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Elecciones: ¿contra quién?

Todos los gobiernos tienen logros y errores. La realidad es dinámica y nada sale como planificado. Eso es gobernar
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09 de marzo de 2024 a las 05:03

Con el discurso del presidente Luis Lacalle Pou ante la Asamblea General el sábado dos y los actos de lanzamiento de los candidatos del Frente Amplio, Yamandú Orsi en la Plaza Lafone y de Carolina Cosse en Villa Española, comenzó la carrera electoral rumbo a noviembre.

De no pasar nada extraño, a fines del mes 11 del 24, dos candidatos se encontrarán en el balotaje tras una elección que a todas vistas parece será reñida y que se definirá por un puñado de votos. Sufragios que paradójicamente son de personas que integran ese 63% de uruguayos a quienes la política le interesa poco y nada, según una encuesta reciente de Equipos.

La activa presencia del presidente en este comienzo de marzo inaugurando obras y asistiendo a los principales medios de comunicación hacen que su discurso y su relato de la situación y los resultados del gobierno que entra en su último año calen hondo en la opinión pública.

Nadie puede negar que Lacalle Pou, contra los pronósticos de los expertos, se ha transformado junto al presidente José Mujica en el político más popular del Uruguay. Su don de comunicación con la gente es evidente y su conocimiento del país y sus pagos, uno de los atributos más sobresalientes.

Pero no será candidato, así que no es el rival por vencer. Esto genera una situación curiosa: el Frente Amplio se enfrenta al legado de un candidato que no corre y a una coalición de cuatro partidos políticos que se da por sentado volverán a unirse para enfrentar a la izquierda.

Entonces: ¿a qué se enfrenta la izquierda? ¿A los candidatos del Partido Nacional Álvaro Delgado, Jorge Gandini y Laura Raffo, a la casi decena de candidatos colorados, a Guido Manini Ríos o a Pablo Mieres? ¿A todos juntos? ¿O al legado de Lacalle Pou?

Esta situación lleva a situaciones un tanto engorrosas para Carolina Cosse y para Orsi. Por ejemplo, circuló en redes un momento televisivo que ocurrió en la pantalla de Canal 12, en el programa Desayunos Informales cuando la exintendenta de Montevideo quedó sin palabras por no poder reconocer ni un solo logro del actual gobierno nacionalista. Ni uno solo.

No resulta creíble. Lo más llamativo es que alguien tan inteligente y astuta como lo es Cosse quedara en blanco ante una pregunta simple de los periodistas del panel.

Tengo la impresión de que hubo un error de apreciación en su semblante y su respuesta. Todos los gobiernos sean del signo que sean suman cosas buenas para el Uruguay. Nadie deja de ser ni auténtico ni leal a sus convicciones por reconocer construcciones lideradas por otros pero que dejan huellas positivas para el futuro de los uruguayos.

También le costó mucho a Yamandú Orsi reconocerle algo a este gobierno, y también se equivoca. “Ayer escuchamos todos la descripción de la situación de un país que, confieso, no conozco. Nos estaban hablando de otra realidad, o creo que se referían a otra realidad. El país real es otro”, dijo pese a que casi el 50% de los uruguayos aprueban la gestión del presidente.

Cosas buenas lo fue el Plan Ceibal, el Aeropuerto Internacional de Carrasco, la Ley del Puerto, la Ley Forestal, la legalización de la marihuana, el matrimonio igualitario, la ley contra el tabaco, la reforma de la Salud, la creación del Mides, y podría seguir mencionado sin reparar en el signo del partido político ocasional en el gobierno.

Perfectamente en esta lista podría entrar la forma en que se manejó la pandemia con la "libertad responsable", la actual baja inflación, la recuperación del salario real, la baja en el desempleo, el mejoramiento inocultable de la infraestructura vial del país y podría seguir.

Todos los gobiernos tienen logros y errores. La realidad es dinámica y nada sale como planificado. Eso es gobernar. Por eso es natural que el presidente de la República se encargue de resaltar los aciertos y decirlos a los cuatro vientos. Pero admitamos que su presencia en los medios de estos días representa un inconveniente para los comandos de todos los equipos. De los adversarios, los propios y los socios.

El candidato del oficialismo que lidera las encuestas en la opinión pública, Álvaro Delgado, que siguió al presidente a sol y sombra durante los últimos cuatro años y se presenta como el continuismo puro y duro no debe resultar sencillo encontrar un lugar donde pararse con un discurso original en estos días.

Tampoco la tiene fácil la economista Laura Raffo, representante del herrerismo ortodoxo, uno de los pilares de este gobierno con Luis Alberto Heber a la cabeza. Su desafío es diferenciarse, pero no demasiado.

El senador Jorge Gandini que con menos estructura y con la adhesión de dirigentes no gubernistas, marca un perfil más libre apostando al voto indisciplinado que no pertenece a las estructuras clásicas de Partido Nacional tiene otro problema: la falta de visibilidad de sus propuestas.

Los colorados se encuentran en una interna muy competitiva con resultado incierto. La irrupción de la excanciller Carolina Ache diciendo que quiere proponerse con una candidatura “colorada no una rosada” le hecha nafta a una competencia donde los perfiles se disputan por milímetros en una búsqueda desesperada no solo por lograr liderar sino hacer sobrevivir a una colectividad tan histórica como necesaria.

Cabildo Abierto, el socio más duro de la coalición republicana, se encuentra en un momento revulsivo a la interna. No parece estar cómodo. Padece dolores de crecimiento y algunas deserciones como la de la diputada por Montevideo Elsa Capillera ―que se fue con Andrés Ojeda al Partido Colorado―. La coalición necesitaría que vote bien para ganar.

El Partido Independiente de Pablo Mieres es el Partido Independiente de Pablo Mieres. Su apuesta es a que la ciudadanía valore su buena gestión al frente del ministerio de Trabajo y así ocupe el espacio, que en las elecciones pasadas le arrebató el economista Ernesto Talvi, con su sector Ciudadanos.

Para blancos, colorados, cabildantes e independientes encontrar el tono en esta campaña será crucial para su buen desenlace electoral, y no es fácil. ¿Hay que pegarse a la defensa del continuismo o arriesgar y volar con ideas nuevas y propias? La respuesta está por verse.

En grandes líneas el descrito es el mapa de largada donde en el centro de la cancha con la número 5 en la espalda y la pelota bajo el brazo se encuentra el presidente que ya adelantó que una vez que termine su gobierno quiere irse a “surfear” y bajar a caballo solo, de Artigas a Florida.

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