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El saxofonista y clarinetista cubano Paquito D'Rivera se encontraba en Nueva York hace 20 años cuando recibió una llamada. El reconocido músico de jazz y ganador de múltiples premios Grammy fue contactado por el pianista argentino Jorge Navarro con un pedido extraño. "Aquí hay un señor uruguayo llamado Francisco Yobino que quiere hacer un festival de jazz y que lo ayudes con la organización", indicó el porteño. "Perfecto. ¿En qué teatro lo van a hacer? ¿En el Solís?", cuestionó D'Rivera. "No, no", se escuchó del otro lado del teléfono. "Lo vamos a hacer en una vaquería", agregó Navarro, para sorpresa de su colega cubano.
Ese intercambio fue el principio de una conversación que vincularía desde entonces a D'Rivera a la organización del primer Festival Internacional de Jazz de Punta del Este, creado por el uruguayo Francisco Yobino. Veinte años después de aquella llamada en 1995, D'Rivera asegura que la magia del evento fernandino se mantiene intacta, pese a no poder reconocer cuál es. "A mí sigue sin gustarme el aire libre, no me atrae mucho", afirma el músico a El Observador desde la finca El Sosiego, donde se realizó la edición número 20 del festival. "Pero este sitio tiene una magia. La gente viene a escuchar música y hay un silencio. Es una excepción".
El jazzista cubano nuevamente se encargó de la dirección musical del evento, así como de encabezar su acto de cierre el pasado domingo, junto a una orquesta de 11 músicos que incluyó piano, batería, contrabajo y varios instrumentos de viento.
Unos minutos antes de la presentación de la big band bautizada como la International Festival Jazz Orchestra, D'Rivera y el resto de la organización se encargó de homenajear a Yobino, quien se mantiene menos nostálgico frente a la creación del festival que ha recibido a cientos de músicos reconocidos dentro del género. "El único objetivo es brindarle cultura al turismo", explica. Dos décadas después de organizar la primera edición, asegura no haberse imaginado seguir durante tantos años. Sin embargo, al referirse a la dificultad en la búsqueda de apoyo económico para armar el evento, Yobino indica que el festival no ha logrado una consolidación total y que año a año se cuestiona su realización.
De todas formas, el optimismo retorna en sus palabras cuando se cuestiona el lugar del jazz en su vida. "El jazz es la música que escuchó desde los quince años", cuenta Yobino. "No puedo vivir sin esta música. Es algo que se siente en la piel, te gusta o no. Cuando eso sucede es difícil apartarse. Me mueve mucho", agregó.
Por su parte, D'Rivera tampoco dice tener claro cuál es el swing que conmueve a los fanáticos e intérpretes del jazz, pero pone al festival realizado en El Sosiego como un evento ejemplar para tratar de comprenderlo a través de los años.
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