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El rol de las filtraciones de documentos secretos en las políticas sobre la guerra en Ucrania

Más allá de la competencia profesional, la publicación por los grandes medios de documentación e información sobre Ucrania obedecería también a objetivos específicos de sectores del establishment de defensa norteamericano
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21 de abril de 2023 a las 05:01

El titular del Washington Post de la semana pasada cayó como una bomba para aquellos que sólo se informan sobre la guerra de Ucrania mediante medios de prensa occidentales: “Estados Unidos duda de que la contraofensiva de Ucrania produzca grandes ganancias, dice un documento filtrado”, afirma el editor en jefe de Consortium News, un sitio independiente de investigación periodística.

La nota del Post admite que las audiencias de los medios occidentales han sido engañadas sobre el curso de la guerra y en el segundo párrafo deja en claro que los documentos filtrados a las redes sociales por el recluta Jack Teixeira muestran que la ofensiva ucraniana planeada durante mucho tiempo fracasará, evidenciando “una marcada desviación de las declaraciones públicas de la administración Biden sobre la vitalidad del ejército de Ucrania”.

The Post afirma que las filtraciones probablemente “animarán a los críticos que sienten que Estados Unidos y la OTAN deberían hacer más para impulsar una solución negociada al conflicto”.

Es lo que anticipan el ex funcionario del Departamento de Estado (DE) Richard Haas y Charles Kupchan, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores en una columna en Foreign Affairs: “es difícil sentirse optimista acerca de hacia dónde se dirige la guerra".

En su nota “Occidente necesita una nueva estrategia en Ucrania: un plan para pasar del campo de batalla a la mesa de negociación”, los autores afirman que “el mejor camino a seguir es una estrategia secuencial de dos frentes destinada a reforzar primero la capacidad militar de Ucrania y luego, cuando la temporada de combate termine a fines de este año, llevar a Moscú y Kiev del campo de batalla a la mesa de negociaciones”.

Lauría precisa que el artículo no menciona las filtraciones, aunque se publicó después de que las revelaciones dejaran en claro que la ofensiva ucraniana, destinada a atravesar el puente terrestre de Rusia hacia Crimea, fracasaría.

Más allá de la retórica triunfalista sobre una supuesta superioridad operativa ucraniana, el texto exhibe con claridad la estrategia de Occidente: antes de negociar, Ucrania necesita lanzar su ofensiva para recuperar algo de territorio, "imponiendo grandes pérdidas a Rusia, excluyendo las opciones militares de Moscú y aumentando su disposición a contemplar un acuerdo diplomático".

Pero eso es una tarea difícil, es poco probable que Moscú negocie al final de la ofensiva ucraniana, particularmente porque el artículo admite la "superioridad numérica del ejército ruso" y que Ucrania "enfrenta restricciones crecientes tanto en su propia disponibilidad de combatientes como en la ayuda del exterior".

Según Lauría, Moscú estaba listo para llegar a un acuerdo con Kiev un mes después de su “opración militar especial”, pero Estados Unidos y la OTAN diluyeron esa oportunidad. ¿Por qué Moscú aceptaría un trato ahora cuando Ucrania está debilitada y Rusia parece estar en condiciones de obtener ganancias en el campo de batalla?

El artículo de Foreign Affairs admite que “al final de esta temporada de lucha, Estados Unidos y Europa también tendrán buenas razones para abandonar su política declarada de apoyar a Ucrania durante el tiempo que sea necesario, como lo expresó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden”.

Fracasada la opción militar, “los aliados de la OTAN iniciarían un diálogo estratégico con Rusia sobre el control de armas y la arquitectura de seguridad europea más amplia”.

La nota de Foreign Affairs recomienda, paradójicamente, lo que Moscú pedía antes de su invasión de febrero y que fue rechazado por la OTAN y Estados Unidos.

Ya en febrero, el presidente francés Emmanuel Macron, que también impulsa esta estrategia, y el canciller alemán Olaf Scholz, le dijeron al presidente ucraniano Volodymyr Zelenksy que el juego podría estar cerca de su finalización, así lo informó el Wall Street Journal.

Días después, la inteligencia de Estados Unidos le proporcionó una historia a The New York Times de que un grupo pro-Ucrania, y posiblemente el propio gobierno ucraniano, estaba detrás de la destrucción de los oleoductos Nord Stream.

Lauría se pregunta por qué el Times, el Post y otros medios corporativos publican las filtraciones -incluída la más reciente de los papeles del Pentágono- más allá de cuestiones de competencia entre medios periodísticos y necesidades de marketing.

Una razón no descartable sería, que publicando las historias sobre Macron y Scholz y los documentos filtrados por Teixeira, los medios preparan a la opinión pública y sientan las bases para que Estados Unidos “se desenchufe” gradualmente del conflicto ucraniano admitiendo finalmente que Kiev está perdiendo la guerra y es necesaria una negociación.

El exanalista de la CIA Larry Johnson cree que a Teixeira le tendieron una trampa, porque entre los documentos que supuestamente filtró había uno del Centro de Operaciones de la Agencia Central de Inteligencia, donde solía trabajar Johnson.

“El Centro de Operaciones de la CIA produce dos informes diarios, uno por la mañana y otro por la tarde. No es un producto 'Comunitario', es decir, no se distribuye a las demás agencias de inteligencia. Es un documento interno de la CIA (por supuesto, está disponible para el director de Inteligencia Nacional)”, escribió Johnson en su sitio web Son of the New American Revolution.

Teixeira no estaba en la C.I.A. por lo tanto, no hay forma de que tenga acceso a un documento del Centro de operaciones, escribió Johnson. Entonces, ¿cómo puso sus manos sobre él?, se pregunta Johnson.

La conclusión implícita es que Teixeira puede haber sido un chivo expiatorio de alguien de las fuerzas armadas o de inteligencia de Estados Unidos que se opone a la obsesión de los neoconservadores por continuar la guerra a toda costa.

Uno de los máximos exponentes de los “neocons”, John Bolton, exasesor de seguridad nacional de Donald Trump, escribió un artículo en The Wall Street Journal titulado “Una nueva gran estrategia estadounidense para contrarrestar a Rusia y China”.

Bolton entiende que el mundo está cambiando, y no a favor de Estados Unidos. Por lo tanto, su respuesta no es revertir la política fallida de Washington, sino elevar el gasto militar a los niveles de la era Reagan; reanudar las pruebas subterráneas de bombas nucleares y ampliar “la Organización del Tratado del Atlántico Norte a nivel mundial, invitando a Japón, Australia, Israel y otros comprometidos con los objetivos de gasto de defensa de la OTAN a unirse”.

Con respecto a Ucrania, Bolton afirma que “después de que Ucrania gane su guerra con Rusia, debemos apuntar a dividir el eje Rusia-China. La derrota de Moscú podría derrocar al régimen de Putin. Lo que viene a continuación es un gobierno de composición desconocida. Los nuevos líderes rusos pueden o no mirar hacia Occidente en lugar de Pekín, y podría ser tan débil que la fragmentación de la Federación Rusa, especialmente al este de los Urales, no es inconcebible”.

Lauría afirma que, incluso si se descarta a los extremistas como Bolton, todavía hay un gran obstáculo en el camino de quienes miran con realismo la situación internacional:  la campaña de reelección de Biden, que supuestamente será anunciada en breve. Y para su campaña es un hecho de que podría buscar aliarse con sectores neoconservadores.  

La pregunta que flota en el aire es si Estados Unidos podrá acceder a la realidad de que su objetivo de desangrar a Rusia también está desangrando a Ucrania sin que se avizore un final claramente favorable para Occidente.

(Consortium News, Scheerpost, Bellingcat)

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