Marzo de 1955. Uruguay se presenta a la Copa América de Chile como el candidato de siempre. Aunque lleva 13 años sin ser campeón continental y que en la disputa de las últimas cinco ediciones del torneo apenas logró un par de terceros puestos, hay plantel de sobra para ser favoritos.
Están los campeones mundiales de 1950 Roque Gastón Máspoli, Matías González, Víctor Rodríguez Andrade, Julio Pérez y Óscar Omar Míguez.
A ellos se le suma la camada de Suiza 1954: Williams Martínez (suplente en Brasil 1950), el Pardo Abbadie, el Lucho Borges. También el Cholo Demarco de Defensor o el Chongo Escalada de Nacional.
El arranque es auspicioso: 3-1 a Paraguay con goles de Borges, Abbadie y Míguez, de penal.
Pero cuatro días después empezó la debacle: empate 2-2 con Chile. A pesar de que los trasandinos venían de ganarle a Uruguay en los dos torneos anteriores (3-2 en Lima 1953 y 3-1 en Brasil 1949) el empate se festejó con euforia en Santiago.
Después, El Diario (cuya cobertura realizó como enviado Marcelino Pérez) informó un episodio de indisciplina en el plantel uruguayo.
Rodríguez Andrade, Míguez, Roberto Leopardi, Waldemar González, Guillermo Escalada, Walter Morel y Julio Pérez le solicitaron permiso al entrenador José Luis Corazzo (el abuelo de Diego Forlán) para salir. Pactaron como hora de retorno la una de la mañana. Pero los jugadores volvieron a las cinco.
Corazzo les retiró las llaves y los esperó con el delegado Gulla Palumbo. Según informó El Diario fue Míguez quien arrastró a los demás a escuchar a un cantor de tangos en Viña del Mar.
El hecho se solucionó en 24 horas tras el retorno a Santiago. ¿Cómo? A la uruguaya. No pasó nada. Se le bajó el perfil al tema y la amenaza de aplicar sanciones económicas no se impuso.
Con el 5-1 a Ecuador (uno de Míguez y Pérez, dos de los involucrados en el hecho, dos de Abbadie y otro de Américo Galván) todo parecía olvidarse.
Pero Argentina puso al desnudo la convulsa interna uruguaya: le ganó 6-1 con tres goles de Ángel Labruna, que con 36 años a cuestas había arrancado como suplente de Ernesto Grillo y al ganarse la titularidad resultó decisivo para darle a Argentina el décimo título de su historia dejando atrás a Uruguay que entonces sumaba ocho copas.
Y Uruguay cerró el torneo perdiendo 2-1 con Perú, un equipo con el que solo había perdido en estos certámenes en Lima 1939 y en 1949, cuando Uruguay fue representado por un equipo de emergencia, en plena huelga de jugadores.
Ese 1-6 con Argentina igualó las peores derrotas celestes de su historia: un 2-7 en Avellaneda por la Copa del Círculo de Periodistas de 1916, otro 1-6 por la Copa de Honor argentina en Buenos Aires y un 0-5 también en Buenos Aires por la Copa Juan Mignaburu ante los argentinos, y un 1-6 con Brasil en un amistoso en Río en 1944.
Esa derrota permanece como la mayor afrenta sufrida por Uruguay en el torneo continental.
Una caída salpicada por la indisciplina del plantel. Una historia olvidada por todo lo que conquistaron sus protagonistas. No solo el Mundial. Al año siguiente la Copa se jugó en Montevideo y Urugua fue campeón. Con Rodríguez Andrade, Míguez, Leopardi y Escalada en el plantel. Con un 1-0 en el partido decisivo ante Argentina, con Grillo y Labruna de titulares...
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá