En las semanas previas al ataque a Ucrania, Rusia puso en evidencia sus intenciones al destruir uno de sus propios satélites en órbita probando su capacidad de poner fuera de combate naves espaciales enemigas y realizando un ataque cibernético a la empresa de comunicaciones satelitales Viasat.
Según el Mayor General francés Michel Friedeling -líder del Comando Espacial de Francia- las acciones de Rusia confirman temores de larga data de los militares europeos sobre la característica que podría tener en el futuro una hipotética guerra con Rusia.
Lo muestra la guerra en Ucrania -según Friedeling- es que las cosas empiezan en el ciberespacio antes de iniciarse las acciones en el campo de batalla. El ciber ataque contra Viasat fue hecho el día antes de la invasión a Ucrania y resulta muy significativo sobre el tipo de acciones que Rusia emprendería en ese terreno.
Como consecuencia del ataque, miles de usuarios de Internet en todo Europa quedaron sin servicio debido a las interferencias a Viasat, empresa basada en California proveedora de comunicaciones satelitales de alta velocidad y redes de seguridad de uso civil y militar alrededor del mundo.
El propósito del ataque fue inutilizar las comunicaciones de comando y control de las fuerzas ucranianas, basadas en gran medida en los servicios del satélite de Viasat. La disrupción de las comunicaciones fue confirmada por el responsable de la seguridad cibernética ucraniana, Victor Zhora, quien afirmó que “hubo una gran pérdida en las comunicaciones justo en el inicio de la guerra”.
El efecto “colateral” en Europa fue que, en Francia, por ejemplo, 9.000 usuarios de Nordnet, una empresa subsidiaria de Telecom, se quedaron sin servicio.
Otros cuarenta mil usuarios de Alemania, Francia, Hungría, Grecia, Italia y Polonia también se vieron afectados por el ataque cibernético contra el satélite de Viasat.
Los cortes de servicio también afectaron el control de 5.800 turbinas eólicas generadoras de electricidad en Alemania y Europa Central que representan una oferta de 11 Giga watts a las redes energéticas europeas.
Unos meses antes del ataque del 24 de febrero, Rusia, probando sus capacidades de intervención bélica en el espacio, destruyó uno de sus satélites con un arma antisatélite, sembrando el espacio de más de mil fragmentos suspendidos en una órbita baja alrededor de la Tierra.
Los Estados Unidos suman su alarma a la de los países europeos a partir del jaqueo del satélite Viasat y ya en marzo el FBI y la Agencia de Seguridad de Infraestructura Cibernética (CISA) habían advertido a la red de satélites de comunicaciones (SATCOM) y proveedores de infraestructura que debían reforzar sus ciberdefensas.
Millones de norteamericanos confían en las redes satelitales para acceso a Internet, industrias, gobierno, medios de comunicación, fuerzas armadas e instalaciones de gas y electricidad.
El Centro de estudios estratégicos internacionales (CSIS), un think tank estadounidense, predijo en 2020 que el uso de armas espaciales, cibernéticas y electrónicas en la guerra avanzaría significativamente, lo que incrementaría los riesgos en la seguridad espacial. Afirmaba asimismo que Rusia sería muy probablemente el país que lograría probar exitosamente un arma contra satélite, lo que devino realidad con el ataque y destrucción a uno de sus propios satélites.
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