Argentina, 1985

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Ricardo Darín sobre Argentina, 1985: "Ojalá a futuro sirva para para la reflexión, donde sea que estés parado ideológicamente"

La película protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani cuenta la historia del juicio de las Juntas Militares de 1985
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28 de septiembre de 2022 a las 05:03

“Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca más”. Las palabras de Julio César Strassera en el alegato final del juicio a las Juntas Militares, el 18 de setiembre de 1985, quedaron resonando en el Palacio de Tribunales y en la sociedad argentina. Las mismas palabras se repiten ahora en la voz de Ricardo Darín, que mira a su alrededor los ojos cargados de los extras, aunque vengan escuchando la misma escena una y otra, y otra vez.

Argentina, 1985, la última película de Santiago Mitre –coescrita junto a Mariano Llinás– lleva a las salas un hecho histórico que hasta ahora no había sido contado en el cine. El fiscal Julio César Strassera (Ricardo Darín) y su adjunto Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani) lideraron, con un joven equipo de Fiscalía, el juicio a nueve integrantes de las Juntas Militares por su responsabilidad en los homicidios, secuestros y torturas sistemáticas durante la dictadura que gobernó Argentina entre 1976 y 1983, en unas 530 horas de audiencia con la declaración de 839 testigos. Un mojón en la reconstrucción democrática del país: entender la dimensión real del horror y hacer justicia.

Argentina, 1985

Con un aire de epopeya y drama histórico, Argentina, 1985 se mueve entre las tensiones de poder en medio de una sociedad que apenas estaba volviendo a respirar en democracia. Pero no solamente de las dinámicas políticas, sino también el proceso familiar, emocional e intelectual de dos hombres que pensaban que la historia no la hacían tipos como ellos.

Con una ovación en el Festival de Venecia y el Premio del Público en el Festival de San Sebastián, la película fue seleccionada este lunes por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina para competir por un lugar en la categoría Mejor película internacional de los próximos Premios Oscar.

Antes de su estreno, el próximo jueves 29 de setiembre en cines antes de llegar a Amazon Prime Video, Ricardo Darín, Peter Lanzani y Santiago Mitre conversaron con El Observador en dos entrevistas que a continuación se escriben en conjunto.

(A Santiago Mitre) Viene explorando las tensiones del poder en sus últimas películas, y en este sentido ¿por qué hacer una película como Argentina, 1985 y por qué ahora? 

Santiago Mitre: Desde mi primera película solo, El estudiante, vengo trabajando sobre temas políticos y sobre el detrás de escena del poder, o sobre cómo se construye el poder. Continuando estas ideas había un paso a indagar en relación a la Justicia que me parecía interesante y algo sobre lo cual quería explorar. Siempre tuve muchísima admiración por el juicio de 1985, por sus valores cívicos, por el contexto en el que fue hecho, por la manera en la que las personas llevaron a cabo el juicio; desde el presidente Alfonsín hasta los jueces y los fiscales, y ni hablar de los de los testigos o las organizaciones de derechos humanos que encausaron esa lucha desde la dictadura. Todo eso se encolumnó detrás de este hecho único y fundamental para la construcción de la nueva democracia argentina. No era una película fácil de hacer y me demoró muchísimo tiempo poder decantar en una forma cinematográfica que estuviera acorde a tamaño hecho. En algún momento me decidí y me embarqué en esa investigación que fue compleja. Era la primera vez que trabajaba sobre un hecho verídico y tuve que investigar mucho o conversar con muchísima gente, entender no solo las circunstancias históricas y políticas sino también las circunstancias emocionales que vivieron las personas que en ese momento tuvieron la responsabilidad de hacer ese juicio. El tiempo fue el tiempo que la responsabilidad de retratar tamaño hecho.

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En este tipo de películas es imposible no apelar a la memoria. Ricardo, ¿cómo recuerda el juicio de las juntas en 1985? ¿Cómo recibió la invitación de Santiago para hacer esta película?

Ricardo Darín: La intención del gobierno instalado de llevar adelante el juicio se tomó al principio con mucha prudencia, con cierto escepticismo, y a medida que fueron corriendo los días y los meses empezamos a darnos cuenta de que efectivamente se iba a realizar. Eso genera una sensación muy difícil de transmitir, pero que fue muy parecida a la exaltación cuando la búsqueda es recuperar la memoria, la justicia, poner en claro qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, y cuáles son las aberraciones que se cometieron. Después recibir la idea por parte de Santiago de llevar adelante este evento histórico mundial, injustificadamente no sé si olvidado, pero sí borroneado en la historia, me llenó de emoción y de prudencia. Cuando leí la primera versión del guion gané muchísimo en entusiasmo porque me di cuenta de cuál era la intención, de cuál era la dirección que iba a tomar este proyecto, hacia dónde iba y qué pretendía. Eso me tranquilizó muchísimo y me entusiasmé cada vez más.

(A Peter Lanzani) En su caso, pertenece a una generación posterior a la reapertura democrática que arrastra este compromiso histórico.

Peter Lanzani: Cuando me llegó la propuesta lo tomé con mucho compromiso, más después de ver la contundencia del guion. Aprendí muchísimo más de lo que no sabía y pude charlar mirándome a los ojos con gente que sí lo vivió y aprendí más todavía, si bien hay un montón de cuestiones que es imposible hacerlas carnales, porque no lo viví en carne propia en su momento, pero me hizo reflexionar muchísimo, me emocionó y la verdad es que creo que de alguna manera u otra a eso apunta también la película: a hablarle a la generaciones que no lo vivieron en carne propia y poder aprender más y de alguna manera u otra llevarlo sobre sobre el hombro no para para no olvidar.

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¿Cómo se paró ante una película que lo saca de la ficción y que, además, tiene tanto peso en la historia argentina?

SM: Es difícil y hay que ser muy respetuosos con la historia y con las personas que que llevaron a cabo ese hecho. La investigación nos dotó de muchísimo material y de muchísima singularidad. De todas maneras, cuando junto con Mariano Llinás, que es el coescritor de la película y con quien trabajo siempre, nos sentamos a escribir este guion, también sentíamos la importancia de hacer una película que tuviera valor cinematográfico en sí. El juicio de las Juntas es innegable como hecho, pero también había que hacer una película que tuviera valores cinematográficos suficientes como para que la gente pudiera mirar ese juicio y revivirlo con las herramientas que el cine les da.

Hablaba de Mariano Llinás y hace más de 10 años que trabajan juntos. ¿Cómo es esa sinergia?

SM: Somos amigos hace muchísimo tiempo, él fue mi profesor en el primer año de la universidad y era su primer año como profesor, así que desde ese momento nos hicimos muy amigos. Yo trabajé en proyectos suyos y cuando empecé a escribir mis películas él fue siempre mi colaborador y mi aliado principal, o sea que nos entendemos mucho. Casi que te diría que yo no sabría escribir sin él, a esta altura.

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¿Qué lugar ocupa el cine, el arte, en el proceso de transmutar el dolor colectivo? ¿Qué responsabilidad tiene en estos casos?

RD: Es difícil transmitir exactamente la sensación térmica del momento, el contexto, la circunstancia. El arte lo intenta, en algunos casos lo consigue; no solo el cine, la literatura, la pintura, la música. Las expresiones artísticas nos ofrecen la oportunidad de no solo recuperar y transitar el dolor, sino incluso mirarlo de una forma un poco más elevada y en algunos casos metafórica, y así es como en el tiempo va quedando por acumulación y algunos tenemos la oportunidad de revivir momentos, cosas, eventos, situaciones, circunstancias que a lo mejor no vivimos. En este caso, creo que el cine cumple cabalmente con esa consigna, al punto que nosotros estamos contando una historia que ocurrió en nuestro país a cargo de un montón de personas que con valentía, coraje, empuje, fueron para adelante. Tuvimos la oportunidad de mostrarlo en distintos lugares fuera de nuestro territorio y encontramos que la gente que se va cruzando con esa historia la abraza, la entiende, la acompaña y la vibra casi como si fueran argentinos. Quiere decir que estás contando una historia que tiene un derrame universal.

SM: Cuando se habla de la memoria y la construcción de la memoria me parece que se habla de algo que parece abstracto, pero es mucho más concreto de lo que de lo que parece. Recordar el juicio de la Junta por sus valores cívicos y por el contexto en el que se hizo es ayudar a construir memoria en relación a ese hecho puntual y en relación a los crímenes de la dictadura, sobre todo en una época en donde la sociedad está tan dividida. Han crecido tanto tantos discursos de odio y uno puede ver jóvenes enarbolando ideas reaccionarias, incluso casi reivindicatorias de la dictadura, me parece que está bueno que venga una película que recuerde este hecho que a todos los argentinos evidentemente nos pone orgullosos, y por otro lado que recuerde la dimensión del horror de los crímenes cometidos en la dictadura.

El alegato final de Strassera ha pasado a formar parte del imaginario social, ¿cómo se prepara para interpretar un momento tan incorporado a la memoria?

RD: Por supuesto era un momento que nos preocupaba, nos llamó muchísimo la atención y estuvimos prevenidos, pero me pareció que la mejor manera de entrarle con con naturalidad, con humanidad. Si tenés oportunidad de buscar parte de ese discurso a cargo de Strassera, te vas a dar cuenta de que tiene una forma de hablar y una métrica que no tiene nada que ver con la que utilicé yo. Y también si buscas la forma de expresarse de Peter a cargo de Moreno Ocampo también te vas a dar cuenta de que nosotros nos reservamos para nosotros una gran porción de libertad y de imaginación para recrear estas personas. El tiempo dirá si estuvimos bien o mal en ese sentido. Yo creo que lo hicimos bien porque lo hicimos con mucho respeto, con mucha prudencia, con mucha emoción también porque siempre estuvimos a cargo de la importancia de cada uno de los pasos que ellos fueron dando en esa tarea. Es un momento álgido de la historia porque todo apunta a que depende del alegato, hay muchas cosas que dependen del alegato y creo que lo logramos, que lo hicimos bien.

Esta película se estrena en un momento de crispación social y política en la Argentina, ¿cómo esperan que el público reaccione ante esta historia que destaca las virtudes de la democracia?

PL: Es justo lo que termina de completar a la película, la libertad del espectador. Creo que es una película que invita, más que nada, a las nuevas generaciones a verla. Por supuesto la democracia no es un lugar al que se llega sino que se va construyendo a medida que van pasando los años, ojalá la gente la reciba bien y con orgullo y le suceda lo mismo que nos suceda a nosotros: que por más que ya hayamos leído un guion, por más que ya las hayamos visto un par de veces con gente de otros países o charlado con gente de nuestro país que la vio, cada vez que nos sentamos en una butaca a verla en el cine nos seguimos sorprendiendo. Nos seguimos emocionando, nos sentimos un espectador más y espero que la gente la reciba de esa misma manera.

RD: Mencionás el tema de la actualidad y cómo podría funcionar u operar en ese sentido. Ojalá que todo lo que es la parte reflexiva, emocional, el universo de lo que está bien y lo que está mal, la moral, la justicia, la memoria, la dignidad, sean elementos que el espectador los pueda transitar, los pueda absorber y le ayude a recuperar la sensación que se tiene cuando uno está a cargo de algunos de esos elementos en su vida y para con los demás, porque es una película solidaria. Es un grupo de personas que están hablando en función del dolor que les ocurrió a muchas otras que a lo mejor no conocieron, pero están a cargo desde el Estado de representarlos y de defenderlos y de poner las cosas sobre la mesa. Ojalá eso a futuro sirva para para la reflexión, sea donde fuere que estés parado ideológicamente frente a todo esto. Creo que en ese sentido la película es muy inteligente, incluso pone las controversias internas sobre la mesa, no las esquiva. Se adelanta en ese punto y permite que vengas de donde vengas y vayas a donde vayas puedas acompañar esta historia humanamente.

SM: Me parece que el juicio en sí es un símbolo de unidad. Y un símbolo de sanación. Me parece que el juicio simbolizó una posibilidad de unir a la sociedad a través de un hecho cívico, social y de justicia inequívoco, y que le da un mensaje a la Argentina de hoy en ese sentido: se pueden lograr cambios y que se puede lograr cosas importantes cuando la sociedad está mirando hacia el futuro de una manera unida.

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