La regulación del alojamiento turístico y la necesidad de un enfoque global

En los últimos años, el auge de las plataformas de alojamiento turístico ha revolucionado la forma en que las personas viajan y encuentran lugares para hospedarse. Servicios como Airbnb, Booking.com, entre otros, han transformado la industria del turismo, brindando a los viajeros una amplia gama de opciones de alojamiento que van más allá de los hoteles tradicionales. Sin embargo, este fenómeno también ha planteado desafíos significativos en términos de regulación, especialmente en lo que respecta a la vivienda turística. A medida que este mercado continúa expandiéndose, los gobiernos de todo el mundo se enfrentan al desafío de establecer políticas que equilibren los intereses de los turistas, los propietarios de viviendas y las comunidades locales.

Uno de los principales debates en torno a la regulación de la vivienda turística gira en torno a la competencia desleal con la industria hotelera. Mientras que los hoteles están sujetos a estrictas regulaciones, los propietarios de viviendas que alquilan a través de plataformas digitales a menudo operan en un terreno menos regulado. Esta disparidad ha generado preocupaciones sobre la equidad en el mercado y ha llevado a muchos gobiernos a considerar nuevas medidas para nivelar el campo de juego.

En respuesta a estos desafíos, algunos países han optado por implementar regulaciones más estrictas sobre la vivienda turística. Por ejemplo, en ciudades como Nueva York,  Barcelona, ​​Ámsterdam y París, se han impuesto restricciones sobre el alquiler de viviendas a corto plazo para proteger el suministro de viviendas asequibles y preservar el carácter de los vecindarios. Estas regulaciones a menudo incluyen límites en el número de días que una propiedad puede ser alquilada, requisitos de registro y pago de impuestos turísticos.

El fenómeno a nivel mundial es muy claro; se trata de arrendamientos civiles a turistas en casas particulares, hasta hoy protegidos por las normas de arrendamiento, que alentado por las plataformas o intermediarios, han visto en ello un negocio, saliendo obviamente de la órbita civil, y escapando al contrato de arriendo tradicional , transformándose en un alojamiento turístico que deja de ser colaborativo, civil, para competir con el alojamiento formalmente registrado. El turismo como actividad , es una actividad empresarial, profesional que conlleva obligaciones especiales. Uno de los principales  problemas es que el objeto del contrato se transforme en otra figura como lo es el hospedaje, dado que la voluntad del propietario o administrador no es dar en arriendo sino simplemente brindar un servicio de hospedaje, o estadía. Ser arrendatario no se auto percibe, por ello es  necesario trazar una clara línea entre un objeto y otro.

Sin una regulación adecuada, existe el riesgo de que el turismo descontrolado cause daños irreparables al medio ambiente, la economía local y la calidad de vida de los residentes además de lesionar al alojamiento formal. El Ministerio de Turismo ha enviado un proyecto de Ley al Parlamento y más allá de los distintos intereses sería de buen criterio su aprobación.