Entre las características que tienen los smartphones, el lector de huellas dactilares permite desbloquear, pagar, registrar o aprobar acciones de forma segura.
Todos los sensores de huellas funcionan de la misma manera: la superficie del teléfono identifica las líneas de la yema y las contrasta con la huella previamente registrada. Si coincide, la operación continúa.
Ahora, ¿cómo es que la tecnología permite hacer esto?
Estos celulares tienen un lector de huellas óptico que funciona de forma similar a una cámara. El sensor capta una imagen de la huella como si tomara una foto, guarda todas las líneas del dedo del usuario y reconoce las zonas más claras y más oscuras, así como también sus surcos. Luego, al poner el dedo sobre el sensor, el teléfono identifica las líneas.
El sistema que se utiliza para poder captar la huella es parecido al que usa un panel táctil para identificar los golpes. Pero cada sistema tiene diferentes características.
Un aspecto a tener en cuenta es que las huellas son almacenadas de forma segura a través de los procesadores. Un ejemplo de ello es TrustZone, un chip de seguridad dentro del multiprocesador que habilita un entorno de ejecución de confianza.
Así, la huella queda en el
dispositivo guardada y cifrada con el fin de que ninguna
aplicación pueda acceder a ella ni se envíe a ningún sitio. Cuando el usuario intenta desbloquear el teléfono, el sistema operativo cruza los datos con los ya obtenidos y elige qué llave escoger.
La
lectura, identificación de los surcos para crear el mapa dactilar, acceso a la zona del procesador encargada de garantizar la seguridad, verificación de que la huella existe en la base de datos, autorización del usuario y apertura de la pantalla, es un proceso que ocurre en menos de un segundo. Y todo sin perder la seguridad en ningún momento.