En las inferiores de Peñarol, le decían Nelinho por su pegada

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Lo corrieron en camisón en Peñarol 1987, es suegro de Godín y marcó a Van Basten: la vida de Pepe Herrera

Su fuerte eran los tiros libree y muchos de sus goles llegaron por esa vía; hizo una gran carrera y fue campeón con Uruguay
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31 de marzo de 2023 a las 18:46

Eran tiempos de muchos álbumes de figuritas, de posters de diarios y de ídolos. Como gran hincha de Peñarol, José Herrera coleccionaba con fruición el álbum “Morena gol”, por uno de sus grandes referentes: Fernando Morena. Pero, además, tenía a otro gran ídolo: Mario “Bombón” González, quien había jugado 11 años en el club y había sido campeón uruguayo seis veces.

“Morena era mi ídolo, pero a mí me encantaba el Bombón González, por lo que transmitía. Un día, después de un partido con Peñarol, entró al vestuario y me pidió la camiseta. Fue increíble para mí. Estaba mucho más emocionado yo que él”, dice Pepe Herrera a Referí.

Y habla de su otro referente: “Para nuestra generación, lo de Fernando fue insuperable”.

José Herrera cuando tenía un par de años de vida

Su mamá Haydée es de Tala y allí vive hasta hoy, y por más que con Julio, su esposo, en aquella época vivían en Montevideo, quiso ir a su ciudad para que naciera José, ya que pretendía atenderse con el mismo médico que había tenido a su primer hermano. Entonces, nació allí, y cuando tenía tres días de vida, se vino para la capital, en aquel entonces, el Cerrito de la Victoria. Luego vivió un año en calle Charrúa y después a Jardines del Hipódromo, en Belloni y Aparicio Saravia, en donde vivió casi toda su vida hasta hace un tiempo.

“Iba con mi padre a ver a Peñarol, y si no, a Danubio, porque me quedaba cerca de casa. Recuerdo equipazos con Lorenzo Carrabs, Nil Chagas, Rafa Perrone, que la descosía. Era el equipo del barrio y me encantaba ir a verlo”, recuerda.

José Herrera de niño jugando ya al fútbol

Jugaba al fútbol en la calle con amigos y al baby en el club Potencia, “el mismo en el que lo hacían Ruben Sosa y Pompa Borges. Siempre jugué de puntero o de 9 incluso, hasta después de ser fichado en Peñarol. Allí me ficharon de puntero derecho. Jugamos juntos con Ruben en la delantera. Él era un año menor, pero lo hacían jugar también con nosotros porque era muy bueno. Hasta el día de hoy somos amigos. Es algo increíble lo que nos pasó, porque empezamos en el baby juntos y llegamos a jugar al mismo tiempo en la selección”.

También se enfrentaron en Italia y en clásicos entre Peñarol y Nacional. “Nos enfrentamos en Italia, yo en Cagliari y él en Lazio. Salimos 1-1 en Roma, y los dos hicimos los goles, el mío de tiro libre”.

Desde las inferiores de Peñarol, practicaba mucho los tiros libres. “Era fanático de Nelinho, el brasileño que le pegaba como los dioses, y había un dirigente de las inferiores, el Gordo Cacho, que me puso Nelinho de sobre nombre. Era una caricia que me compararan con él”.

A los 12 años, fue “mandadero de la farmacia de mis tíos, y me servía para hacer unos pesos. Iba en bicicleta o caminando a entregar los pedidos”.

Herrera le pegaba notablemente en los tiros libres

¿Y cómo llegó a Peñarol? Así lo cuenta: “Mi padre era chofer de Coetc y cada ómnibus tenía dos choferes. El hijo del otro chofer, jugaba en las inferiores de Peñarol y un día le dijo a mi papá que citaban a aspirantes. Fui recomendado por él y estaban Pepe Etchegoyen y Luis Prais en Las Acacias y me ficharon como puntero derecho. Era un estilo Pollo Vidal porque era ágil, le pegaba bastante bien a la pelota, corría mucho. Jugaba en Quinta, pero pocos partidos, y alguien se lesionó y faltaba el lateral izquierdo. Me propusieron a mí y lo hice; después quedé como lateral derecho. Hugo Fernández era el técnico y estaba el Chueco Perdomo en el equipo, que ya marcaba diferencia”.

A la hora de hablar de un técnico importante en su carrera, nombra justamente a Hugo Fernández. ¿Por qué?

En la Copa de Oro de los grandes de 1985, le anotó algunos goles a Nacional; aquí Herrera comparte equipo con los invitados, Santiago Ostolaza y Julio César Giménez

“Fue uno de los más importantes porque fue el que me ascendió a Primera. Se lesionó Daniel Enríquez y en vez de poner al suplente, me puso a mí. Capaz que si no hubiese hecho eso, no habría debutado o quizás jugado. Me tocó jugar con (Víctor) Diogo, yo de líbero, el Tano (Gutiérrez) de stopper por izquierda, y el Charly Batista como lateral izquierdo. Jugué todo 1984 así”, explica.

La primera vez que concentró con la Primera de Peñarol, “lo hice con Morena y me quedé en esa habitación. Jugar con mi ídolo fue impresionante. A Fernando siempre le gustaba hablar mucho, con una memoria increíble y siempre contaba anécdotas. Era un placer escucharlo. Con los años, lo tuve de técnico en Peñarol y de ayudante técnico en la selección”.

A Roque Máspoli lo tuvo como entrenador entre 1985 y 1986. “Era un grande, un tipo sensacional, un genio en cómo administrar un plantel. No era tanto lo que trabajaba, sino cómo lo llevaba y cómo te hacía sentir, siempre te ponía allá arriba. Jugaba al vóleibol con nosotros. Una persona reagradable y sabía muchísimo, y sobre todo, cómo activar a un grupo, cómo llevarlo. Se pasaba jugando al tute con nosotros”.

El equipo de Peñarol que ganó en la noche de Reyes de 1987 un Uruguayo increíble a Nacional: Eduardo Pereira, Obdulio Trasante, José Herrera, Jorge Goncalves, José Batlle Perdomo y Miguel Santos; abajo, Daniel Vidal, Gustavo Matosas, Diego Aguirre, Ricardo Viera y Daniel "Coquito" Rodríguez, semitapado

Con Peñarol fue campeón uruguayo en 1985 y también en 1986 en una final muy recordada ante Nacional, que se disputó el 6 de enero de 1987.

“Fue un clásico complicado, parejo, duro, que terminó 0-0 y que al final, lo ganamos por penales. Faltando pocos minutos Eduardo (Pereira) le tapó un gol a (Juan Ramón) Carrasco que se había ido solo. Yo había debutado con 18 años y esa final la jugué con 21 años”, dice. Y enseguida, añade: “Yo patee uno de los penales. Recuerdo ese penal ahora y me erizo (se ríe). La carga emotiva era tremenda. Al final del partido, me subí arriba del travesaño en el arco de la Colombes para festejar, y se subieron todos mis compañeros. Fue un lindo festejo”.

También jugó el recordado clásico de los ocho contra 11, en ese mismo 1987. Habían expulsado al Zurdo Viera, y luego el Chueco Perdomo y él vieron la roja. Nacional se quedó con 11 hombres contra ocho de Peñarol y el partido estaba 1-1. A él lo tocó vivir esos minutos desde afuera.

Con Herrera, Perdomo y el Zurdo Viera expulsados, Eduardo Da Silva, Eduardo Pereira, Obdulio Trasante, Alfonso Domínguez (parados); Jorge Goncalves, Gustavo Matosas, Diego Aguirre y Jorge Cabrera (sentados), los que terminaron en cancha en el clásico de los ocho contra 11 en 1987 que ganó Peñarol 2-1 dirigido por el Maestro Tabárez

“Quedó en la historia por el resultado y marcó un récord. Me habían expulsado mal porque había sido un entrevero. Mi error terminó siendo algo heroico, por lo que terminó siendo el ocho contra 11. Se decía que si perdía el clásico podía ser la salida del Maestro Tabárez, pero pocos partidos después, lo echaron a Sergio Markarian, técnico de Nacional, y a Osvaldo Giménez que era su ayudante”, recuerda.

Ese 1987 fue un año muy intenso para Peñarol. Pepe tenía 22 años y venía de patear un penal en la definición del Uruguayo 1986 y de ganar el clásico de los ocho contra 11. Pero luego vendría la consagración total: la Copa Libertadores de América.

“El partido que jugamos mejor en la copa fue el 3-0 acá contra Independiente, fue un partido en el que nos salió todo de una manera notable. Tenían un equipo muy bueno que marcó una época con Bochini, Marangoni, Barberón y varios más, y los dominamos por completo. Después les ganamos allá en Avellaneda, donde nunca habían perdido ante un extranjero por la Copa. Esos partidos fueron una especie de punto de inflexión para ver dónde estábamos parados y a qué podíamos apostar”, dice.

Pepe Herrera en el equipo de Peñarol que ganó la Copa Libertadores de 1987 en Santiago de Chile

Y apostaron a ser campeones. Los esperaba América de Cali, una verdadera selección con jugadores increíbles como Ricardo Gareca, Roberto Cabañas, Willington Ortiz y el uruguayo Sergio Santín, entre varios. El equipo colombiano había perdido las finales de 1985 y 1986, y se había juramentado no volver a perder.

El clima previo a la final de Cali, la de ida, fue tremendo. Lo cuenta Herrera: “Fue un partido durísimo, con un equipo que era superior a nosotros, con jugadores de categoría, experiencia que nosotros no teníamos, que se hizo duro y le ganamos la Copa de la manera más increíble y soñada en la finalísima de Chile. En Cali, nos pusieron el pica pica en el vestuario, ese polvo que te tocás la cara y no aguantás nada, por lo que tuvimos que salir a tomar aire a la cancha. Cosas que se hacían antes”.

Y cuenta otra historia que les sucedió allí: “Cuando fuimos a reconocer el estadio, el ómnibus nos dejó en la puerta y había una competencia de atletismo. No nos dejaron pisar la cancha y cuando salimos, el ómnibus se había ido. Tuvimos que esperar una hora afuera y la gente pasaba y nos puteaba. Eran tiempos de otra Copa”.

El poster de la revista argentina Solo Fútbol, con Peñarol campeón de América 1987; Herrera es el penúltimo de los sentados en el medio, al lado de Alfonso Domínguez

El partido revancha en Montevideo se ganó con un tiro libre en la hora del Bomba Jorge Villar. “Acá fuimos inteligentes y pensamos bien. Yo era el especialista en tiros libres, pero cuando se acercó el Bomba, le dije: ‘Pegale vos’, porque a él (Julio) Falcioni (el arquero rival), no lo conocía, y me miraba a mí. Si hubiera pateado yo, capaz que la historia no hubiera sido la misma. Nos jugábamos todo, y ahí se demostró un poco que nuestra idea era siempre lo mejor para el equipo”.

Promediando el segundo tiempo de la tercera final en Chile, Herrera fue expulsado por un patadón al paraguayo Cabañas. Sin embargo, el árbitro también expulsó al jugador de América.

“Fue un error mío que se solucionó con el gol de Diego (Aguirre). Si no hubiéramos ganado, no me lo hubiera perdonado nunca. Por suerte el árbitro compró un poco y echó a Cabañas y creo que ganamos más nosotros con esa roja, si lo comparamos con lo que yo podía aportar. Festejé, pero no con tanto ímpetu, por lo que fue esa expulsión y ese error que me hacía sentir un poco culpable. Disfruté como loco. Mis padres y mi hermana Laura, viajaron y mi esposa María Elena no viajó porque estaba embarazada de Claudio. Después festejé en el hotel con ellos”, describió.

Aquí se puede ver la expulsión de Herrera y de Cabañas:

El técnico era el Maestro Tabárez y Pepe Herrera tiene el récord de haber trabajado con él en tres lugares distintos: Peñarol, la selección uruguaya y Cagliari.

Así habla Herrera del Maestro: “Siempre fue una persona muy capaz, muy correcta, educada. Transmitía cosas importantes y creo que pocas personas lo tuvieron en tres lugares diferentes como yo. Él sabía cómo me comportaba y trabajaba, cómo veía el fútbol y la vida, y yo también lo conocía bastante. Trabajaba diferente, con su impronta”.

El vuelo de regreso de aquel Peñarol campeón “era un desastre porque se movía mucho y había mucho alcohol, pero se sobrellevó bárbaro. Llegamos como a las 3 de la madrugada a Montevideo y había muchísima gente en todos lados. Cuando íbamos en el ómnibus después del aeropuerto, una señora salió a corrernos por Avenida Italia en camisón con la bandera de Peñarol. Fue tremendo”.

La noche del regreso desde Chile con la Copa Libertadores; festejan en plena pista del aeropuerto José Herrera, Alfonso Domínguez, Gustavo Matosas, Óscar Ferro, Jorge Goncalves con la copa, Eduardo Pereira, el presidente José Pedro Damiani y Juan Pedro Damiani

En 1998, en una de sus vueltas a Peñarol, almorzó con su amigo Ruben Sosa dos días antes del clásico que los enfrentaría. Fue anfitrión en su casa en la que preparó un asado. Eran amigos desde el baby en el que jugaron juntos, y lo siguen siendo hasta hoy. Pero clásicos, son clásicos.

“Nos encontramos en casa y comimos dos días antes. Después le pegué alguna patadita, los clásicos son así. En ese partido, más allá de las patadas a Ruben, me expulsaron por un encontronazo con (Gianni) Guigou. El árbitro cobró codazo cuando no fue. Hicimos todo para ganar el sexenio y no pudimos. Muchas veces en la historia del futbol, suceden cosas extrañas: más errores para un lado que para el otro, y terminaron cortando algo que hubiese sido histórico”, cuenta.

En 2003, fue dirigido por Diego Aguirre, quien había sido su compañero en aquel histórico Peñarol de 1987.

Un encuentro de los tantos con los campeones de 1987: el Canario Hernández, quien estaba en la lista de la Copa, Diego Aguirre, Óscar Ferro, Miguel Santos, Jorge Goncalves, Juan Carlos Paz y Jorge Cabrera; abajo aparecen José Herrera, Eduardo Pereira y Marcelo Rotti

“Somos amigos desde mi época de jugador. Fue una satisfacción que él me llamara y se acordara de mí para formar aquel equipo. Lo quiero mucho y siempre le deseo lo mejor. Eran sus primeras armas como técnico, y era tranquilo, muy educado, y tenía su estilo. Fue muy lindo ser campeones ese año con él como técnico y sobre todo, porque Nacional venía de ganar tres Uruguayos seguidos”, explica.

El presidente era el mismo que en 1987: el Cr. José Pedro Damiani. Y Pepe habla de su relación con él: “Siempre me llevé bien, aunque yo no era el que caía más simpático. Había cosas suyas que no me gustaban, pero era muy capaz con los números, era un genio con eso. Siempre tuve encontronazos porque no me gustaba a veces su forma de actuar, no conmigo, pero cómo trataba a algún compañero. Pese a todo, a mí me hizo un regalo cuando me casé”.

Pepe Herrera tiene una gran historia con Peñarol y con la selección uruguaya

Debutó con la selección uruguaya en 1988 y lo hizo con un gol a Colombia en Bogotá. El técnico era Gregorio Pérez, porque habían designado a Tabárez, pero aún no se había desvinculado de Deportivo Cali.

Allí comenzó una buena relación de Herrera con la camiseta celeste.

De entrada, se le escapó la Copa América 1989 con un equipazo de Uruguay jugando en Maracaná ante Brasil.

Un equipo de Uruguay: Fernando Álvez, Goncalves, José Perdomo, José Herrera, Nelson Cabrera y Mario Rebollo; abajo, Daniel Vidal, Ruben Da Silva, Ruben Paz, Gustavo Dalto y Ruben Pereira

“Esa copa empezó complicada ya en la serie, porque empezamos perdiendo (ante Ecuador) y hacía mucho calor. Pero fuimos mejorando y teníamos a un Ruben Sosa que venía jugando muy, muy bien. Fuimos un digno rival de Brasil, que tenía un verdadero equipazo. Le habíamos ganado a Paraguay y a Argentina con luz. Hicimos una de las mejores presentaciones de la selección. Argentina era el campeón del mundo y tenía a todas sus figuras, incluyendo a (Diego) Maradona. No había forma de parar a Ruben Sosa, estaba despegado a nivel mundial en aquel entonces”.

Clasificó al Mundial de Italia 1990, en el que fue titular en los tres partidos de la serie, pero no pudo estar ante Italia, cuando Uruguay fue eliminado.

¿Cómo lo vivió Pepe?: “Tenía un tironcito en el cuádriceps y quedé fuera de ese partido con Italia que fue increíble, complicado porque era ante el local. Terminé con amargura porque no pude jugar. No obstante, es re emocionante jugar un Mundial y enfrentás a las mejores selecciones. El campeonato te muestra el nivel en el que estás”.

Uruguay en su debut del Mundial de Italia 1990; arriba: Alfonso Domínguez, Fernando Álvez, José Batlle Perdomo, José Herrera, Nelson Gutiérrez, Hugo De León; agachados: Antonio Alzamendi, Ruben Pereira, Ruben Paz, Ruben Sosa y Enzo Francescoli

Entonces recuerda el penal que Ruben Sosa marró ante España en el debut. “Fue un cabezazo mío que Villarroya la sacó con la mano en la raya. Si hacía un gol en el Mundial quedaba para la historia, y terminó todo mal. El hecho de haber errado ese penal, puede haberlo bajoneado un poco a Ruben para el resto del torneo. Haber ganado el primer partido, hubiera sido importante. Lo que podía haber sido un muy buen Mundial para nosotros, para algunos no. Para mí sí hicimos un buen Mundial. No jugamos mal contra Bélgica, perdimos, y no lo merecimos, y contra Corea, le ganamos en la hora, pero ganamos. Después nos dejó afuera el local”.

En las Eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos 1994, jugó casi todos los encuentros, incluyendo el último ante Brasil, en 1993, en el que los norteños dieron un verdadero paseo.

El equipo de Uruguay que ganó la Copa América 1995 con Pepe Herrera como titular

“Fue una Eliminatoria muy complicada, de cambios (de técnico), muchos problemas dentro y fuera de la cancha. Tener la obligación de ganarle a Brasil en Maracaná en el último partido para poder clasificar, era bastante difícil, conllevaba bastante carga emotiva y ellos fueron mucho más que nosotros de entrada. Ese era un cuadrazo que después fue campeón del mundo. Fue una frustración más grande a nivel personal”, recuerda.

Con la Copa América de 1995 llegó su consagración tan esperada con la celeste. “Fue algo buenísimo, teníamos la carga de que Uruguay nunca había perdido de local, y todos nos lo recordaban, incluso algunos campeones del mundo de Maracaná que hablaron con nosotros antes del inicio del torneo. Nos habíamos puesto de meta llegar al menos a la final, pero después uno la quiere ganar. Terminamos invictos y le ganamos a Brasil por penales”.

Pepe Herrera en primer plano, celebrando el título de la Copa América de 1985 con Uruguay

Héctor “Pichón” Núñez era el técnico de esa selección uruguaya y así lo recuerda Pepe: “Era un tipo sensacional, de una calidad humana increíble. Sus atributos como técnico no eran tan grandes, pero sí era una persona exquisita, un crack como persona. Todos queríamos dejar todo en la cancha por él. Pateé el tercer penal, iba camino a patearlo con un silencio bárbaro en las tribunas. Conocía bastante a Taffarell, era amigo, porque le había hecho muchos goles en Italia. Un gran arquero y sabíamos lo que nos jugábamos en cada penal. Después que yo metí el mío, llegó la atajada de Fernando (Álvez) a Túlio. Con el Guti –cuando le tocó patear su penal–, rezábamos todos. Solo queríamos que le embocara al arco (se ríe). Cuando el Pichón dijo ‘Guti patea un penal’, todos nos miramos, pero dijimos, ‘vamo arriba’. Mirá que el Flaco hacía un trabajo muy difícil de hacer, jugaba muy bien. Lo que pasa que a veces uno menosprecia. También dicen que como técnico tiene suerte. ¡No! ¡Algo tiene que tener!”.

Aquí se puede ver el penal que pateó Herrera ante Brasil:

En Italia jugó con los uruguayos Enzo Francescoli, Daniel Fonseca y Marcelo Tejera en Cagliari, primero con Tabárez como técnico y luego con Claudio Ranieri. También el panameño Julio César Dely Valdés integró el equipo con él, “un fenómeno desde todo punto de vista, como jugador, compañero y amigo”.

José Herrera defendiendo a Cagliari de Italia

“En el fútbol italiano debo haber enfrentado a 25 de los mejores 30 jugadores del mundo en esa época. Solo por nombrar a algunos, tuve que marcar a Roberto Baggio, (Gianfranco) Zola, (Roberto) Mancini, (Giuseppe) Giannini de Roma, (Marco) Van Basten, (Ruud) Gullit, (Lothar) Matthäus y (Jürgen) Klinsmann. Luego que se fue Tabárerz, siempre jugué de volante tapón en Italia. Ahí me puso Ranieri y me convirtió en un buen volante central. Todos los fines de semana venía un rival complicado con jugadores clase A”, cuenta.

Pepe Herrera y Enzo Francescoli en Cagliari: parados: Mario Ielpo, Pierpaolo Bisoli, Nícolo Nápoli, José Herrera, Aldo Firicano y Giuseppe Pancaro y agachados: Luis Oliveira, Enzo Francescoli, Gianluca Gaudenzi, Gianfranco Matteoli y Gianluca Festa.

Herrera habla con admiración de Francescoli. “Enzo fue un fenómeno. Si hubiera jugado en esta época, habría estado entre los cinco mejores del mundo. Estaba totalmente por encima de todos. Tuve la suerte de jugar con él en la selección y Cagliari, vi lo que pensaban sus rivales, marcó una época y capaz que en Uruguay no valoramos hasta hoy lo que fue como jugador. Estuvo entre los fenómenos que tuvo el fútbol uruguayo, no era un actor de reparto si no, que era figura”.

Dice que cuando jugó en Shandong Luneng de China lo disfrutó, dentro de una cultura totalmente diferente, “pero sufrí mucho porque fueron muchos meses sin mi familia, muchas veces lo pasé mal. Futbolísticamente me fue bárbaro”.

José Herrera hoy es representante de jugadores

Jugó también en Cruz Azul de México y en Newell’s de Argentina. Y recuerda cómo era el fútbol mexicano.

“Venía del fútbol más profesional del mundo, como entonces era el italiano, al menos, que era el mexicano. Me acuerdo que mis compañeros llegaban con un radiograbador con cumbia a todo volumen, haciendo el trencito. El doctor y el masajista se sumaban al trencito antes del partido. En vez de tener agua como en todos los vestuarios de Italia, había Coca Cola y antes de los partidos, alguno comía huevos fritos”, dice.

Con el paso de los años, su hija Sofia se casó con Diego Godín, el capitán de la selección uruguaya en el pasado Mundial Qatar 2022.

José Herrera con su familia: sus hijos, sus nietos, y su yerno, Diego Godín

“Al fútbol lo veo bastante tranquilo, no como un hincha normal. Lo disfruté a Diego en la selección y cuando no le va bien, obviamente no me siento bien. Tengo tres nietos: Luna, que es de la señora de mi hijo Claudio, Juan Cruz que es mi perdición, y Cala que tiene dos años. Y Sofía espera una niña, Pilar, para el mismo día que nací yo, el 17 de junio”, cuenta con orgullo.

Dice que Juan Cruz, su nieto “es muy compañero mío, lo llevo siempre al fútbol y él disfruta mucho conmigo. Él sabe que hay un feeling especial”.

José Herrera, Pepe, el de los tiros libres magistrales, hoy trabaja como representante de futbolistas junto a Sergio “Manteca” Martínez, luego de haberlo hecho durante 15 años con Francisco “Paco” Casal.

Su impronta, su temperamento a veces exacerbado, y su estilo, lo caracterizaron en la cancha. Fue un elegido para la pelota.

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