La reforma educativa cambia el régimen de pasaje de grado.

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¿La mitad de los jóvenes son burros? Uruguay mejora su peor indicador, pero sigue lejos de América Latina

La ANEP cumplió su meta más ambiciosa de 2022: el 50,9% de los jóvenes de entre 21 y 23 años acabó la educación obligatoria. Pero Uruguay sigue en el fondo regional, a más de 15 puntos porcentuales del promedio. ¿Por qué?
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04 de abril de 2023 a las 05:01

Nada hace pensar que los jóvenes uruguayos sean menos inteligentes o menos capaces que sus pares de la región. Pero en los comparativos —esos que son leitmotiv de los políticos y que fueron caballito de batalla en el origen del colectivo Eduy21— hay un indicador en el que Uruguay está al fondo de la tabla hace al menos dos décadas. Solo la mitad de los jóvenes entre 21 y 23 años acabó la enseñanza obligatoria, mientras que en el promedio de América Latina lo hizo más del 65%.

Al término de 2022, la posición de Uruguay tiene para las autoridades de la educación un sabor agridulce. Porque, por un lado, la Administración Nacional de Educación Pública cumplió su meta anual: el 50,9% de esos jóvenes egresó del bachillerato, cuando el objetivo era superar el 50%. Era el compromiso más ambicioso si se tiene en cuenta que en 2019 solo había finalizado el 43,3%. Pero, por otro, el país sigue lejos —muy lejos— de la región.

Así lo concluye el análisis que hizo para El Observador el sociólogo Pablo Menese, en base a los datos de la Encuesta Continua de Hogares que fueron liberados la semana pasada. Entre los resultados se muestra que las mujeres egresan un poco más que los varones, los del interior más que los de Montevideo, y los más ricos mucho más que los más pobres.

De hecho, la mejora en el indicador a la interna uruguaya —ese salto del 43,3% al 50,9%— se explica, sobre todo, porque más varones y más “pobres” pudieron acabar el bachillerato. Ocurre que en la pandemia se flexibilizó el régimen de pasaje de grado, descendió la repetición y menos jóvenes dejaron el liceo para irse a trabajar.

Hugo de los Campos, profesor adjunto de Sociología, había liderado una investigación en la que demostraba que en los últimos 40 años Uruguay apenas había podido mejorar el indicador. La gráfica parece una penillanura levemente ondulada. ¿Por qué? “La sociedad uruguaya determinó que la educación es un derecho humano y por ello la enseñanza es obligatoria hasta el término del liceo o la UTU. Si es un derecho humano, se supone, todo humano debería tener las chances de alcanzarlo, pero el sistema educativo se sigue pensando como una selección para quienes luego irán a ingresar a la universidad”.

Estimación de 40 años de egreso de bachillerato de Hugo de los Campos en base a ECH

En ese sentido, dice De lo Campos, “la distancia que Uruguay tiene con los países de la región es abismal, al igual que es descomunal la diferencia entre los más pobres y los más ricos: por lo cual Uruguay tiene que sincerarse y darse cuenta que algo del sistema está mal y no es que la mitad de los jóvenes son incapaces”.

La directora de Políticas Educativas de la ANEP y quien estableció las metas, Adriana Aristimuño, coincide: “Los estudiantes uruguayos no son burros, son sobrevivientes”. Porque el indicador de egreso del bachillerato “es el arrastre de un montón de problemas previos: el desánimo, la excesiva repetición, la alta extraedad…”.

Según Aristimuño, “la flexibilización del régimen de pasaje de grado apunta a revertir, en parte, esta serie de problemas”. 

¿Significa emparejar para abajo o que pasen todos? Aristimuño es categórica: “En Uruguay hay mucha gente que es funcional a un sistema selectivo, gente que piensa que decirle a un estudiante que pase de año y a cambio darle acompañamiento lo interpreta como emparejar para abajo. Es lo contrario: es estimularlo a que se quede y aborde su problema. No es cuestión de que cierren o no los números, sino de poner al estudiante en el centro, de cuidarlo y ayudarlo en su derecho a estudiar”.

En el último congreso extraordinario sobre políticas educativas del sindicato de profesores de Secundaria, llevado a cabo el pasado noviembre, se declaró: “La universalización de la educación no se resuelve solo decretándola a través de leyes ni rebajando contenidos y exigencias para el pasaje de grado.

Un argumento similar había usado el sindicato en la última administración del Frente Amplio, cuando la ANEP se había propuesto, por primera vez en la historia, metas cuantitativas de egreso del bachillerato.

En aquel entonces las metas habían quedado lejos de los resultados. La ANEP pretendía que el 75% de los jóvenes egresen y, en aquel momento, todavía no había llegado al 50%. La actual administración también dejó en 75% el porcentaje a ser alcanzado al término del quinquenio. ¿Se llegará? Las autoridades por ahora son cautas, mucho más si se considera que todavía no inició la transformación de los bachilleratos.

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