Desde sus comienzos, en 2015, esta columna tiene un único propósito, un solo objetivo, una misión: tratar de evitar que Uruguay cometa los errores que han llevado a Argentina al triste lugar que ahora ostenta casi con orgullo. En esa tarea, no tiene más remedio que repetir una y otra vez algunos conceptos cuando se vuelven a proponer o esgrimir como válidos o ciertos los mismos argumentos que han llevado al vecino país a la miseria generalizada y al fracaso económico, lo ha transformado en un paria y le ha dejado la herencia de la grieta.
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