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De Gloria a Griselda: Sofía Vergara pasa de la comedia al drama en la piel de Griselda Blanco, "la madrina" de la cocaína

La actriz colombiana es la protagonista, pero también la productora, de Griselda; la serie de Netflix sobre la mujer que se convirtió en “la reina” de la cocaína en Miami
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24 de febrero de 2024 a las 05:01

La ceniza del cigarrillo recorre el contorno, marca el territorio, delimita el imperio. En el aire queda el humo, mientras en las calles todavía se seca un charco de sangre. Los niños duermen, las mulas desembarcan en el aeropuerto, la cocaína se vende entre los miembros más adinerados de La Florida.

Y el imperio de Griselda Blanco sigue creciendo.

Sofía Vergara se pone en la piel de "la reina de la cocaína" en Griselda, la miniserie de Netflix que desde su estreno se mantiene entre las 10 series más vistas por los uruguayos. Un drama que finalmente la saca de esa casilla prefabricada para una mujer bellísima, latina y con un acento irreverente, dentro de la que ha sabido perfectamente cómo construir una carrera inigualable. Un imperio.

De Gloria a Griselda

A los 17 años, mientras estaba en una playa del caribe colombiano, un hombre se le acercó y le preguntó si podía sacarle una foto. Y esa foto le cambió la vida.

La aspirante a odontóloga terminó convirtiéndose en una de las modelos más requeridas de Colombia antes de emigrar a los Estados Unidos –ya divorciada y a cargo de un hijo pequeño– donde fue la figura de campañas publicitarias, calendarios, portada de revistas y presentadora de la cadena Univisión. Hasta que dio con el proyecto televisivo que marcaría un antes y un después en su carrera: Modern Family.

Sofía Vergara construyó un personaje en el que explotó al tal punto el cliché de la mujer latina, madre y ama de casa-trofeo que lo hizo pedacitos, y lo rearmó con un tiempo de comedia divertidísimo. Gloria, una mujer y madre inmigrante que se casa con el estereotípico hombre blanco de mediana edad, y pasa a formar parte de una familia bastante particular.

Un rol por el que llegó a ser durante siete años consecutivos la actriz mejor pagada en la televisión de los Estados Unidos, según el ranking de la revista Forbes, y que le valió cuatro premios del Sindicato de Actores (SAG) así como múltiples nominaciones al Emmy, el Globo de Oro y una estrella en el Paseo de la Fama. "En mi carrera he hecho mucho más de lo que soñaba. Jamás soñé con ser actriz. Fue un accidente”.

Después de alcanzar fama mundial en el hilarante papel de Gloria Delgado-Pritchett, Griselda Blanco es un personaje determinante para Vergara. Y ella misma lo fue a buscar.

Ahora, a sus 51 años, mata, esnifa coca y manda mulas a Colombia para ascender en la escalera del narcotráfico, después de llegar a los Estados Unidos solamente con sus tres hijos, un kilo y una historia de violencia que es lo único que puede llegar a reproducir, hasta que se convierte en la mujer más temida del narco.

“Cuando supe de Griselda, quise hacerla. Porque era colombiana, porque era mujer, porque viví el drama del narcotráfico, porque mi hermano Rafael fue parte de ese negocio y lo mataron en 1996. Por todo ello, supe que podía hacerlo. Y lo he hecho cuando conseguí que confiaran en mí para hacerlo. Conseguí que me dieran la pasta porque ya había sido Gloria Pritchett, ya era Sofía Vergara”, dijo en una entrevista con El País de Madrid.

Griselda Blanco, La Madrina

En Medellín andan preguntando por vos, dicen que hay una mujer mafiosa en los Estados Unidos. ¿Sabés cómo te dicen? La madrina. 

La Madrina. La Viuda Negra. La Reina. Griselda Blanco fue la cabeza de una organización multimillonaria que movía droga desde Colombia a los Estados Unidos. Tuvo cuatro hijos y cuatro maridos. Convirtió a Miami en el campo de guerra del narcotráfico. Fue presa y liberada. Murió en Medellín en 2012, mientras esperaba que la atendieran en la carnicería como una ama de casa cualquiera. Un sicario y dos tiros terminaron con una de las mujeres más temidas de la década de los 80.

Vergara se acercó a Eric Newman, autor y productor de Narcos, en 2015 con la idea de llevar la historia de Blanco a la pantalla. Con ella como protagonista.

“Yo crecí en Colombia en los años 70 y 80, sé perfectamente cómo funciona el negocio del narcotráfico, y sin embargo nunca supe que en él había una mujer", dijo la actriz y productora ejecutiva de la serie. Pero esperó el momento adecuado. Cuando se enteró de la historia de "la jefa", Blanco todavía vivía y no creyó que fuera apropiado mostrar la historia de una mujer que había logrado salir de la cárcel después de una vida de crímenes. Sin embargo, tras el asesinato de Blanco en 2012, Vergara retomó la idea y puso el proyecto en marcha.

Vergara no es indiferente al dolor, las vidas y el desgarro social que deja a su paso el narcotráfico. De hecho, creció en Colombia durante una de las décadas más duras del enfrentamiento de los carteles de drogas. En una nota publicada por The New York Times contó que su hermano mayor, Rafael, “formaba parte de ese negocio” cuando lo mataron de un disparo en Bogotá y su hermano menor, Julio, fue adicto a las drogas y detenido decenas de veces antes de ser deportado. 

Ahora basta con prender la televisión para verla metiéndose coca y jurando venganza mientras pone a sus niños a dormir u organiza extravagantes fiestas en yates privados para expandir el mercado de consumidores. Y aunque la estilización del delito es un camino seductor en una serie en la que el lujo y la opulencia juegan con la necesidad y la pobreza en persecuciones sanguinarias, el objetivo de Vergara era hacer cuerpo la complejidad de una mujer que llegó a tener a la ciudad a sus pies y el control de la distribución de cocaína del Cartel de Medellín mientras criaba cuatro hijos.

“La intención no es mostrar el narcotráfico, es mostrar la historia y eso fue lo que tratamos de hacer con la serie y con el personaje de Griselda: retratar a la mujer dentro de un negocio tan horrible y cómo éste la transformó”, contó a Vogue. Y si bien series como Narcos, donde se basaron en el ascenso y la caída de Pablo Escobar, se adentró más en el aspecto documental y político del delito de narcotráfico, Griselda se cierra en la vida de esa mujer que se abrió camino en un mundo dominado por hombres a fuerza de balas y machetes.

Durante seis meses la actriz colombiana se fajó el cuerpo, se puso prótesis en la nariz y en los dientes, y se entregó a un proceso de transformación estética que le insumía tres horas antes de actuar y tres más antes de irse a su casa. Y si bien Griselda Blanco era una mujer de 1 metro con 60, que poco pasaba por intimidante y menos podría parecerse a la Griselda de Vergara, a quien ella realmente quería dejar atrás era a Gloria.

Era un terreno nuevo para ella. No solo es la primera vez que hace un drama sino que (increíblemente) fue la primera vez en la que actuó en español. Además, en una serie con artistas latinoamericanos: "Hicimos una mezcla de chicanos, cubanos, venezolanos, argentinos y por supuesto, colombianos. Toda la gente de la serie es latinoamericana", destacó.

Sofía Vergara está creando oportunidades para otros artistas de Latinoamérica, con una historia que golpea en el centro una de las problemáticas sociopolíticas más graves de la región.

Un proceso que emocionalmente la afectó, según reconoce en diferentes entrevistas, en el que la carga emocional del personaje le pasó la cuenta. La historia de una madre, inmigrante y mujer que busca proteger a sus niños a cualquier costo (aunque sea el de la vida del hijo de alguien más). Pero su propia ambición y el deseo del poder se van interponiendo con el bienestar de sus hijos, mientras la ciega la droga que también consume. Una interpretación algo libre de la historia de la mujer que manejó el mercado en la vida real.

Un personaje con un instinto de supervivencia, que soportó la misoginia, la violencia, la pobreza y la prostitución para convertirse en un animal con problemas para confiar en su propia manada. Una tipa que no duda antes de vaciar un cargador y cada vez piensa menos cuando ordena matar a una familia.

Sofía Vergara da un paso hacia el drama con una historia que deja afuera de su propia caja. Y lo hace dejando atrás la imagen de la bomba latina con la que construyó sus primeras décadas de éxito. “A mí estas tetas gigantes y este cuerpo me abrieron todas las puertas, fue mi pasaporte al mundo con 20 años, cuando empecé como modelo, pero hoy tengo 51 años y sigo dentro”, dijo Vergara en la entrevista con El País de Madrid.

La barranquillera se posicionó en los 90 como el epítome de la belleza latina, haciendo uso del deseo del mercado y el estereotipo que encasilla a las mujeres hermosas de habla hispana en los Estados Unidos, pero logró construir su propio imperio desde allí, como actriz, presentadora de televisión, figura mediática, productora y empresaria. Porque Sofía Vergara, al igual que Gloria Pritchett (y salvando las enormes distancias, el personaje que construye en torno a Griselda Blanco), se sigue construyendo a sí misma.

Así lo resume: “No le temo al riesgo, trabajo como nadie, tengo personalidad, siempre he estado vigilante a lo que había fuera y no he tenido miedo. Hay mujeres más bonitas, más jóvenes, con más tetas y más cuerpo que yo, pero yo sigo dentro porque he demostrado que puedo quedarme. No hago neurocirugía, solo entretenimiento, y lo peor que me puede pasar es que digan que salgo fea o que esta burra no sabe actuar. Puedo soportarlo”.

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