Hace cien años era un balneario. Hoy es un basural. La playa Capurro fue seleccionada por la agencia Reuters en 2017 como una de las más contaminadas del mundo. Ese mismo año se realizaron cuatro jornadas de limpieza, a fin de llamar la atención sobre esa situación, y este sábado se realizó una quinta, a través del Movimiento de limpieza de costas.
La intención de la jornada de limpieza, que atrajo a 75 voluntarios, es el de visibilizar el problema, y convencer a la Intendencia de Montevideo de que se encargue de limpiar la playa, que actualmente es un basural de 1,5 kilómetros de extensión. Según explicó a El Observador Diana Pumar, una de las responsables de la convocatoria, la última vez que el gobierno departamental limpió la playa Capurro fue en 2013, antes de la inauguración de la planta desulfurizadora de Ancap, un evento al que asistió la expresidenta argentina Cristina Kirchner, junto a José Mujica.
Pumar contó que después de limpiezas en Punta del Este y la Ciudad de la Costa durante 2018, se vieron obligados a volver a Capurro este año. "Si tuvimos que volver es porque no se encara el problema. Fuera de temporada la Intendencia podría venir a limpiar y luego mantener cada algunos meses", estipuló. "Siempre que venimos esperamos que sea la última vez que tenemos que venir".
En esta ocasión contaron con equipamiento del Municipio C, y de la Cámara de Empresas Gestoras de Residuos del Uruguay (Cegru), que aportaron camiones, volquetas en el caso de los primeros, y una retroexcavadora en el caso de la segunda institución. El lunes la intendencia pasará a retirar los residuos, y si bien los organizadores de la limpieza agradecen la colaboración, también aclaran que desde 2016 la Intendencia ha prometido limpiar la playa, pero no lo ha hecho. "Por eso nos manifestamos", explicó Pumar, "para que se limpie y se mantenga. Porque esto además de la limpieza es una forma de manifestación".
Otra de las gestiones que se realizaron por parte de los limpiadores para esta ocasión fue contactar a Ancap para que colabore con la limpieza y el mantenimiento, como parte de un plan de responsabilidad empresarial.
Pumar contó que buena parte de los desechos que acaban en la playa Capurro proceden del arroyo Miguelete, donde se estima instalar un sistema de ecobarrera, similar al aplicado en la ciudad de Porto Alegre, en Brasil, con el arroyo Diluvio, para evitar que los plásticos lleguen al mar. "Si bien del Miguelete viene mucha basura por los asentamientos y por los clasificadores de residuos, esos desechos en realidad vienen de todos nosotros. Los generamos al consumir cada vez más plástico que no se reutiliza, como en bandejas y botellas. Uno puede dejarlo en el contenedor pero igual termina en la playa".
Heladeras, cascos de moto, zapatos viejos, sillas infantiles, e infinidad de botellas se podían ver en la costa. Pero el gran peligro son los microplásticos en los que se convierten esos objetos a medida que se degradan, y que acaban en animales (aves, tortugas, incluso el pescado que se come habitualmente), así como en el agua, advirtió Pumar.
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