En el instante que entras al edificio del ex Jockey Club, el universo literalmente se detiene y quedás como inmerso en el silencio y medio aturdido con tantos pensamientos que se te cruzan en una décima de segundo, al descubrir un lugar como este. Absolutamente increíble, con todo el esplendor de tiempos pasados.
Nos ubicamos en un box, con sillón capitoneado tapizado de rojo, que si bien no es original del lugar acompaña perfectamente el estilo. Desde ahí pudimos observar en detalle el resto del salón y comentar sobre cada rincón. Las impresionantes columnas que escoltan las mesas, los vitreaux gigantes, los cristales biselados de la puerta de entrada, el piso perfectamente conservado y parte de las luminarias que ahora están acompañadas por otras modernas, pero que ayudan a crear el ambiente perfecto.
Pedimos la carta de tragos y tiene un estilo que acompaña muy bien la puesta en escena, con ingredientes como Campari y otros por el estilo. Aunque se nota que están bien pensados, acorde a la historia del lugar, me faltó encontrar el clásico Bloody Mary o un Simple Kir Royal. Finalmente opté por un Aperol spritz, que estaba muy rico y disfruté lentamente durante el resto de la cena.
Un detalle súper simpático que acompaña el pan a la mesa, además de la clásica manteca, es una mini botella de aceite de oliva "O33". Una delicia para comer con unas ricas rodajas de focaccia. Que bueno ver cómo ha prosperado la produccion de aceite de oliva en Uruguay.
La verdad que la carta me resultó muy atractiva y estuve un buen rato pensando con qué me quedaba…
Me tentaba la caponata, con paté, mermelada de cebollas y tostadas de focaccia como entrada y los rosellini de queso de cabra con ciboulette y crema de lima con chilli como principal. Aunque finalmente (negociación de por medio) acordamos en el lomo en carpaccio con rúcula, parmesano y alcaparras que debo decir estaba perfecto.
También el tiradito con mango, tomate cherry, palta y cilantro. Súper picantón y alimonado. Que delicia realmente. Ambos también a la temperatura perfecta.
Ya a esta altura estaba feliz. Una alegría haber recibido mucho más de lo que realmente esperaba. Qué placer encontrarme con estos platos tan bien elaborados.
Luego vino el cordero con cuscús, damascos y menta. Corte de entrecote que llegó perfectamente jugoso y disfrutamos en cada bocado.
Para cerrar la noche, robé una cucharada de la créme brulée de dulce de leche con bananas caramelizadas. Clásica combinación del Rio de la Plata que no puede fallar.
Nos fuimos felices, con la ilusión de volver cualquier día de estos e imaginando como será el edificio cuando finalmente inagure el proyecto de hotel que acompañará a este buen restaurant. Ojalá hubiera más emprendedores con ánimo (y dinero, por supuesto) para recuperar otros edificios históricos de nuestro lindo Montevideo.
Dos entradas, un plato, tres tragos, una cerveza y un postre $u 2280.
Jockey Club
18 de julio 857
2908-0505
abierto de lunes a viernes, mediodia y noche
sábado sólo de noche
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