Nacida en Veracruz, Karla Hoyos tiene un restaurante de tacos en Miami y viaja por el mundo para ayudar a los que más lo necesitan.

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La chef mexicana que cocina para las víctimas de conflictos armados y desastres naturales

Karla Hoyos estuvo en Israel, en Ucrania y en Acapulco luego del paso del huracán Otis
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30 de noviembre de 2023 a las 05:04

Tiene un restaurante de tacos en la ciudad de Miami, pero cuando la ONG estadounidense World Central Kitchen (WCK) la llama, la mexicana Karla Hoyos sabe que es hora de preparar las valijas, ollas y sartenes para viajar donde más la necesitan. Es que esta chef de 35 años, originaria de Veracruz, siempre está dispuesta a remediar el hambre de las víctimas de desastres naturales o de conflictos armados.

Hoyos regresó a Florida desde Israel, donde estuvo dos semanas enseñando a decenas de voluntarios cómo hacer comida a gran escala para quienes tuvieron que dejar atrás sus hogares luego de los ataques del grupo islamista palestino Hamás, el 7 de octubre, en los que murieron, según las autoridades israelíes, 1.200 personas.

Si bien las razones de su regreso fueron de seguridad, los equipos que ella ideó para WCK siguen en Israel y en el enclave de Gaza. Allí, brindan comida a todos los afectados por el conflicto entre las tropas israelíes y las de Hamás, una guerra que ya dejó casi 15.000 muertos, según el grupo islamista, en el territorio palestino.

Antes, la chef mexicana había estado en Ucrania, preparando comida para las víctimas de la guerra con Rusia. “Fue una nueva experiencia, nunca había visto explotar misiles ni había tenido que buscar refugio, pero los conflictos son así, gente inocente sufre todo el tiempo y nosotros estamos ahí para ayudar a quien tenga hambre”, dice Hoyos a la agencia de noticias AFP en su “taquería” de Miami.

La organización WCK a la que pertenece Hoyos fue fundada por el chef español José Andrés en 2010. Y, desde entonces, se mueve con rapidez ante cualquier catástrofe. Ayudada por asociaciones civiles y mercados locales, sirve comidas, en algunos casos hasta más de 100.000 por día, a los supervivientes. Además de Israel y Ucrania, grupos de WCK estuvieron en las últimas semanas en la ciudad mexicana de Acapulco luego del devastador paso del huracán Otis.

La tarea de Hoyos no es simple. Ella se encarga de poner en marcha las cocinas donde trabajan los voluntarios, gestionando desde los aspectos logísticos hasta las recetas utilizadas para preparar los platos. Y no la asustan los desafíos. “No importa si es un garaje, un sótano o un almacén, no importa si tiene agua corriente, electricidad o conductos de ventilación. Donde vaya, haré una cocina”, dice a AFP.

Su pequeño restaurante en Miami se llama Tacotomía. Hoyos lo abrió hace cuatro meses y, señala, “no hay mucha diferencia entre la labor humanitaria y lo que hago en mi negocio. Todo es parte de la misma vocación”. Una vocación que nació cuando ella tenía 12 años y preparó en su casa natal su primera bandeja de galletas. Y agrega: “Hay que poner el mismo cuidado y amor en todas las cosas. No importa si es un restaurante con estrella Michelín, si es un chiringuito donde comer un taco al paso o si es para que alguien reciba un plato de arroz gratuito porque lleva días sin comer”.

El padre de Karla Hoyos quería que fuera abogada, pero los aromas de la cocina de su abuela pudieron más, y estudió en una escuela culinaria en México antes de viajar a España, donde se formó un año en el restaurante de tres estrellas Michelín de Martín Berasategui, en Lasarte (Guipúzcoa). Terminó de especializarse en Italia.

Cuando volvió de Europa, abrió un restaurante con su tía en la ciudad estadounidense de Indianápolis. Y allí también comenzó su tarea humanitaria en una asociación de apoyo a inmigrantes.

En 2017, comenzó a colaborar con WCK . Fue cuando el huracán María devastó Puerto Rico y la empresa de catering Bon Appetit, para la que trabajaba entonces, decidió enviar chefs a la isla caribeña para ayudar a José Andrés a alimentar a la población. Karla aceptó de inmediato viajar a Puerto Rico.

Allí se enfrentó a la falta de electricidad y a la escasez de agua potable. También al chef José Andrés, a quien no conocía y al principio le pareció “un gruñón”. Pero pronto empezó a encariñarse y comprender el trabajo del español, con el que se quedó tres meses en la isla y para el que acabó trabajando en un restaurante de Miami. Y, claro, a luchar contra los faltantes con sus armas predilectas; los cucharones y las ollas.

Pasaron seis años desde aquella experiencia, y Karla ya no se pregunta por qué viaja a lugares peligrosos como Ucrania o Israel. Sus ganas de ayudar siguen latentes como el primer día.

Sin embargo, hay algo que, todavía, se le torna complicado: volver a la normalidad de su Tacotomía. “Cuando estás tratando de ayudar a la gente y te dicen que tenés que irte, es muy difícil aceptar volver a casa, con tu aire acondicionado, tu heladera llena de comida, tu trabajo, tus comodidades. Eso provoca mucho sentimiento de culpa”, dice.

 

(Con información de AFP)

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