tucumán), desafió a su padre próspero a los 15 años. Le dijo que no se casaría ni sería monja, los dos destinos inevitables para las mujeres de entonces.

Sus biógrafos la definen como “la mujer más rebelde de su tiempo”, pero no frenó allí su espíritu revolucionario.

A los 20 años se alistó como beata de la Orden Jesuita, la misma que pocos años después sería expulsada del Río de la Plata por su enfrentamiento con la monarquía española.

Mama Antula es sin dudas la primera feminista argentina y hoy será canonizada en soledad en la Basílica de San Pedro, una exclusividad que solo tuvieron personajes de la talla de la Madre Teresa de Calcuta.

Con el aura de semejante personaje, Milei presenciará la canonización junto a su comitiva de tres ministros (la canciller Diana Mondino; la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, y el ministro del Interior, Guillermo Francos, quien el sábado recibió un enorme espaldarazo del Presidente cuando lo confirmó en su cargo durante una entrevista con radio Mitre).

No solo es la persona que me enseñó a conocer la política, también es mi amigo personal. Está más firme que rulo de estatua”, fue la parábola presidencial dirigida especialmente a quienes vienen intentando erosionar la imagen negociadora del ministro político. La Guerra Santa no va a prescindir de Francos.

Un día después de Mama Antula, Milei recibirá la carga espiritual más importante de la gira.

Se encontrará durante una media hora con el Papa Francisco, “el argentino más importante de la historia” según lo definió Milei en sus definiciones radiales. Atrás quedaron aquellos discursos flamígeros de campaña en que Bergoglio era el representante del maligno sobre la tierra.

En esta visita oficial, Milei quiere asegurarse que la decisión del Papa Francisco de visitar la Argentina y Uruguay en el segundo semestre del año próximo no sufra postergaciones. El gran factor es la salud del Pontífice, que ha pasado en los últimos años por operaciones y momentos de gran dolor en las articulaciones.

Desde el lado del Papa, Francisco insistirá con dos temas que lo obsesionan: la endeble situación social de la Argentina, que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner llevó a subsuelos insospechados (más del 60% de pobreza en los menores de 14 años); y la vigencia de los consensos políticos.

En sus análisis de la realidad argentina, el Papa suele marcar como el comienzo del derrumbe del gobierno de los Fernández al momento en que decidieron extirparle una parte de la coparticipación de impuestos que recibía la Ciudad de Buenos Aires, gobernada entonces por Horacio Rodríguez Larreta.

Quizás sea esta la cuestión donde choquen las expectativas del Papa Francisco con la Guerra Santa que Milei les declaró a los gobernadores de las provincias. No está en la consideración del Presidente consensuar nada en estos tiempos. Todo lo contrario.

Los desafía a no darles un peso en los meses que vienen, y a que financien la seguridad, la salud, la justicia y la educación con sus propios ahorros.

Es maravilloso; los dejé en evidencia”, se solazó en la entrevista con Marcelo Bonelli. Todas las encuestas y la sensación térmica señalan que el ánimo mayoritario de la sociedad está con el Presidente.

La incógnita es cuánto tiempo durará ese respaldo si la inflación no baja pronto y los ingresos no arrancan la curva de la recuperación frente a la tromba de la suba de precios y tarifas por la quita de subsidios a los servicios.

La película de Javier y Karina

Pese a ser un economista enamorado de los números y de la racionalidad científica, Milei apela al factor emocional desde su irrupción en la batalla política.

Sus equipos de campaña impusieron antes de las elecciones conceptos que tienen que ver más con la épica que con las estadísticas. Las fuerzas del cielo (el concepto tomado del animé japonés del que se ríen los políticos profesionales) o el “no la ven”, con el que sus ejércitos de las redes sociales se burlan de los adversarios políticos que equivocan los pronósticos. O se burlan igual, aunque acierten.

En ese universo de realidad mezclada hábilmente con fantasías, el alimento espiritual de sus pasos por Jerusalén y el Vaticano es para Milei un maná caído del cielo.

Su eje político ha sido siempre el de avanzar y nunca retroceder. En estas horas, se volvieron virales sus viejas declaraciones diciendo que despreciaba el Teorema de Baglini, el de aquel radical mendocino que popularizo aquello de que un dirigente político va perdiendo sus ímpetus revolucionarios cada vez que se acerca más al poder.

Apenas llegado a Roma, Milei se hospedó en la residencia de la embajada argentina en la bellísima capital de Italia.

Pero no le gustaron algunos detalles de deterioro de la casona en la que durmió Eva Perón ni que fallara el aire acondicionado aún en pleno invierno romano.

prefirió mudarse al Hotel Intercontinental en la estratégica Vía Véneto. De allí salió con su hermana Karina el viernes para hacer su primera salida por la ciudad que hay que ver antes de morirse. Discreto, nadie se enteró hacia donde iba.

El secreto se develó cuando aparecieron las fotos de los dos mirando el Coliseo Romano. Esa maravilla arquitectónica que se desagota en apenas 10 minutos, donde se reunían las multitudes del imperio para ver como luchaban y morían, por las espadas o por el hambre de los leones, los gladiadores caídos en desgracia.

Solo eso le faltaba a Milei para completar las necesidades del combustible espiritual.

Mirar el Coliseo cerca de Karina y sentirse un poco el Gladiador de la genial película de Ridley Scott. Aquel Máximo Décimo que se inmolaba para defender sus ideas y que prefirió morir en la arena antes que rendirse ante sus enemigos.

Los rabinos, el Muro de los Lamentos, Mamá Antula y el Papa Francisco. Las ruinas simbólicas del Coliseo.

Todo se lleva Javier Milei antes de aterrizar en la Argentina, el país que lo espera con sus históricas incertidumbres.

El mismo que terminó, en cuarenta años de democracia, con los planes de todos sus antecesores.

 

 

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