El rugido de Detroit

El sueño americano estaba en busca de un lugar cómodo y cálido donde acurrucarse y ser mimado; ese lugar fue Detroit. A partir del siglo XX las principales marcas automotoras comenzaron a prosperar y desarrollarse en la ciudad, con lo que la convirtiera en la capital del mundo automotor y el lugar perfecto para un nuevo amanecer. Promesas más que suficientes para que las demás ciudades perdieran algún que otro habitante.

Berry Gordy fue uno de los pocos que logró escaparse de las líneas de producción y en la década de 1960 funda Motown Records. Sus simples y pegadizas composiciones sumadas al talento de artistas como The Temptations, The Jackson 5, Lionel Richie y muchos más lograron imponer el ritmo de la nueva y joven América, un éxito a la vez. Ahora Detroit no solo se expandía en las carreteras, también lo hacía a través de los parlantes.

Estados Unidos se encontraba envuelto en una profunda crisis social, en la que las minorías luchaban por sus derechos y reclamaban el lugar que les correspondía y les habían prometido. El país se vio desbordado por todo tipo de manifestaciones y la violencia era el común denominador en la gran mayoría, por no decir en todas.

A pesar de que Detroit dominaba las automotoras y las listas de éxitos, no pudo escapar de un sistema demandante que solo era capaz de producir hacinamiento, desempleo y una sociedad dividida por el racismo. Los negros chiflaban y chiflaban, pero la bestia ni siquiera se volteaba a mirarlos, simplemente pedía más comida.

El fuego era inminente y el sistema no iba a quedarse echado en la cucha. La indignación y la ira estaban haciendo chispas cerca de la mecha, pero faltaba lo más importante: la banda sonora. Las suaves y dulces melodías del Motown eran incapaces de representar la nueva cara pintada de Detroit. Había que cambiar el disco.

John Sinclair fue una figura clave en el movimiento de Detroit, liderando una contracultura que encontró en la provocación y los excesos la forma perfecta de combate. Pero además se hizo un tiempo para ser el gurú de cinco hijos de la clase trabajadora que tenían más conciencia agresiva que social y en las paredes se hacían llamar MC5.

La tensión que provocaban el desempleo, la discriminación racial, la represión y el abuso por parte de las autoridades no hacían más que ponerle nafta a los riff incendiarios de Fred "Sonic" Smith y Wayne Kramer, potenciar los golpes de Dennis Thompson, motivar el ritmo del bajo de Michael Davis y subir de tono la garganta de Rob Tyner. Odiaban a la policía, querían derrocar al sistema y destruir el poder político e iban a intentarlo bajo el grito de Kick Out the Jams Mother Fucker!

Durante las últimas noches del mes de octubre de 1968, en el Grande Ballroom de Detroit, se graba uno de los más potentes álbumes en vivo que el mundo haya escuchado. Cargado de energía y distorsión, un retrato sonoro de la revolución que se vivía en las calles y en los escenarios. En 1969 el debut discográfico de MC5, Kick Out the Jams, ve la luz.

El álbum funciona como una verdadera proclama, arengando desde la cólera a un público sediento de revolución, utilizando como megáfono nada más que la sed de rebelión. Es precisamente el segundo tema del disco, que además le da título, el que estalla como una molotov en medio de la audiencia y de todo Detroit, que comienza a explotar con un Kick Out the Jams Mother Fucker!

Siete palabras inflamables

Ese grito visceral generó la indignación de su sello discográfico Elektra, el que se negó a publicar el mother fucker en algunas ediciones posteriores. Varias de las más grandes superficies tampoco aceptaron comercializar el disco y muchas emisoras de radio optaron por la versión "apta para toda la familia", 100% libre de insultos.

Cabe destacar que la juventud no comenzó a rebelarse y a hacerle frente a la autoridad por un tema de menos de tres minutos de duración, pero MC5 fue capaz de ponerle música de fondo a una lucha que buscaba barrer el polvo que tapaba la ciudad.

El sistema movió todas sus fichas para mantener bajo control a las multitudes que reivindicaban su lucha desde la calle y callar a quienes bombardeaban desde los escenarios. Tanto la policía de Detroit como el FBI hicieron lo posible para silenciar la revuelta, callar al hippie que tenía las cuerdas bocales filosas y los huevos bien puestos. Silenciar el Kick Out the Jams.

En 1969, John Sinclair es llevado ante la Justicia por posesión de marihuana y encerrado por 10 ilógicos años. Gracias a la repercusión que tomaría el caso sería liberado pocos años después, pero el daño ya estaba hecho. La falta de guía y las tensiones personales y políticas habían comenzado a resquebrajar la banda y terminaron por quebrarlo todo.

Kick Out the Jams fue mucho más que un "himno de guerra", fue uno de los pilares sobre los que se construiría una ideología que revolucionaría la música un par de años después: el punk. Los MC5 rugieron más fuerte, y el eco se sigue oyendo hasta nuestros días. El tema Kick Out the Jams llegó al puesto 82 en el Billboard y la revista Q lo destaca en su lista de las 100 mejores canciones con guitarra. Además, desde el 2003 el disco figura en la lista de los 500 mejores álbumes de la revista Rolling Stone.

La fiesta de las panteras blancas

En 1967 Detroit vivió cinco días seguidos de disturbios. Murieron 43 personas y 33 de ellas eran negras. MC5 quería demostrar su apoyo a la revolución más allá de los surcos. Junto a Sinclair fundaron The White Panthers, una colectividad política con el objetivo de apoyar y luchar por los ideales antirracistas de las Panteras Negras.