Ahora, casi 50 años después de esta hazaña, y justo cuando el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, acaba de anunciar su intención de volver al satélite, el sueño espacial resuena de nuevo con fuerza. El pasado miércoles, la compañía estadounidense Space X, fundada y dirigida por el magnate de Silicon Valley Elon Musk, logró poner en órbita el cohete Falcon Heavy, el más potente del mundo en activo y con capacidad para transportar 64 toneladas.
El lanzamiento del Falcon Heavy marca un hito en la carrera espacial por muchos motivos. El principal es que se trata del primer cohete de estas dimensiones que es enviado al espacio por una compañía privada y no por una agencia espacial gubernamental. Hasta ahora, la factura de estas costosísimas misiones corría a cargo del presupuesto de los países. En este caso, ni Estados Unidos ni Rusia ni China, las potencias que han liderado tradicionalmente la carrera espacial, están involucradas en la misión.
Su lugar lo han ocupado una serie de corporaciones privadas, a cuyos mandos están algunas de las mayores fortunas del mundo, que han visto en el espacio un filón para hacer nuevos e inimaginables negocio. Entre ellos figura el fundador de Amazon, Jeff Bezos, quien a través de su firma Blue Origin ensaya el lanzamiento de turistas al espacio. Un objetivo compartido por el británico Richard Branson, propietario del conglomerado Virgin Group, que incluye desde aerolíneas hasta discográficas, y que a través de Virgin Galactic aspira a liderar la conquista comercial del espacio suborbital.
Minería espacial
Pero hay más. Planetary Resources, dirigida por Chris Lewicki, un exingeniero de la Nasa que participó en las misiones que llevaron a Marte al vehículo Rover, y que cuenta con el apoyo del fundador de Google, Larry Page, quiere explorar la hasta hora inédita minería espacial. Es decir, la explotación comercial de las materias primas que se acumulan en los asteroides. Según cálculos de la compañía, existen más de 16.000 cuerpos rocosos que comparten una órbita similar a la de la Tierra y que, por lo tanto, son susceptibles de ser explotados. De momento, la empresa se ha centrado en la búsqueda de agua. Se estima que hay dos mil millones de toneladas de este elemento, en forma de hielo, disponibles en los asteroides cercanos a la Tierra.
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