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Con cuatro años corrió su primera carrera. Dejó el motocross tras una caída donde sufrió pérdida de conocimiento. Llegó a sentir la adrenalina de pilotear una moto a 260 kilómetros por hora. Tiene apenas 16 años y ya arrancó su segunda temporada en el Campeonato Español de Superbike. Su nombre: Facundo Llambías. Su futuro: enorme.
De Paysandú a Azuqueca de Henares en las afueras de Madrid, la vida de Llambías transcurre a ritmo de vértigo.
El pasado fin de semana disputó la primera etapa del torneo español.
“A principios de 2020 yo corría en Brasil y vine a una carrera del Campeonato Español y me vieron del equipo Kawasaki Palmeto PL Racing invitándome a sumar al equipo. Yo me contacté con la Escuela 111 donde forman a pilotos y acá estoy”, dice Llambías en diálogo con Referí.
Se fue solo, sin sus padres, y vive con el entrenador Sergio Mora con el que los entrenamientos son durísimos.
“Hacemos mucha bicicleta para trabajar la resistencia. Esta semana llegué a hacer 70 kilómetros con muca subida. También hago mucha moto y gimnasio porque este deporte requiere mucha fuerza física”, explica.
El año pasado disputó sus primeras carreras en el Campeonato Español de Superbike que es un torneo de referencia que utilizan los pilotos del Mundial de Superbike (WorldSBK) para mantenerse bien entrenados.
El objetivo de Llambías es, de acá a dos años, llegar a la élite mundial del Superbike, algo para lo cual se necesita una inversión económica muy fuerte.
El fin de semana pasado, con más de 40 pilotos en pista, disputó la primera etapa de la temporada. En la primera carrera largó 11º, trepó al sexto puesto pero se cayó en una curva y quedó rezagado (32º). En la segunda largó 12º y terminó octavo.
Sin embargo, el botija es tan autoexigente que no quedó conforme: “Quería hacer podio y tenía el ritmo como para hacerlo”. La revancha ya tiene fecha: 15 de mayo en su circuito preferido, Navarra.
Las caídas son parte de este deporte. Y se entrenan para que no dejen secuelas físicas: “Generalmente se dan en las curvas y siempre se deben a un error propio o a que te toque un rival. La mía fue porque me apuré. Siempre hay que cubrirse con la mano y no ponerla en el suelo, claro, si te da el tiempo”.
Pero de caídas está hecho este deporte. Llambías lo conoció a los cuatro años a través de una moto que había comprado su padre, Julio. “Empecé corriendo en motos de 50 y 65 centímetros cúbicos. Y al poco tiempo empecé a viajar a competir afuera y a hacer muchos amigos. Fui a Cancún, Guatemala, Chile, Perú, Argentina y Brasil”, cuenta Llambías.
A los 13 años tomó una decisión radical en su carrera: dejó el motocross abandonando la tierra para pasar a correr al asfalto.
“El motocross es muy peligroso por las caídas. A los seis años me quebré un hombro. Tengo los dos codos fracturados. Pero el día que dije ‘no va más’ fue en un Latinoamericano de 85 cc. En una quinta a fondo, tuve una caída muy fuerte en la que sufrí pérdida de conocimiento. Nadie podía creer cómo había quedado esa moto, con el chasis doblado. Al otro día volví a correr, me acuerdo que tenía todos los brazos hinchados. Hasta que un rival me tocó y no me dio la fuerza para aguantarme y me caí”, recuerda como si se tratara de un juego para niños.
El alemán Ken Roczen es uno de sus ídolos deportivos con los que recuerda su etapa de motocross.
“Hace dos años tuvo una caída muy fuerte, los médicos le recomendaron no correr más pero volvió y fue campeón. Un fenómeno”.
Su otro gran ídolo es el español Marc Márquez, piloto campeón de MotoGP.
España es una cuna de talentos en el motociclismo. Y ahí anda entreverado este adolescente uruguayo.
Llegó el año pasado, atravesó la pandemia al otro lado del Atlántico, lejos de sus pagos.
“El año pasado lo tomé más como entrenamiento. Llegué a correr en el torneo pero no pude hacer podios. Este año, el objetivo es salir campeón”, expresa. Y se tiene confianza.
El torneo se compone de seis etapas y de un total de 12 carreras.
Con 16 años, corre a 190 k/h y una vez, en Barcelona, llegó a sobrepasar la barrera de los 200 k/h. Es la velocidad a la que se llega en 400 cc. Pero a Llambías le gustan los 600 cc. “Es más rápida, me gusta más. Un año, en Argentina, metí 260 k/h en la recta final. Pero para eso hay que aprender bien en los 400 cc que es tremenda escuela”.
¿Qué se siente a semejante velocidad? “Miedo no le tengo a la velocidad”, dice el chiquilín.
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