Me zambullo en este Pícnic! sin preámbulos, porque el tiempo vale oro. ¿No es eso lo que repetimos una y otra vez? Es una verdad tan manoseada como evidente y, sin embargo, seguimos intentando adueñarnos de una medida que no se deja doblegar por controles humanos. La semana pasada me atrasé bastante con las respuestas a los lectores y mientras corría de atrás una tarea que me da placer, leí la pregunta de una lectora, que dispara la reflexión de hoy: ¿Cómo hacés para hacer tantas cosas? La verdad es que ando saltando para hacer lo que debo y lo que quiero hacer, en una carrera sin aliento que no tiene meta de llegada porque el tiempo es nuestro recurso más preciado, pero también el más desdeñado.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá