Por Nelson Larrañaga Zeni
En el gobierno anterior se habló de pacto social. La iniciativa no prosperó. Analizando la coyuntura actual, este acuerdo social laboral está lejos. Así, seguiremos con la cultura de diálogo social para temas puntuales, y nada más. Es posible un cambio si hay voluntad de acordar en los objetivos estratégicos para lograr mejores relaciones laborales.
Recientemente se lanzó el Diálogo Uruguay hacia el futuro. No se formó una mesa sobre relaciones laborales. Se perdió la oportunidad para dialogar y acordar líneas estratégicas para cimentar relaciones civilizadas y de diálogo persistente. Se prefirió mantener el statu quo y no avanzar en construir relaciones laborales con reglas más previsibles.
Hubo avances puntuales pero son insuficientes. Se acordó un documento sobre la cultura del trabajo y hubo consenso en la reglamentación de tres normas. Pero la realidad laboral del día a día sigue complicada y las posiciones de los actores sociales y el gobierno no se encuentran y siguen sus propios andariveles.
Se instaló un diálogo tripartito para tratar las recomendaciones de la OIT sobre la ley de negociación colectiva. No han existido avances pese a que esta cuestión data de 2010. Se torna difícil llegar a un acuerdo cuando una parte afirma que la ley está bien. Este incumplimiento de Uruguay respecto del convenio internacional es grave. No estamos cumpliendo un convenio que la OIT lo califica como fundamental según su Declaración de principios de 1998.
Esta dificultad para lograr consensos también se observó en el gobierno. Fueron públicas las diferencias entre los ministerios de Economía y de Trabajo respecto de la revisión de los lineamientos salariales. Economía quería mantenerlos y Trabajo, bajo insistencia sindical, reclamaba flexibilidad. Este disenso fue resuelto por el presidente, luego de que el PIT-CNT anunciara un plan de medidas in crescendo. Al poco tiempo hubo una segunda etapa. Economía era contrario a una nueva flexibilidad de los lineamientos solicitada por Trabajo.
Nuevamente el PIT-CNT se reunió con el presidente y este autorizó a Trabajo a que firmara acuerdos que fijaran correctivos anuales. Cuando se debatió el tema en el Consejo Superior Tripartito, los empleadores se quejaron de este doble cambio de las reglas de la negociación, desconociendo la propia matriz del diálogo social tripartito que el gobierno apoya.
Es muy llamativa esta forma de resolver los conflictos. Cuando hay disputa dentro del gobierno y reclamos del PIT-CNT, el que termina resolviendo es el Presidente de la República. Habrá que estudiar si en otros países con arreglo a Derecho hay ejemplos sobre este manejo de la cuestión salarial no institucionalizada, donde se cambian las reglas a través de reuniones informales y a fuerza de paros generales.
Por otro lado, la interna del PIT-CNT fue escenario de una división de corrientes en ocasión de dialogar sobre la adopción de un paro general. El órgano ejecutivo quedó partido en dos mitades, y por un voto triunfó la moción de aprobar el paro. Un sector de la dirigencia sostenía que el gobierno había avanzado en la flexibilización de los lineamientos y en cambio, la otra corriente estaba insatisfecha. Luego se aprobó otro paro general y allí se logró un mayor consenso. El tiempo dirá cómo se administrarán estos disensos que llaman la atención y que no conocían precedentes públicos.
En los empleadores se observa que no hay una actuación conjunta, institucionalizada, uniforme y permanente. En el pasado solo existieron coaliciones de más de 20 cámaras para algunos temas. Por ejemplo, para que se modificara la ley de negociación colectiva y se derogara el decreto sobre ocupaciones laborales.
En la conformación de la reciente Confederación de Cámaras no se adhirieron por ahora, entre otras, tres importantes cámaras (Comercio y Servicios, Mercantil de Productos del País y la de Exportadores). El tiempo dirá si este incipiente bloque de empleadores logrará más adhesiones que le permitan negociar con una estrategia común ante la central sindical y el gobierno.
Esta dificultad en lograr consensos se vio reflejado en los Consejos de Salarios 2015 y el primer tramo de 2016. Luego de una venturosa situación económica que permitió un porcentaje relevante de acuerdos en la ronda 2013 (91,5% de acuerdos tripartitos y 8,5% de no acuerdo), pasamos a una situación de desventura con ajustes nominales y con correctivos del IPC más distantes en el tiempo. En relación al 2013, los acuerdos tripartitos disminuyeron en 26% y los desacuerdos tripartitos aumentaron 25%.
En estos tiempos de desencuentros sociales que vivimos, donde emergen conflictos cada vez más frecuentes en varias áreas de mucha sensibilidad, es imperioso que los actores sociales y el gobierno den el ejemplo y acuerden una serie de acciones para tener un Uruguay más cohesionado hacia dentro y más expandido hacia afuera. Si no resolvemos los disensos en las relaciones laborales con un acuerdo social, nuestro objetivo de lograr un mayor desarrollo se estanca. Las actuales y nuevas generaciones reclaman actuar con más pragmatismo, encontrando las soluciones concretas que satisfagan las necesidades sociales básicas.
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