Pedro Hernández, un exfuncionario de una bodega que confesó atraer al desaparecido Etan Patz a un sótano y ahogarlo, fue declarado culpable de asesinato y secuestro por un jurado en Nueva York. Más de 30 años después, se resolvió un caso que sacudió a Estados Unidos.
El 25 de mayo de 1979, la madre de Etan le permitió al niño caminar solo por primera vez hasta la parada de su ómnibus escolar en SoHo. Hacía tiempo que él la presionaba para ser más independiente y esa mañana le había suplicado para andar por su cuenta. A regañadientes, la mujer accedió y lo dejó ir con un dólar para que no fuera con las manos vacías.
Desde que desapareció, el misterio sacudió Nueva York y su fotografía comenzó a ser protagonista de los carteles de desaparecidos, de las cajas de leche, de los diarios y de los noticieros.
Durante un tiempo, José Ramos fue el principal sospechoso del caso. El hombre era un pedófilo convicto que tenía una relación con una mujer que había sido contratada para acompañar a Etan de su casa a la escuela.
Mientras tanto, Pedro Hernández era un desconocido. El joven de 18 años había llegado de Nueva Jersey y trabajaba en la bodega a la que ingresó el niño.
Las autoridades llegaron a Hernández a través de su cuñado. Ante la sospecha de que podría ser el culpable de la desaparición de Etan, el hombre contactó a la policía en 2012 y compartió sus dudas.
La ex esposa de Hernández, a su vez, le contó a los investigadores que él le había contado que había matado a un muchacho y que encontró una imagen de Etan en un cajón escondido en el armario.
En esta línea, un miembro de un grupo de la iglesia a la que él acudía, declaró que un día el hombre llegó llorando y que le dijo que había atacado a un niño.
También declaró que creía que el niño seguía vivo cuando lo dejó y afirmó que no lo había abusado sexualmente. Sin embargo, los investigadores afirmaron que sus impulsos sexuales lo habían llevado a matar al niño.
El cuerpo de Etan nunca fue encontrado y los fiscales no tienen evidencia científica de las escenas del crimen para corroborar sus argumentos pero la confesión de Hernández fue suficiente para lo que lo condenaran.
Como parte de su defensa, sus abogados explicaron que sufría de un trastorno de personalidad que no le permitía distinguir entre la realidad y la fantasía. Con este argumento quisieron demostrar que su historia era parte de una ficción pero no convencieron al jurado.
A los 56 años, Hernández será sentenciado el 28 de febrero cuando enfrentará hasta 25 años de prisión perpetua por cargos de secuestro y asesinato, según los fiscales.
El presidente del jurado, Tommy Hoscheid, explicó a The New York Times que "las deliberaciones fueron difíciles pero hubo conversaciones constructivas basadas en una lógica que era analítica y creativa, adaptativa y compasiva, y en última instancia, un poco desgarrador".Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá