Denis Dutra

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El séptimo día > política

Concertación ¿ Otra colcha de retazos?

Más allá de los insultos de barra bravas de estadio, la unión de blancos y colorados debería servir para discutir con altura el destino de Montevideo
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03 de noviembre de 2013 a las 00:00

“Traer a identidad de fines o propósitos de cosas diversas o intenciones diferentes”. Esa es una de las múltiples definiciones que existen a la palabra concertar y que me parece la más acertada para definir el hecho político de la semana que termina en la que los partidos Nacional y Colorado anunciaron que se presentarán unidos a las elecciones municipales de Montevideo de mayo de 2015.


Para eso crearán el lema Concertación, que no es accidental pues tiene la mira a largo plazo para intentar recuperar primero la capital del país y luego otras comunas del interior y a largo plazo el gobierno nacional reconoció a El Observador un alto dirigente de uno de los partidos fundacionales.


Exactamente un año atrás, nada menos que el exsecretario de la Presidencia, Alberto Breccia, había propuesto formar el “Partido de Montevideo” para gobernar la capital con un “programa común”.
Lo hizo a través de su cuenta de Twitter @BrecciaAlberto. Como si en 140 caracteres se pudiera revertir el aparente estado de resignación colectiva que ganó a la ciudadanía capitalina que vota el mismo patrón hace 22 años y que en 2011 fue puesto en tela de juicio por un 13% de ciudadanos que sufragaron en blanco.
“¿No será hora de pensar en armar el “Partido de Montevideo", gobernarla juntos, TODOS, no pelear más por esa joya? ¿No será?”, escribió Breccia en un tuit.
En otro tuit el ex jerarca exhortó a que el “puto poder” no condicione el accionar político y dijo estar “harto” de “luchar por pequeñas parcelas de poder” y de que esa pelea permanente provoque la ironía, la soberbia y el resentimiento. Y confesó: “Ni la menor idea de xq me pasó eso hoy, ahora, ni de xq se los cuento” (sic).

A su juicio, ese partido tendría que estar compuesto por todos los partidos políticos, los trabajadores y los vecinos y elaborar un programa “pequeño y concreto”: “Basura, luz, pavimentos y veredas, tránsito, espacios públicos, esparcimiento, deporte, cultura… felicidad”.

“¿Y si probamos en esa “gema preciosa” que es Mvdeo y hacemos ‘causa común’ y no jodemos más discutiendo quien sino cómo?”, escribió el ahora embajador en Italia presidente José Mujica.

Aquella pasmosa sensatez de Breccia cayó como una bomba en el Frente Amplio, que por primera vez en más de dos décadas comienza a sentir el descontento popular en el que siente es su feudo inexpugnable, al punto de que se ha dicho que aún poniendo una heladera como candidata ganaría el Frente Amplio.

Sin embargo, el ministro de Defensa Heleuterio Fernández Huidobro –fiel a su estilo sacó su ya tradicional metralleta verborrágica y acusó a blancos y colorados con agravios que no vale la pena reproducir
El 18 de julio de 1961 el nacionalista Daniel Fernández Crespo inauguró la última gran obra de infraestructura de importancia que se hizo en Montevideo: el túnel que une las avenidas 18 de Julio y 8 de Octubre.

En 1989 Tabaré Vázquez llevó al Frente Amplio al gobierno de la capital por primera vez en la historia y desde el municipio adoptó medidas de gran impacto social como el subsidio del boleto y el saneamiento en barrios carenciados . También engrosó la plantilla de funcionarios municipales a un nivel que nunca pudo ser reducido, producto de la defensa por parte de la durísima Adeom, que además ganó millonarios juicios laborales que pagó la ciudadanía a través de impuestos y tasas varias.


Algunas acciones con fines sociales como las decenas de policlínicas barriales se justificaron en tanto y en cuanto la izquierda no controlaba el gobierno nacional, pero es cuestionable la superposición de ese tipo de actividades y gastos a partir del año 2005.

La basura es a esta altura el karma número uno para el Frente Amplio (FA) en la capital, aunque la culpa siempre es del otro. Ya son famosos los argumentos del arquitecto Mariano Arana, exjefe comunal, acerca de que “la gente es sucia”, y de la tupamara Lucía Topolansky que le echó la culpa a “la sociedad de consumo”.


Arana, el intendente que logró que Montevideo fuera el único lugar del mundo donde los casinos dan pérdida, intentó sin éxito remediar el problema de la basura con los contenedores que hoy son guaridas de pastabaseros, además de focos de mugre.



Durante la gestión de Ricardo Ehrlich se destacó el lanzamiento del Sistema de Transporte Metropolitano, que aún persiste y es de gran utilidad para la ciudadanía, aunque la gestión del exdecano de Ciencias será recordada por haber puesto punto final en 2009 a un añejo conflicto laboral por ajustes salariales no concedidos, que le costó a los montevideanos US$ 60 millones.


No voy a quebrar ni media lanza por las intendencias coloradas y blancas que antecedieron al FA pero el debate debería concentrarse –por el bien de los montevideanos- en cómo mejorar las cosas que hacen a su diario vivir sin reparar si son de izquierda o derecha.
Por si algún desmemoriado lo olvidó le dejo planteadas algunas preguntas para reflexionar:


¿Acaso los tupamaros no se opusieron a la fundación del FA en 1971 y hoy son la fuerza más votada dentro de la coalición de izquierda?
¿Qué tienen que ver los demócratas cristianos con los comunistas que niegan a dios o los seguidores del partido de la oz y el martillo con los tupamaros?


¿Acaso Rodney Arismendi no se oponía a la idea tupamara de crear dos tres muchas Vietnam en América Latina y hoy gobiernan juntos bajo una misma “familia ideológica”?


¿Se acuerdan los frenteamplistas de que la maestra colorada artiguense Alba Roballo estuvo en la fundación del FA? ¿Que otro nacionalista, Francisco Rodríguez Camusso también integró el FA y después volvió al Partido Nacional y que el primer vicepresidente de izquierda de Uruguay fue el blanco Rodolfo Nin Novoa? ¿Que Jorge Saravia (“blanco como hueso de bagual”) también incursionó por tiendas frentistas hasta decepcionarse y volver a la divisa de Luis Alberto de Herrera?


La creación del nuevo partido para pujar por el gobierno de la capital debería servir para poner sobre la mesa planes concretos para mejorar la vida de sus ciudadanos tras casi un cuarto de siglo de tener el mismo patrón.


La realidad es dinámica y lo único permanente en el mundo de hoy son los cambios.









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