Había sido evacuado preventivamente durante el pasado mes de mayo, pero lo milagroso fue que este jueves el pequeño pueblo suizo de Brienz se salvó de que un millón y medio de toneladas de piedra lo borraran del mapa para siempre.
En la noche del jueves, la avalancha de rocas comenzó a resbalar cada vez con mayor vehemencia y estruendo por la ladera de la montaña vecina. Y cuando ya se suponía que Brienz pasaba a la historia, como si una fuerza mágica hubiera operado, se detuvieron y el pueblito quedó a salvo. Durante la madrugada de este viernes, al ver las imágenes de las cámaras de vigilancia, las autoridades respiraron aliviadas sin poder creerlo.
“La masa de rocas había quedado a centímetros de la aldea, deteniéndose justo antes de comenzar la localidad”, dijeron las autoridades en un comunicado. Y agregaron si poder creerlo: “No hay indicaciones de daños al pueblo”.
El director del sistema de alertas, Stefan Schneider, señaló que “ya no hay peligro de que un gran deslizamiento de tierra amenace Brienz”. Y precisó que la masa que cayó representa cerca de 1,5 de los 1,9 millones de metros cúbicos de roca que se desplazaron en dirección al pueblito.
Claro que los 84 habitantes de la localidad, su ganado y sus animales domésticos –todos evacuados preventivamente el mes pasado– van a tener que esperar para poder volver a sus hogares.
Andreas Huwiler, geólogo del cantón de Grisons, donde está el pueblo, advirtió que “la seguridad del pueblo todavía no está garantizada. Tenemos que vigilar los movimientos de la masa rocosa desprendida en los próximos días”.
Si bien es cierto que la lluvia podría hacer que la masa se mueva, Huwiler estimó que hay “muchas posibilidades de que, en breve, todos los habitantes puedan volver a sus casas”.
Por su parte, Daniel Albertin, el alcalde de Albula, municipalidad a la que pertenece Brienz, dijo entre sonrisas que “este es uno de los mejores días desde la evacuación de los habitantes del pueblo”.
Los 84 habitantes de Brienz comenzaron a ser evacuados el pasado 9 de mayo y tres días después las autoridades recorrieron todo el pueblo para asegurarse de que no quedara nadie.
Al mismo tiempo, para ayudar a los desplazados se realizó una colecta controlada por una comisión que presidió una representante de Grisons en el Parlamento federal. Lo recaudado llegó a cerca de 850.000 francos suizos (unos US$ 950.000).
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