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El conflicto ecuatoriano se extiende de Guayaquil a Bélgica

Los indígenas toman Quito, el presidente Moreno mudó su despacho a orillas del Pacífico y Correa exige desde Bruselas elecciones para "recuperar la patria"
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09 de octubre de 2019 a las 05:03

En Venezuela hay dos presidentes desde enero, Perú también tuvo dos por una noche hace un par de semanas y en Ecuador hay uno batiéndose en retirada y otro, que lo fue y quiere volver, que despide su video de este martes llamando a elecciones con el socorrido "hasta la victoria siempre".

En América Latina no pasa nada, y pasa todo. En un centenar de horas, desde el pasado primero de octubre, el gobierno de año y medio de Lenín Moreno se resquebraja y aparece rodeado de adversarios,y enemigos, por todos lados. "Hay diálogo para los hermanos indígenas que lastimosamente tienen necesidades, y en eso estamos completamente de acuerdo", ofreció Lenín Moreno desde Guayaquil, luego de sostener una reunión con todos los poderes institucionales de su país.

El llamado lo hace con el agua al cuello, luego de dejar el palacio de gobierno capitalino —la segunda vez en la historia republicana de Ecuador: la otra ocurrió el 10 de enero de 1859, como recuerda el diario El Universo de Quito—, acosada la capital por la llegada de miles de indígenas que prometen para este miércoles la gran manifestación contra el "paquetazo" económico de Moreno.

Ecuador, en el verbo de Rafael Correa, era una tierra "próspera y feliz" hasta que Moreno, su exvicepresidente asumió el poder en mayo de 2017. "Me equivoqué con Moreno", admitió el ex jefe de la "Revolución Ciudadana", desde Bélgica, donde vive, a lo que siguió un "pero no me equivoqué en que sería cuestión de tiempo".

De inmediato sonaron las alarmas en varias latitudes: siete naciones latinoamericanas  —Argentina, Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Perú y Paraguay— expresaron su "profundo rechazo" a toda acción encaminada "a desestabilizar a nuestras democracias por parte del régimen de Nicolás Maduro y de los que buscan extender los lineamientos de su nefasta obra". Un tiro a Caracas, y otro a Bruselas.

La jefa de la diplomacia europea, la italiana Federica Mogherini, —experta en apagar fuegos y muy próxima a ser reemplazada por el español Josep Borrell, que ya adelantó que su prioridad estará en los Balcanes y la frontera este europea— conversó este martes con su homólogo ecuatoriano, José Valencia, para urgir a "actuar con moderación y evitar una escalada mayor", y atender la oferta de mediación de la Iglesia y de la ONU.

Mogherini aboga por  la"necesidad de un diálogo constructivo sobre reformas en el seno de las instituciones políticas y democráticas pertinentes".

Diálogo, ese término tan esquivo, que enarbola Moreno y rechazan las organizaciones indígenas que cruzaron el país para exigir el fin, una vez, más del neoliberalismo, un propósito, que a pesar de la distancia, aplaude desde Bélgica el exmandatario Correa que clama "por la vuelta de la patria". Hay, pues, una correa de transmisión.

 

 

 

 

 

 

 

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