Denis Dutra

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El séptimo día > política

La verdad

La reaparición de Amodio y un país que se empeña en vivir en la leyenda
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26 de mayo de 2013 a las 00:00

Cuando mi hija Alfonsina que aún crece en el vientre de su madre vaya a la escuela, al liceo o a la Universidad seguramente los textos de historia dirán que nació en un país donde en los años 60 del siglo XX hubo una guerrilla armada que –deslumbrada por el faro cubano quiso lograr la liberación nacional y el socialismo a fuerza de secuestros, bombas y asesinatos.

Parte del mito guerrillero es que esa guerrilla urbana –el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaro (MLN-T) surgió para pelear contra una dictadura militar pero en realidad nació durante un gobierno constitucional electo por el voto del pueblo (segundo gobierno del Partido Nacional) y que profundizó la lucha durante el gobierno autoritario de Jorge Pacheco Areco. Y aunque hoy todos miren para el costado, fue el Parlamento quien autorizó a los militares a combatir la insurrección armada. Esa también es la verdad.

Cuando los militares dieron el golpe de Estado, la guerrilla está diezmada, destruida y dividida. Esa también es la verdad.

El aporte de Amodio Pérez al conocimiento de los convulsionados años 60, no es sobre si fue o no un traidor. Es obvio que él fue un informante de los militares por desilusión con la epopeya que encabezaba Raún Sendic, por amor a su compañera o vaya uno a saber porqué. El tiempo lo dirá.

Lo interesante de la versión de Amodio Pérez sobre la historia reciente es sobre las razones que para él explican la derrota tupamara de la que cree que ha sido un chivo expiatorio no solo para que la organización guerrillera esquivara las responsabilidades del desastre de la guerrilla urbana –que se convirtió en una leyenda mundial- sino la responsabilidad que le cupo al líder Raúl Sendic.

Amodio Pérez explica en las cartas los errores estratégicos de quienes estaban en la cúpula tupamara : Raún Sendic, el actual ministro Defensa Eleuterio Fernández Huidobro, Jorge Zabalza, Julio Marenales y Lucía Topolansky, entre otros. Su testimonio sale al cruce al relato oficial de los tupamaros, que han escrito ríos de tinta desde el retorno a la democracia.

Y ahora por Amodio nos enteramos del sacrificio de Alicia Rey para que sus compañeros de batallas escaparan de la cárcel de Punta Carretas, un hecho que la historia oficial nunca reconoció. Y también del voluntarismo de los dirigentes que muchas veces, sobre todo en la última etapa, se imponía por encima de la estrategia y táctica militar.

En estos días, pregunté a un grupo de jóvenes universitarios si sabían quién era Amodio Pérez. Una estudiante respondió que había sido el “traidor” del MLN. Le pregunté cuál o cuáles eran sus fuentes. “Profesores del liceo y mi padre”, respondió.


Por las dudas cuando mi sobrino Juan de 12 años me preguntó esta semana quien era Amodio Pérez le regalé el suplemento de El Observador y prometió leerlo.

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