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Gobiernos, científicos y oenegés debaten la ampliación de las áreas oceánicas protegidas

El objetivo es establecer una red que cubra en 2030 el 30% de la superficie de los océanos para salvar los ecosistemas amenazados por la sobrepesca, la contaminación y el cambio climático
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06 de febrero de 2023 a las 05:04

¿Cómo pasar de proteger el 8% de las áreas marinas al 30% en menos de una década años? La respuesta, aunque más o menos sencilla desde el punto de vista científico, deviene en un objetivo sumamente complejo por los intereses económicos y las disputas geopolíticas en juego. El debate, sin embargo, ingresó en una etapa de definiciones en el marco del 5° Congreso Internacional de Áreas Marítimas Protegidas  (IMPAC5, por sus siglas en inglés) que se desarrolla en Canadá.

Semanas después del acuerdo sobre biodiversidad alcanzado en la COP15 de Montreal en diciembre pasado, alrededor de 3.000 funcionarios, científicos, oenegés y grupos indígenas se reúnen hasta el 9 de febrero en Vancouver en procura de salvar los ecosistemas marinos amenazados por la sobrepesca, la contaminación y el cambio climático. Una cita que los científicos definen como “crucial” para establecer un marco que permita alcanzar el objetivo fijado para 2030.

En esta ocasión, el congreso internacional sobre áreas marinas protegidas, que generalmente se realiza cada cuatro años, se lleva a cabo con dos años de retraso a raíz de la pandemia. De alcanzarse un acuerdo vinculante, el resultado triplicará las áreas prohibidas a la mayoría de las actividades humanas, con el objetivo prioritario de preservar los ecosistemas más frágiles y sensibles, como así también las especies en riesgo.

"Debemos repensar nuestras políticas, economías, prioridades y procesos de manera que reflejen el importante papel que juega la naturaleza en nuestra propia salud, equidad, bienestar y sostenibilidad económica", proclama Canadá, el anfitrión de la cita. Los océanos cubren casi las tres cuartas partes de la superficie terrestre, albergan una cuarta parte de las especies conocidas y absorben el 30% de las emisiones de CO2 de las actividades humanas.

"La COP15 marcó un punto de inflexión histórico en los esfuerzos de conservación de la naturaleza. Sin embargo, la presión ahora está puesta no solo para cumplir el objetivo numérico, sino también paran asegurarnos de que lo hacemos bien", explicó a la agencia de noticias AFP Pepe Clarke, de la oenegé Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). El desafío es enorme.

Un ejemplo: los microplásticos. Según los institutos oceanográficos, al menos 11 millones de toneladas llegan cada año a los mares y océanos, una cantidad que podría triplicarse en 2040, y que representa como mínimo el 85% de los deshechos marinos, según la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Los expertos explican que unos 7.000 millones de toneladas, de las 9.200 millones de producción acumulada entre 1950 y 2017, se convirtieron en residuos. Las tres cuartas partes fueron desechadas en vertederos, formando flujos incontrolados o mal gestionados que muchas veces llegan a los mares y océanos.

Para los científicos, hay puntos críticos de biodiversidad o áreas particularmente vulnerables que merecen medidas urgentes de conservación. Para ello, según Clarke, “es fundamental tener discusiones a nivel global y establecer una red mundial ecológicamente representativa que proteja adecuadamente toda la gama de ecosistemas". De conseguirse el consenso necesario se podrá proteger y gestionar los océanos de manera más sostenible y los hará más resistentes al cambio climático. El tema no es menor.

Estudios recientes demuestran que el calor contenido entre la superficie y los 2.000 metros de profundidad alcanzó el equivalente a 100 veces la producción eléctrica mundial. El fenómeno altera los intercambios de carbono y oxígeno entre los océanos y la atmósfera. “El calentamiento conlleva un aumento de la salinidad y su separación en distintas capas, lo que eleva la acidez y, paralelamente, provoca que no se mezclen con tanta facilidad con efectos en la vida marina y los ciclos del agua”, señala un artículo publicado por un equipo de científicos en la revista inglesa Advances in Atmospheric Sciences.

El artículo sigue a otro difundido por el programa europeo sobre cambio climático Copernicus, que reveló que los últimos ocho años fueron los más cálidos hasta la fecha. Según este último trabajo, durante el periodo 2015-2022, cada año registró como mínimo un aumento de su temperatura media de más de un 1 grado centígrado respecto a la media preindustrial. Situación que afecta con especial intensidad a Europa occidental, Oriente Medio, Asia Central y el noroeste de África.

“Incluso si se logra el ambicioso objetivo de una protección de alta calidad del 30% de los océanos para 2030, también es necesario poner en marcha una gestión adecuada del 70% restante", subraya Pew Charitable Trusts, una organización sin fines de lucro. De acuerdo a Sian Owen, directora de Deep Sea Conservation Coalition, "es crucial que tanto las industrias existentes como las emergentes que amenazan nuestro océano profundo sean rechazadas rápida e inequívocamente, y que gestionemos de manera sostenible el 70% restante".

Mientras funcionarios, científicos y ambientalistas discuten qué zonas sumar a las ya protegidas y cómo implementar nuevas y mejores medidas de cuidado ante una industria pesquera que se resiste a sumar su compromiso, los estados miembros de la ONU se reunirán nuevamente a fines de febrero para intentar elaborar un tratado para la protección de alta mar, una sesión que, en principio, debería ser la última.

El acuerdo, conocido como Tratado de Alta Mar, proporcionaría un mecanismo global reconocido para designar redes de áreas protegidas y su finalización se prevé para marzo. Las aguas más allá de la jurisdicción nacional comprenden casi dos tercios del área de los océanos, pero solo el 1% de ellas está protegida, recuerda WWF. Según la oenegé, muchas zonas desempeñan un papel clave para tiburones, atunes, ballenas y tortugas marinas, y aportan US$ 2,5 billones de dólares anuales en actividad económica.

Los científicos reunidos en Canadá consideran todavía posible forjar un futuro positivo para los océanos mediante el uso de enfoques y herramientas que permitan que los ecosistemas marinos se recuperen con el tiempo a través de una gestión pesquera basada en la ciencia, la conservación costera dirigida por la comunidad y la protección y conservación de nuevas áreas marinas. Asimismo, respaldan los llamamientos globales que reclaman una moratoria de la minería en los fondos marinos, una cuestión que califican como una "nueva amenaza potencial" que puede "causar un daño irreparable" a los ecosistemas de aguas profundas.

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