¿El motivo? Las autoridades sanitarias estadounidenses habían encontrado en ellos restos de etión, un pesticida de uso común en Uruguay para combatir la garrapata.
Sonaron todas las alarmas por varios motivos. El primero de todos fue el hecho mismo de la aparición del producto en la carne en niveles superiores a los admitidos, aunque después se supo que ese garrapaticida ya no está permitido en la potencia del norte.
En un contexto en el que Uruguay se precia de tener en la ganadería un estatus sanitario prestigioso, al punto que para muchos países es importante estar habilitados para comerciar con el país, el suceso sonó a tener una mancha.
Otro motivo de alarma fue la posibilidad de poner en riesgo el mercado estadounidense, que supo ser el principal destino de la carne vacuna uruguaya y donde en base a calidad y diferenciación hay expectativas de crecer.
Basta poner como ejemplo el logro del ingreso de la carne ovina desosada y, en forma más reciente, la Never Ever 3, la carne vacuna natural certificada por el USDA.
El ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Tabaré Aguerre, tomó cartas en el asunto y fue suspendida la autorización para exportar de uno frigorífico involucrado en varios contenedores. No se pudo evitar, sin embargo, ingresar en un período de temores e incertidumbres para los envíos de carne a ese destino.
En forma simultánea, el MGAP llamó a la profesión veterinaria a asumir responsabilidades en el correcto uso de los específicos veterinarios y también suspendió el uso del etión en el combate a la garrapata.
Recuerdo que hace muchos años, un prestigioso veterinario comentó que la garrapata era difícil de combatir porque Uruguay era un país donde se movía mucho ganado.
A partir de este episodio hubo también un debate sobre la aplicación del producto, pero también se informó que los productores no respetaron los tiempos de espera antes del envío de sus animales a la planta de faena.
Lo cierto es que los servicios sanitarios oficiales iniciaron un proceso fuerte que incluyó una campaña de concientización en toda la cadena cárnica, desde los productores y veterinarios hasta las empresas que venden los remedios y las industrias.
Fue la mejor reacción que se podía esperar de la ganadería uruguaya, en lo interno para no repetir los errores cometidos, y hacia el exterior para no perder confianza de los mercados.
Finalmente esta semana las autoridades, encabezadas por el director de los Servicios Ganaderos, Francisco Muzio, y el propio ministro recién llegado de Marruecos, hicieron una evaluación del camino transcurrido.
Cada parte dio hizo su balance y todos coincidieron que la mejor moraleja ha sido transformar una amenaza en una oportunidad. La ocasión de fortalecer la campaña contra la garrapata.
De paso, quedó claro que, parafraseando al ministro Aguerre, la confianza de los mercados en la calidad e inocuidad de la carne uruguaya se construye durante años, pero se pierde en un desliz. Por eso hay que apostar siempre a la prevención.
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