Cuidarnos implica estabilizar rutinas saludables y “escuchar” a nuestro cuerpo. Aprender cómo nuestro cuerpo-mente reacciona, según lo tratamos será una guía de buenas prácticas. Diversos hábitos son necesarios para garantizar un óptimo funcionamiento del cuerpo-mente. Uno de ellos: hábitos del sueño. ¿Qué es el sueño? El sueño es un estado fisiológico y biológico relacionado con la salud, el bienestar y la longevidad. Está regulado por una especie de reloj interno, el ciclo circadiano que se relaciona con el día y la noche. Establecer buenos hábitos del sueño será indispensable para lograr una buena calidad de vida. Por el contrario, dormir mal o poco en forma sostenida en el tiempo, generará disfunciones a nivel cognitivo, físico, emocional y social.
A nivel físico: el descanso favorece la oxigenación de los tejidos, la regeneración celular, la reparación muscular y el equilibrio, entre otras muchas cosas. De allí que, cuerpos con buen descanso, serán más joviales. El mal sueño, afecta negativamente el funcionamiento de órganos y tejidos. Disminuye el rendimiento en los diversos procesos y funciones corporales, generando efectos negativos acumulativos. Dormir mal altera el metabolismo, lo que podrá conducir al aumento de peso, así como a diagnósticos de diabetes tipo II. La falta de sueño predispone a problemas circulatorios así como cardíacos. Altera el sistema inmunológico, endócrino y los demás sistemas vitales.
A nivel cognitivo: es importante destacar que el cerebro requiere de un buen descanso para lograr el buen funcionamiento integrado mente-cuerpo. El sueño en sí permite el reseteo diario que el organismo necesita para sostener las diversas funciones en forma adecuada. La falta de sueño altera capacidades como ser: atención, concentración, memoria, motivación y resolución de problemas, entre otros.
A nivel emocional: un sueño adecuado es esencial para permitir la regulación de las emociones y la capacidad de autocontrol. Dormir bien favorece emociones y actitud positiva, así como optimista. Por ejemplo, durante el sueño REM el cerebro procesa los eventos diarios y sus respectivas emociones. Por el contrario, la falta de sueño tiende a generar emociones negativas así como una evaluación distorsionada de la realidad. Descansar en forma insuficiente o con mala calidad, predispone al estrés y a problemas psicológicos como la ansiedad y la depresión. Asimismo, pueden ser evidentes alteraciones del humor, irritabilidad y agresividad, entre otros.
A nivel social: el sueño inadecuado conlleva dificultades en el relacionamiento. Genera conflictos y altera la capacidad de empatía y de comunicación. Predispone a la fatiga y facilita dificultades de desempeño laboral y académico, así como la participación en accidentes, etc.
El cuidado del sueño tanto en cantidad como en calidad, es importante en todas las edades. Cada etapa evolutiva tiene requerimientos específicos que atender y es recomendable informarse al respecto. Cuando la falta de sueño es crónica, los trastornos psicológicos que se generan, producen más alteraciones del sueño y se fortalece un círculo vicioso.
Despertares nocturnos, despertares tempranos, dificultades para la conciliación, pesadillas, levantarse cansado, percibir que el sueño no ha sido reparador, enfermedades, trastornos del sueño como la apnea, el síndrome de piernas inquietas, insomnio, entre otros. En los casos en que estas situaciones se sostienen en el tiempo, es importante consultar con el profesional de la salud correspondiente.
Respetar un horario para irse a dormir y mantener una rutina que respete el ciclo noche/día. Dormir el tiempo suficiente, lo que para la mayoría de los adultos son unas siete u ocho horas. Cuidar las condiciones del lugar físico: que sea un ambiente limpio, y ordenado, oscuro, con una temperatura fresca y en silencio. Cenar con tiempo suficiente para hacer la digestión y no consumir estimulantes. Dejar de utilizar pantallas al menos una hora antes de acostarse así como sacar los artefactos electrónicos fuera del dormitorio. Es importante irse a dormir con la mayor tranquilidad. Si bien es cierto que en ocasiones situaciones ajenas pueden afectarnos, evitemos discutir o mantener conversaciones difíciles antes de acostarnos. Practicar respiración consciente, relajación, meditación, etc. favorecerá una buena conciliación y calidad del sueño. ¡Estos son algunos de los hábitos a instalar y sostener con esmero!
El sueño es un proceso reparador, reorganizador y renovador del organismo orientado a optimizar el funcionamiento mente-cuerpo. Si bien otros factores también juegan, el sueño es indispensable para lograr:
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